La Iglesia ha comenzado la Cuaresma, como tiempo que precede y dispone a la celebración de la Pascua. Como recuerda la Delegación de Liturgia del Arzobispado de Madrid, este período está asociado especialmente a la conversión y a la reconciliación con Dios y con los hermanos. Para esto se nos ofrecen fundamentalmente tres medios evangélicos: la oración, el ayuno y la limosna (cf. Mt 6, 1-6. 16-18), tal y como se nos hace presente de modo especial en el Evangelio de Miércoles de Ceniza, el día penitencial por excelencia. Pero, además de la fuerte llamada a la conversión y a la reconciliación, hay dos dimensiones que no podemos pasar por alto: la escucha de la Palabra de Dios y la memoria del Bautismo.
El rito de la imposición de las cenizas tiene su origen en los antiguos ritos con los que los pecadores convertidos se sometían a la penitencia canónica. Este gesto tiene el sentido de reconocer la propia fragilidad y mortalidad, que necesita ser redimida por la misericordia de Dios. Yendo más allá de lo visible, la Iglesia ha mantenido este signo como reflejo de la actitud del corazón penitente que cada bautizado está llamado a asumir en el itinerario cuaresmal (cf. Directorio sobre la Piedad popular y la Liturgia, 125).
La Iglesia nos invita a realizar este camino viviendo de una manera más profunda la celebración de los sacramentos, especialmente la Eucaristía y la Penitencia. En la Misa de los domingos, las lecturas destacan la llamada a la conversión y al perdón, este año a través, sobre todo, del Evangelio de san Lucas. Tras escuchar, como todos los años, el pasaje de las tentaciones del Señor en el desierto, en el primer domingo, y el episodio de la transfiguración, en el segundo, los siguientes domingos se pondrá el acento en la invitación a la conversión, plasmada sobre todo en la parábola del hijo pródigo o en el encuentro entre Jesús y la mujer adúltera. Pero también las lecturas de la celebración de la Eucaristía de los días laborables abordan interesantes temas, que pueden ser de gran ayuda para una catequesis cuaresmal y una auténtica vivencia espiritual de la Cuaresma.
Para vivir este tiempo, la Delegación de Liturgia ofrece, además, algunos consejos prácticos…
1 / Una mayor vivencia sacramental
- Acercarse en este tiempo al sacramento de la Penitencia para poder participar con el alma purificada en la Semana Santa.
- Escuchar con mayor atención la Palabra de Dios que se nos propone para este tiempo.
2 / Una piedad adecuada
- Realizar ejercicios piadosos que respondan al carácter del tiempo de Cuaresma, como es el vía crucis.
3 / Sobriedad y carácter penitencial en las celebraciones
- La supresión del aleluya. No se volverá a escuchar en ninguna celebración hasta la Vigilia Pascual. En las solemnidades y fiestas se canta el gloria, pero nunca el aleluya. En su lugar se puede cantar una aclamación a Cristo y el versículo previsto en el leccionario.
- Salvo en la fiestas y solemnidades, en las Misas de este tiempo se pueden utilizar cualquiera de las dos plegarias eucarísticas de la reconciliación, ya sea con su prefacio propio o con cualquiera de los prefacios de cuaresma o con el prefacio de la penitencia.
- Utilizar el órgano y los otros instrumentos musicales solo para sostener el canto, como corresponde al carácter penitencial de este tiempo, salvo en las solemnidades, fiestas y el Domingo IV Laetare.
- No adornar el altar con flores durante este tiempo, excepto en los mismos días en que se pueden utilizar los instrumentos musicales más allá del acompañamiento del canto.
4 / Una vida conforme a lo que celebramos
- Compartir los bienes con los más necesitados mediante la limosna como forma de participación personal en la construcción de un mundo más justo.