Congreso La Iglesia en la educación: una labor que «conecta muy bien con la sociedad» - Alfa y Omega

Congreso La Iglesia en la educación: una labor que «conecta muy bien con la sociedad»

Este encuentro es el colofón de «un proceso de escucha» que constata que «estamos poniendo lo mejor para un mundo más justo»

Juan Luis Vázquez Díaz-Mayordomo
La maestra de educación especial Blanca Hernández con sus alumnos
La maestra de educación especial Blanca Hernández con sus alumnos. Foto cedida por Blanca Hernández.

«La educación especial de ideario católico es la gran desconocida de la sociedad en España», asegura Raquel Pérez Sanjuán, secretaria de la Comisión para la Educación y Cultura de la CEE, que organiza el sábado en Madrid el congreso La Iglesia en la educación. Desde el mes de octubre, más de 200 profesionales de la enseñanza en España han ido desgranando sus experiencias en distintos encuentros sobre ámbitos diversos que tienen como colofón este próximo evento.

En este proceso intervino Blanca Hernández, maestra de educación especial del colegio Purísima Concepción, de las Hermanas Hospitalarias en Granada. Desde sus 33 años de experiencia corrobora las palabras de Pérez Sanjuán y define su labor como «una auténtica misión que tenemos que defender». Para Hernández, «en esta sociedad que habla tanto de inclusión y de los derechos de las personas, la educación especial está apartada y abandonada».

Por este motivo, «desde la Iglesia hemos de seguir apostando por las personas con discapacidad», añade. En este sentido, «los centros de educación especial siguen siendo necesarios, porque no todo el mundo puede estar en una escuela ordinaria. Muchos necesitan una atención más personalizada en lo asistencial y en lo educativo». Por eso, esta veterana del sector defiende que el centro de la acción educativa que ofrece la Iglesia en España «debe ser la persona y de ahí no nos podemos bajar», algo que en su caso extiende a su trabajo en la pastoral del colegio: «La formación espiritual de estos chicos es otro de los desafíos educativos que tenemos por delante; en especial, el acceso a los sacramentos», incide.

Una clase en la escuela diocesana de pesca Antiguako Ama
Una clase en la escuela diocesana de pesca Antiguako Ama. Foto: Delegación de Enseñanza de Bilbao.

El de la educación especial es uno de los nueve ámbitos sobre los que se ha reflexionado en la preparación de este congreso. Durante estos meses también se ha puesto sobre la mesa la situación de los colegios y universidades de ideario cristiano, o de los profesores tanto de la asignatura de Religión como de otras materias, así como las buenas prácticas de coordinación entre la parroquia, la familia y la escuela. «Lo que estamos viviendo es un proceso participativo de escucha de toda la comunidad educativa», puntualiza Pérez Sanjuán. En definitiva, «se trata de dar a conocer por parte de sus protagonistas las experiencias concretas que se llevan a cabo en distintos lugares» de nuestra geografía, una oportunidad «que está sirviendo también para encontrarnos físicamente y conocernos», señala la secretaria de la Comisión para la Educación y Cultura de la CEE.

El evento del sábado contará con tres ponencias principales, a cargo del cardenal José Tolentino de Mendonça, prefecto del Dicasterio vaticano para la Cultura y la Educación; de Fernando Reimers, miembro de la Comisión sobre los Futuros de la Educación, de la UNESCO, y de Consuelo Flecha, catedrática emérita de Historia de la Educación, de la Universidad de Sevilla. Sus intervenciones se completarán con las de un elenco de expertos en cada uno de los entornos sobre los que la Iglesia está poniendo el acento.

«Es como un mosaico en el que estamos colocando la lupa sobre las distintas teselas», afirma Raquel Pérez. Destaca que entre todos los actores del sector hay fortalezas comunes, como «la sinceridad y la pasión por la educación», o «el deseo profundo de dar lo mejor de nosotros en nuestro trabajo». En su opinión, otro de los puntos fuertes de la labor de la Iglesia en este terreno es «la fuerte vinculación que hay entre las distintas realidades educativas dentro de cada diócesis, algo que está conectando muy bien con la sociedad».

Alumnos de los colegios corazonistas en un encuentro con migrantes.
Alumnos de los colegios corazonistas en un encuentro con migrantes. Foto: Corazonistas.

Precisamente en relación con esta proyección social de la enseñanza se enmarca la labor de Jaime Palacio, un laico corazonista que forma parte del comité de expertos del congreso dedicados a la educación no formal. Desde su trabajo al frente de la acción social y pastoral de los colegios corazonistas y su ONG, ofrece a los alumnos colaborar con plataformas como REDES y Enlázate por la Justicia, «una labor extraacadémica en la que intentamos llevar a los chavales la realidad que hay fuera del aula», explica.

Así, se suman con ellos a actividades como la recogida de firmas para la ILP que busca regularizar en España a las personas migrantes, y promueven encuentros en el hogar de acogida que los corazonistas tienen en Griñón. Palacio destaca así «el valor de todo lo extraescolar para completar la formación educativa y humanizadora de los chicos», ya que la educación «no se puede limitar solo al aula y a la relación profesor-alumno». El deporte, las artes, el tiempo libre, los campamentos y todo ese amplio abanico que está más allá del aula pero que es parte de la escuela «es muy importante para su formación, porque son ámbitos que los propios chavales eligen y donde no se les pone nota». De este modo, «ellos responden implicándose más que en el ámbito puramente escolar» y no es raro que acaben como voluntarios «trabajando por un mundo mejor, más parecido al que sueñan», concluye.

Una escuela de pesca

Otra forma de vincular la labor educativa de la Iglesia con el entorno es la de la escuela de pesca Antiguako Ama, en Ondarroa, uno de los cinco centros de Formación Profesional de la diócesis de Bilbao. La escuela nació en 1949 por iniciativa de un sacerdote que vio la necesidad de dar una preparación especializada a los jóvenes de la zona. Hoy sigue en activo y es parte de una oferta diocesana de FP en la que actualmente se están formando 5.000 alumnos.

«La Iglesia sigue teniendo muchísimo que decir a la sociedad del presente y del futuro», asegura Nerea Begoña, delegada de Enseñanza de Bilbao. «La gente sabe que lo que estamos haciendo aquí desde hace décadas es algo fiable y seguro», apostilla, mientras desvela el valor añadido que ofrecen instituciones como esta: «Salen jóvenes no solo bien formados, sino también con valores éticos que construyen nuestro entorno, basados en el mensaje de Jesús de Nazaret».

¿Es la sociedad consciente de toda la energía que despliega la Iglesia en el ámbito educativo? «No mucho», lamenta la historiadora Consuelo Flecha, para quien «los prejuicios de siglos pasados siguen pesando mucho en la imagen colectiva» que se tiene de la institución. Para deshacerse de esta «etiqueta injusta», sería preciso «sobre todo presentar una actitud de dialogo ante la sociedad, sin defendernos de ella». Esta conversación «no puede consistir en una confrontación», sino en mostrar «que queremos un mundo mejor y una sociedad más justa, y que estamos poniendo lo mejor de nuestros hombres y mujeres para conseguirlo. Y este esfuerzo, si se plantea en positivo y con creatividad e imaginación, siempre será valioso, se nos reconozca o no».

Algunos desafíos

• La situación demográfica y la reducción de la natalidad.

• La limitada financiación de los centros concertados por parte de las Administraciones.

• Profundizar en lo específico de la identidad católica en nuestras instituciones educativas.

• Acompañar a un profesorado desnortado ante los continuos cambios legislativos.

• Vincular la actividad de los centros con la Iglesia local.

• Integrar la diversidad de contextos culturales y religiosos y la escolarización de inmigrantes.

• Prestigiar la contribución de la enseñanza de Religión y su profesorado en la escuela y en la sociedad.

• Favorecer en los alumnos un uso ético de las redes sociales que preserve su salud mental.

• Estimular experiencias educativas altruistas y de voluntariado.

• Cuidar los protocolos que garanticen el respeto a los derechos de la infancia.

• Potenciar la vida comunitaria en colegios mayores y residencias.