Clamor imparable
El clamor entusiasta y esperanzado que se vivió el pasado 22N en Madrid en favor de la vida, la mujer y la maternidad, no es sino el primer movimiento de la gran sinfonía que suena cada día más fuerte en el corazón generoso de los españoles de buena voluntad, para quienes la vida del concebido no nacido merece un respeto moral absoluto, y para quienes el Estado no puede abandonar a su suerte a las madres vulnerables y con riesgo de exclusión social, que no las ofrece ni financia actualmente otra alternativa que la falaz solución del aborto.
El Presidente Rajoy burló a sus votantes abandonando su compromiso electoral de derogar la vigente ley del aborto, y pretende ahora seguir burlando la inteligencia de los españoles, anunciando un plan de familia que no sirve para nada y una cosmética reformita para que las menores de 16 y 17 años tengan que informar a sus padres de su decisión de abortar. Alegan que en estos asuntos sí pueden encontrar un consenso, y con tan estéril propuesta como peregrina justificación parecen quedarse muy satisfechos consigo mismos.
Pero se equivocan y mucho. La sociedad civil española ha reaccionado masivamente y ha salido a las calles para pedir al Gobierno y al conjunto de la sociedad civil, que cada vida importa y cada madre importa. Y ese clamor ha sido oído claramente en todos los rincones de España, y en todos los corazones sensibles a la suerte de su prójimo. Las notas de esa sinfonía por la vida y la maternidad vienen, poco a poco, entrelazándose, y el próximo 14M, un auténtico tsunami humano clamará de nuevo en las calles de Madrid.
El tempo vital de los españoles en favor de la vida y la maternidad se ha acelerado en los últimos años, y quien pretenda ignorar esa patente realidad se llevará algunas sorpresas: agradables, para quienes habían perdido la esperanza de que se recuperase el sentido común en torno a la incontrovertible evidencia científica sobre la naturaleza humana del embrión; y frustrante, para quienes incurren en la perversidad de pretender cambiar vidas por votos.
Para quienes aportan sus granitos de arena en favor de las madres que se sienten abocadas a abortar, por la soledad y abandono a que les somete el mismo Estado, no puede sino alegrarnos, y mucho, que la sociedad civil sea cada día más sensible a dicho drama. Clamaremos de nuevo para que el Estado se involucre con una ley de medidas eficaces y partidas presupuestarias claras, que ayude a decenas de miles de mujeres a convertirse en madres de hijos vivos. Porque amamos verdadera y realmente la libertad, queremos que la mujer no se sienta abocada a abortar presionada por la cultura de la muerte y violencia machista que imperan en el ambiente.
El 22N sonaron los primeros compases de una gran sinfonía por la vida y la maternidad que, el próximo 14M, sonará en las voces de varios millones de españoles, exigiendo en las calles de Madrid el final de la terrible lacra del aborto y del injusto abandono de las madres vulnerables. El próximo 14M hemos sido convocados de nuevo y, en efecto, seremos millones los que mostraremos con nuestra presencia y testimonio que las cosas han cambiado definitivamente en España.
Que no puede haber regeneración democrática sin una previa regeneración moral, y que no puede haber regeneración moral sin una previa recuperación del amor a la vida y la maternidad como valores absolutos. Y eso es cosa de todos, máxime cuando los gobernantes abandonan la defensa de esos valores absolutos, con tan lamentables y evidentes consecuencias para los ciudadanos.