Hemos vuelto a reabrir la comunidad terapéutica. Desde hacía 35 años, cuando la abrimos por primera vez, no habíamos cerrado una temporada tan larga. Y ha sido como volver a comenzar. Con todos los miedos y con toda la ilusión de algo que nos cuesta y que sabemos que nos da la vida.
Otros centros en España no han cerrado. Pero en el nuestro dio la casualidad de que, cuando llegó el Estado de alarma, pudimos cerrar porque cada persona usuaria tenía un lugar al que volver –no siempre es así– para pasar el confinamiento.
Después de dos meses de cautela, de temor, de seguir telemáticamente haciendo las intervenciones para que la gente se mantenga y se sienta en proceso, hemos podido reabrir.
Y la ilusión ha superado con creces al cansancio de organizar de nuevo una casa cerrada; al miedo del virus y sus consecuencias, aunque siempre actuando con cautela y sensatez, tal y como establecen las normas; a la despedida de sus propias familias, a las que no volverán a abrazar hasta no se sabe cuándo…
En estos primeros días el temor es muy fuerte. Pero el ánimo de seguir adelante lo equilibra un poco. Y eso va a hacer posible que avancemos.
Volveremos a hacer de la comunidad su familia. Volverán a abrazarse, a consolarse mutuamente, a acompañarse en los sentimientos de derrota y en los triunfos conseguidos. Podrán seguir utilizando este periodo privilegiado de reflexión, de sanación en un entorno terapéutico, para crear lazos comunitarios y lazos de familia, que son sanadores en sí mismos. Porque la comunidad es el espacio terapéutico por excelencia. Porque en ese espacio del día a día, además de las actividades terapéuticas propias, con la convivencia encontramos formas nuevas de querernos, de aceptarnos, de sanar el pasado, de relacionarnos con otras personas y con nosotros mismos. Porque lo contrario de la adicción no es la abstinencia o la sobriedad. Lo contrario de la adicción es el contacto y el encuentro.
Luego se irán y seguirán su camino, y habremos aprendido de cada persona que haya pasado por allí lo que nos hace bien para nuestra propia vida.