Cine, espías y preguntas inquietantes - Alfa y Omega

Cine, espías y preguntas inquietantes

CaixaForum Madrid alberga una exposición que hará las delicias de los cinéfilos y plantea debates de fondo acerca de la libertad, la intimidad y el creciente poder de la tecnología al servicio de los Estados y de las empresas

Ricardo Ruiz de la Serna
Escena Goldeneye Desmond Llewelyn Pierce Brosnan
Foto del rodaje de Goldeneye con Desmond Llewelyn y Pierce Brosnan. © 1995 United Artists. Foto: Keith Hamshere.

Aquí hemos venido a hablar de espías. Resulta que me he acercado a visitar la magnífica exposición Top secret. Cine y espionaje, que acoge CaixaForum Madrid hasta el próximo 22 de octubre, y he salido deseoso de volver a ver todas las películas de James Bond una detrás de otra. Comisariada por Matthieu Orléan y Alexandra Midal y fruto de la colaboración entre la Fundación «la Caixa» y la Cinemateca Francesa, la exposición exhibe unas 270 piezas de distinto formato procedentes de 30 colecciones. Hay documentos, accesorios y objetos procedentes tanto del mundo del cine como del espionaje. No faltan carteles originales de películas, trajes que se han visto en la gran pantalla, archivos y fotografías, obras de arte, clips de 90 películas y hasta una instalación en la que uno descubre algo que tal vez no le guste.

La verdad es que la muestra da lo que promete. Estructurada en torno a cinco ámbitos diferentes —«Espionaje y cine, una historia de técnicas», «Clandestinas de las grandes guerras», «Guerras frías y gentlemen», «Terrores y terroristas (década de 1970 a nuestros días)» y «¿Todos espías? El ciudadano espía: perspectivas de futuro»— uno puede viajar a lo largo de un siglo de servicios secretos y, así, ver gracias al cine algo de las entretelas de la historia. No falta nada: ni Mata Hari ni James Bond, ni El puente de los espías… El visitante puede ver una máquina de encriptación soviética Fialka, dispositivos para grabar imágenes y sonido, disfraces, armas secretas y todo lo que parecía salido de la imaginación de los guionistas pero, en realidad, existía y se empleaba. Tengan cuidado con el paraguas de punta venenosa y las pistolas silenciosas.

Paseando por las salas uno piensa en los héroes desconocidos que contribuyeron a derrotar al Tercer Reich y en aquellos que no aparecen en las películas; por ejemplo, aquellos cuya historia cuenta Mark Riebling en Iglesia de espías. La guerra secreta del Papa contra Hitler.

En la sala dedicada a las películas y series de la Europa del Este me reencontré con Maksim Maksímovich Isáyev, el coronel soviético infiltrado en el Alto Mando alemán con el nombre de Stirlitz y que protagoniza la clásica serie de 1973 17 instantes de una primavera. Al James Bond mujeriego y jugador, oponía la URSS un militar interesado por el ajedrez y la filosofía. La Guerra Fría también se libraba en el celuloide y las ondas televisivas.

Uno nunca sabe lo que se puede encontrar en un estudio de cine. Así, la célebre actriz austriaca Hedy
Lamarr (1914-2000), que brilló en el cielo de Hollywood con Las chicas de Ziegfeld (1941), Los conspiradores (1944) y Mi espía favorita (1951), inventó junto al compositor George Antheil (1900-1959) un sistema de comunicación que permitía hacer coincidir las coordenadas de un proyectil con las frecuencias hetzianas con independencia de las condiciones meteorológicas. Esto permitiría guiar un misil hasta su objetivo. En la muestra pueden ver los planos del invento, datado en 1941, con su número de patente (2292387). Casi nada.

Sin embargo, Top secret. Cine y espionaje no es condescendiente con el visitante. A lo largo de este recorrido de la mano de actores y espías, nos van asaltando algunas preguntas inquietantes. Plantea debates de fondo acerca de la libertad, la intimidad y el creciente poder de la tecnología al servicio no solo de los Estados, sino también de las grandes empresas. El ámbito dedicado a la lucha contra el terrorismo evoca no solo la gravedad de la amenaza que los asesinos suponen, sino también la cuestión de los límites a la hora de afrontarla. Desde la tortura hasta la intromisión en la vida privada de las personas, no queda un tema sin abordar. Las referencias a Homeland, la serie estadounidense inspirada por la israelí Hatufim, o a La noche más oscura (2012), el largometraje de Kathryn Bigelow sobre la captura de Bin Laden, evocarán recuerdos de los años recientes.

La exposición se complementa con un catálogo que hará las delicias de todos los cinéfilos. En sus 287 páginas, se condensa la erudición de la escuela cinematográfica francesa a la hora de afrontar un tema. Autores españoles y franceses se han conjurado para elaborar un canon —no lo llaman así, pero así ha quedado— de las películas de espías que todo aficionado debe ver. Desde The hero of Liao Yang (1904) hasta Harry Palmer: el expediente Ipcress, exposición y catálogo ofrecen un menú colosal para pasarse horas en vilo.