Los obispos franceses piden «verdad y justicia» por el asesinato de Jacques Hamel
Ha comenzado este lunes el juicio a los presuntos cómplices que conocían los planes de los terroristas, abatidos por la Policía
La vida y la muerte del padre Jacques Hamel, degollado el 26 de julio de 2016 por dos jóvenes yihadistas en Saint-Étienne-du-Rouvray, cerca de Ruán, llaman a Francia «a la fidelidad y la fraternidad, para que el mal no tenga la última palabra». Así lo han pedido sus obispos en un comunicado hecho público este lunes, día en que se inicia el juicio contra los presuntos cómplices del atentado.
La Conferencia Episcopal Francesa ha mostrado su «confianza en la institución judicial: hay que hacer justicia y conocer la verdad. Es necesario para la familia del padre Jacques Hamel, es necesario para quienes vivieron estas trágicas horas. También es necesario para los imputados y sus familiares», afirma su secretario general y portavoz, Hugues de Woillemont.
El episcopado muestra su «profundo afecto y oraciones» a los familiares de Hamel, al resto de personas secuestradas ese día, a los feligreses de la parroquia y a toda la diócesis de Ruán junto con su obispo, Dominique Lebrun. Recuerda también a las víctimas de otros atentados yihadistas, en especial a «Simone, Nadine y Vincent, víctimas del ataque a la basílica de Niza» en octubre de 2020.
La muerte de este sacerdote «anciano, todavía en servicio, cercano a los más humildes y frágiles», asesinado mientras celebraba Misa «porque era sacerdote, porque era cristiano», conmocionó a «creyentes y no creyentes en toda Francia y mucho más allá de nuestras fronteras». Con todo, el episcopado confía en que su vida y su muerte sean fecundos. Hamel «seguirá siendo para los sacerdotes de Francia un bello ejemplo de vida sacerdotal entregada», y para todos los cristianos «testimonio de una caridad ofrecida a todos, un servidor humilde y generoso hasta el final».
«Pido por los terroristas»
En la apertura del juicio, ha estado presente Guy Coponet, que ese día asistió a Misa con su mujer y resultó herido de gravedad. Según declaró su abogado a la agencia AFP, «quiere entender cómo unos jóvenes que acaban de salir de la adolescencia llegaron a cometer tales horrores». Él mismo, ya con 92 años, afirmaba que «si los responsables pudieran pedir disculpas a todos a los que hicieron daño, habríamos ganado».
A diferencia de él, las tres religiosas que estaban ese día en la iglesia de Saint-Étienne-du-Rouvray no han acudido al tribunal. «Rezo al padre Jacques todos los días», ha asegurado una de ellas, la hermana Danielle, a la emisora RTL. Pero todavía «no puedo sentarme en el mismo lugar en el que estaba el día de la tragedia, justo frente a él».
La religiosa espera que los culpables, si los hay, sean «sancionados y castigados». Con todo, desde 2016 ha afirmado que no siente odio ni ira contra los dos terroristas. «Estos jóvenes realmente no sabían lo que hacían, así que no, no les tengo ningún odio, para nada. Al contrario, pido por ellos».
La hermana de Hamel, Roseline, ha subrayado su deseo de que durante el proceso «se diga la verdad sobre la falta de medios» a la que se enfrentaron las Fuerzas de Seguridad «para evitar esta masacre». Por su parte el arzobispo de Ruán, monseñor Dominique Lebrun, planteó también a AFP sus preguntas la responsabilidad de los tres acusados «detenidos durante cinco años»: «¿Son culpables? ¿De qué?».
Presuntos cómplices
Los dos terroristas, Adel Kermichel y Abdel-Malik Petitjean, fueron abatidos el mismo día por la Policía. En el proceso en el Tribunal especial de lo penal en París, que se calcula que durará hasta el 11 de marzo, tres de los acusados son familiares suyos: Jean-Philippe Jean Louis, Farid Khelil y Yassine Sebaihia, de quienes se sospecha que estaban al tanto de los planes de los dos asesinos o de haber intentado unirse al Estado Islámico en Siria. En las primeras horas del juicio, los abogados de los tres lo han desmentido.
El cuarto procesado, Rachid Kassim, está acusado de complicidad en el asesinato e intento de asesinato de un feligrés herido durante el ataque. Según el auto del juez de instrucción, alentó y facilitó la actuación de los dos agresores. Sin embargo, Kassim no estará en el banquillo de los acusados ya que, aunque no hay confirmación oficial ninguna, se cree que murió en un bombardeo en Irak en 2017.
Cuando concluyó la investigación del asesinato a mediados de 2021, de los documentos revelados por el semanario francés La Vie se desprende que el asesinato del sacerdote no fue un hecho aislado causado por el fanatismo de dos jóvenes, sino el resultado de un plan orquestado desde Siria por Rachid Kassim. Este fue quien pidió a los dos terroristas que cometieran un atentado en una iglesia y; no solo eso, les indicó que debían hacerlo cuchillo en mano y provocar una matanza cortando la cabeza de al menos tres personas.
El padre Jacques Hamel, de 85 años, fue asesinado un 26 de julio de 2016 en la parroquia de Saint-Étienne-du-Rouvray, cerca de Ruán, en el noroeste de Francia. Estaba celebrando misa cuando los dos yihadistas irrumpieron en el templo. Le obligaron a arrodillarse y lo degollaron. Sus últimas palabras fueron: «¡Vete, satanás, aléjate de mí!». Doce días antes, el 14 de julio, otro terrorista que actuaba en nombre del Estado Islámico arrolló con un camión a decenas de personas en el Paseo de los Ingleses de Niza mientras celebraban la fiesta nacional. Mató a 84 personas.
«Ya es un mártir que está en el cielo»
En septiembre de ese año, el arzobispo de Ruán, Dominique Lebrun junto a 80 feligreses, entre los que se encontraba una hermana del sacerdote, viajaron a Roma para participar en una misa en sufragio presidida por el Papa Francisco en casa Santa Marta. El Papa explicó entonces en su homilía que el padre Jacques Hamel forma parte de la cadena de mártires que comenzó con el proprio sacrificio de Cristo: «El padre Jacques Hamel ha sido degollado en la Cruz, mientras celebraba el sacrificio de la Cruz de Cristo. Un hombre bueno, manso, de fraternidad, que siempre trataba de hacer la paz, ha sido asesinado como si fuese un criminal. Este es el hilo satánico de la persecución». El Santo Padre también afirmó que la vida y la muerte del padre Hamel son un ejemplo para todos los cristianos e invitó a rezarle porque ya es un mártir que está en el Cielo.
En ese mismo viaje a Roma, el arzobispo de Ruán depositó el breviario del padre Jacques Hamel, abierto por la última página que leyó antes de ser asesinado por dos terroristas, en la iglesia de San Bartolomé donde se conservan las reliquias de otros cristianos asesinados por odio a la fe.
En octubre de 2016 el Papa concedió la dispensa de esperar los cinco años desde la muerte de Hamel que marca el Derecho Canónico para abrir el proceso de beatificación.