Comienza hoy la primera visita de Estado de un Papa al Reino Unido. Camino a la plena comunión - Alfa y Omega

Comienza hoy la primera visita de Estado de un Papa al Reino Unido. Camino a la plena comunión

Una nueva página de la historia se escribirá en la mañana de hoy, cuando la reina Isabel reciba, en el Palacio Real de Holyroodhouse, en Edimburgo, a Benedicto XVI. Por primera vez, un Papa llega las Islas Británicas en visita de Estado, invitado por la gobernadora suprema de la Iglesia de Inglaterra, título que ostenta el monarca británico desde que Enrique VIII provocó el cisma, en 1534

Jesús Colina. Roma
Benedicto XVI, junto al arzobispo anglicano de Canterbury, Rowan Williams, en 2009.

Es verdad que Juan Pablo II se convirtió en el primer obispo de Roma en besar la tierra del Reino Unido, entre el 28 de mayo y el 2 de junio de 1982. Sin embargo, aquella peregrinación no tuvo carácter de visita de Estado, que, como ha explicado a Alfa y Omega Francis Campbell, embajador del Reino Unido ante la Santa Sede, «es el mayor honor que una reina puede tributar a un Papa». Pero, ¿por qué ha presentado precisamente ahora la defensora de la fe (uno de sus títulos oficiales) esta invitación? La reina Isabel no sólo está devolviendo las dos visitas de Estado que ha realizado al Vaticano. Como cabeza de la Iglesia anglicana, conoce la crisis que está viviendo esta confesión a nivel planetario, y es consciente, como lo es el Papa, de que el testimonio cristiano será más creíble y evangélico si se superan las divisiones surgidas hace casi quinientos años. Y es curioso que esta invitación llegue meses después (noviembre de 2009) de que el Papa publicase la constitución apostólica Anglicanorum coetibus, en la que se establece la posibilidad de que comunidades anglicanas puedan pasar en su conjunto a la plena comunión con la Iglesia católica.

Cuando fue publicada aquella carta, muchos medios de comunicación lo interpretaron como un desafío, o incluso un insulto a la Iglesia de Inglaterra y en particular a su reina. Esta invitación muestra que ese documento no tenía ni esa intención ni ese efecto. De hecho, el repaso que hace el Papa de la tradición espiritual y litúrgica del anglicanismo en ese documento constituye el reconocimiento más importante que ha hecho nunca un Pontífice de lo mejor que ha dado a la Historia esa confesión.

Se entiende así también que el arzobispo de Canterbury y primado de la Iglesia de Inglaterra, Rowan Williams, haya sido uno de los impulsores de la visita, y que, este viernes, reciba a Benedicto XVI en el simbólico Lambeth Palace. Curiosamente, en medio del debate que están viviendo las comunidades anglicanas en torno al reconocimiento de obispos abiertamente homosexuales, a la admisión al episcopado o al sacerdocio de mujeres, o a otras cuestiones de carácter ético, Roma, al abrir las puertas a las comunidades anglicanas que lo pidan, manteniendo sus tradiciones, está demostrando que existe un futuro para esta Iglesia, que pasa por la unidad entre todos los cristianos. Y el símbolo de esa unidad es el sucesor del pescador de Galilea, Pedro. Lo que hace veinte años se hubiera visto como una provocación, ahora se ve como una posibilidad, y ya hay pastores anglicanos que están dando el paso.

Deborah Gyapong, escritora y periodista, que pertenece a la Comunión Anglicana Tradicional y ha pedido la comunión con Roma, está convencida de que el encuentro entre el arzobispo de Canterbury y el Papa será muy positivo, pues se trata de dos reconocidos teólogos y ambas Iglesias tienen muchos proyectos comunes en obras de caridad. Gyapong explica a Alfa y Omega que la decisión de los pastores anglicanos de regresar a Roma es muy difícil, pues no sólo pierden sueldo y casa, sino que sienten que abandonan a los fieles que no dan este paso. Por este motivo, considera que el regreso de las comunidades anglicanas no tendrá lugar de un día para otro; dependerá mucho de la acogida de las primeras comunidades. Y, en este proceso, la Visita papal tendrá una importancia evidente.

Un discurso histórico

Cuando se pregunta al embajador Campbell el motivo por el que este Viaje pasará a la Historia, no tiene dudas: el momento más simbólico tendrá lugar cuando el Papa pronuncie su discurso, este viernes, al mundo académico, cultural, empresarial, al cuerpo diplomático y a líderes religiosos en el Westminster Hall, lugar en que fue sentenciado a muerte santo Tomás Moro, canciller de Enrique VIII, el 1 de julio de 1535. Cinco días después, fue decapitado por negarse a firmar el Acta de Supremacía que representaba el repudio del rey a la autoridad espiritual del Papa. Según ha explicado Campbell, el primer embajador ante la Santa Sede británico en 400 años (pesaba sobre ello una prohibición legal, que levantó el Gobierno de Tony Blair), hace tan sólo 28 años hubiera sido imposible que un Papa tomara la palabra en ese lugar, pues se hubiera visto como una provocación. Constituye la prueba más clara de los pasos de diálogo que ha venido dando el Reino Unido y la Iglesia de Inglaterra en estos lustros. En los últimos seis años, se han dado cinco visitas del primer ministro británico al Vaticano, toda una prueba del interés que siente ese país y su Gobierno por Roma. Se trata, de hecho, de un número de visitas muy superior al del presidente español. Este otro lado de la moneda explica el enorme interés con que los británicos reciben a Benedicto XVI, ya sea porque le respetan y admiran como un hombre apreciado por fieles de todas las religiones, ya sea porque le critiquen, por no compartir la fe en el mensaje o en la Persona a la que Joseph Ratzinger ha consagrado su vida.