Comprometidos con la fraternidad - Alfa y Omega

Comprometidos con la fraternidad

A imagen y semejanza del buen samaritano, los consagrados siguen gastando su vida en las «cunetas de nuestra sociedad»

Alfa y Omega

El 2 de febrero celebramos la Jornada Mundial de la Vida Consagrada, instaurada por el Papa san Juan Pablo II hace 25 años para «ayudar a la Iglesia a valorar cada vez más el testimonio de quienes han elegido seguir a Cristo de cerca mediante la práctica de los consejos evangélicos» y, a la vez, para permitir a las personas consagradas «renovar los propósitos y reavivar los sentimientos que deben inspirar su entrega al Señor».

El lema escogido este año, La vida consagrada, parábola de fraternidad en un mundo herido, habla precisamente de una convicción que la vida consagrada ha vivido siempre y que ha hecho todavía más patente en tiempo de pandemia: somo hermanos y, como tales, debemos detenernos a ayudar a quienes están heridos. Así, «desde su nacimiento hasta hoy, el suyo es un caudal ininterrumpido de vida y esperanza para el mundo», como escribe la Comisión Episcopal para la Vida Consagrada.

A imagen y semejanza del buen samaritano –al que el Papa recurre en Fratelli tutti–, los consagrados y consagradas siguen gastando su vida en las «cunetas de nuestra sociedad», pues en ellas encuentran a «Cristo sediento, maltratado, abusado, extranjero, encarcelado», en palabras de los obispos. Están junto a quienes más fuertemente afecta el coronavirus, muchas veces hasta dar la vida. Son luz en residencias, hospitales, Cáritas parroquiales, cementerios y otros tantos lugares, al tiempo que redoblan su oración por un mundo sufriente.

La vida consagrada ha sido capaz de mantener este compromiso con la fraternidad, además, en un momento de menores vocaciones y no pocos retos internos. Órdenes y congregaciones particularmente han sabido apostar de manera valiente y decidida por la reorganización de sus estructuras, la implicación de los laicos y el trabajo en red con otras realidades eclesiales para así seguir al pie del cañón. Fieles al carisma de sus fundadores y fieles al Evangelio.