Cámara y ciudad - Alfa y Omega

Cámara y ciudad

CaixaForum Madrid acoge la exposición Cámara y ciudad. La vida urbana en la fotografía y el cine. En ella se dan cita fotografías, películas, vídeos y material impreso que dan cuenta de la ciudad como espacio de la historia social y política de la modernidad

Ricardo Ruiz de la Serna
La escalera de Alexandr Ródchenko (1891-1956) refleja la transformación de la Unión Soviética, que pasó de la utopía y la esperanza que algunos artistas vieron en sus primeros años –el tiempo de Maldelshtam, Ájmatova, Meyerhold– a la uniformidad, la falta de libertad y la deshumanización. Foto: © Aleksandr Ródtxenko, VEGAP, Barcelona, 2019 © Centre Pompidou, MNAM-CCI / Service de la documentation photographique du MNAM / Dist. RMN-GP.

¡Qué buena exposición! Después del confinamiento, uno necesitaba ya asomarse a la ventana del arte. Esta muestra es fruto del acuerdo firmado entre la Fundación la Caixa y el Centro Pompidou de París, uno de los grandes museos del mundo. Comisariada por Florian Ebner, responsable del Departamento de Fotografía del Centro Pompidou, y con el asesoramiento curatorial de Marta Dahí para la selección de las piezas de las colecciones españolas, Cámara y ciudad. La vida urbana en la fotografía y el cine ofrece un recorrido por la historia del siglo XX tomando como punto de partida el escenario urbano en que se desarrolla. Aquí se dan cita todos los genios de las artes modernas —la fotografía y el cine, la imagen fija y la imagen en movimiento– y no faltan ni Cartier-Bresson, ni Paul Strand, ni Robert Doisneu, ni Brassaï. Entre los españoles, tenemos piezas de Català-Roca, Colom, Armengol, Pérez de Rozas, Centelles… En fin, que esta exposición es una cumbre de los mejores fotógrafos en un lugar escogido: la ciudad.

Desde que la turba de París asaltó la Bastilla el 14 de julio de 1789 —apenas había allí siete presos, pero eso es otra historia— la masa irrumpe en la historia moderna y en la ciudad se decide el destino de la nación. Los siglos XIX y XX verán, precisamente, el enfrentamiento entre la ciudad y el campo, la modernidad y la tradición, el proletariado y el campesinado. Lo urbano encarna el desarrollo tecnológico, la última moda, la novedad, la revolución. El barón Haussmann diseñará la renovación de París precisamente para prevenir el alzamiento de barricadas, dejando a la artillería y la caballería espacio para maniobrar. La ciudad permite, pues, una cartografía del poder y la representación de una mitología: el progreso, el alzamiento, la bohemia.

Cámara y ciudad nos conduce a través de distintas estancias que son estaciones de un viaje. Partimos de la ciudad vertical y la euforia por la modernidad en los años 20, con fotos magníficas como las Impresiones del puerto viejo de Marsella (1929), de László Moholy-Nagy, y la magnífica Antena de Radio Barcelona en el Tibidabo (1930), de Gabriel Casas. En Los nuevos actores de la ciudad: de lo pintoresco a lo proletario, Cartier-Bresson retrata Berlín en 1932 a través de dos hombres —¿choferes?, ¿obreros?— que han visto hundirse el mundo en el crack del 29. Margaret Michaelis fotografía el barrio chino de Barcelona. La España de los años 30 simboliza la ciudad militante de aquel tiempo que vería la tragedia de la guerra civil. El uso propagandístico de la fotografía destaca en las portadas de las revistas de tendencia socialista y comunista. Centelles inmortaliza a los guardias de asalto en la calle de la Diputación en Barcelona el 19 de julio de 1936, y Pérez de Rozas nos muestra un desfile del Ejército Popular de la República de 1937.

Mujer con un chal, Lower East Side, de Lisette Model (1901-1983), es un acta de acusación contra el sueño americano, no tanto por la pobreza, sino por la soledad que revela. Ella es el rostro de tantas personas olvidadas en las grandes ciudades. Foto: © Galerie Baudoin Lebon © Centre Pompidou, MNAM-CCI / Philippe Migeat / Dist. RMN-GP.

Tras la Segunda Guerra Mundial entramos en La ciudad humanista y existencialista de la reconciliación. Es el espacio de la Estricta intimidad (1945) de Doisneau y de la Gente del Raval (1958), de Joan Colom. La ciudad crítica orienta la mirada hacia la cuestión social con la visibilización de injusticias y dramas como el Vagabundo (1945-1948), de Izis. De ahí se pasa a la ciudad rebelde, con este Lanzador de adoquines, de Gilles Caron, que representa el Mayo del 68, y la fotografía titulada La Perona, lo que fue (1980), de Esteve Lucerón. Nuestro tiempo se recoge en las salas que hablan de la ciudad como escenario, de la ciudad horizontal, de la ciudad reflexiva y de la ciudad global y virtual. En las cuatro vemos retratadas las contradicciones y los desafíos urbanos de hoy: la gentrificación, la desaparición de los espacios del pasado —vean La Corneuve, 8 de junio de 2000, de Mathieu Pernot— y la irrupción de las tecnologías de seguridad y control social que refleja Manu Luksch en el mediometraje Sin cara (2007).

Al concluir su recorrido, el visitante siente que ha viajado a lo largo de un siglo a través de la imagen fija y en movimiento, alternando pasos y pausas como en el cinematógrafo. Ha visto revistas y vídeos. Ha recordado lo que vivió y ha imaginado lo que otros vivieron. La luz impresa en el papel o la película ha obrado la maravilla. Se le han presentado, venciendo al tiempo, distintos rostros de la condición humana. En todos ellos dejó el Creador marcada su huella. Pueden verlos en CaixaForum Madrid hasta el 12 de octubre de 2020.