Cinco años del confinamiento: «Que no se nos olvide que esto pasó»
La periodista Auxi Rueda publica Atrincherados, un personal diario del confinamiento, del que «hemos aprendido a valorar más las pequeñas cosas»
«Atrincherados día 1». Así comenzó hace ya cinco años el personal diario en redes sociales de Auxi Rueda, directora de Comunicación de la diócesis de Ávila. Ese 14 de marzo de 2020 el BOE publicaba el decreto del Estado de alarma, y al día siguiente toda España quedó encerrada entre cuatro paredes durante varios meses. Cinco años después del confinamiento, ha vuelto a aquellos días para recordar lo malo y lo bueno en el libro Atrincherados.
¿Cómo fue para ti ese primer día de confinamiento?
A mí me gustan las redes sociales, y ese día subí una publicación con una imagen de mi hija en el suelo pintando un sol, con la frase: «Todo va a salir bien». Al final no fue así del todo, pero en ese momento esa era nuestra esperanza.
¿Por qué has creído oportuno echar la mirada atrás a aquellos meses tan duros?
Porque fue un período muy importante. Creo que desde entonces no hemos tenido tiempo para pararnos y pensar con calma en todo lo que pasó, lo que supuso y cómo nos enfrentamos a ello. Lo que he querido es dar luz a todo lo que se movió entonces.
¿Cómo has hecho ese viaje?
Recuperando notas de prensa, diarios, conversaciones de WhatsApp con compañeros y familiares, publicaciones en redes sociales… He tenido presente la etimología de la palabra «recordar», que es pasar de nuevo por el corazón. Quería volver a sentir como nos sentimos en aquellos meses.
Fue un tiempo muy duro, porque mucha gente perdió la salud, el trabajo y hasta a seres queridos…
De hecho, he vuelto a emocionarme y me ha causado angustia recordar algunas cosas. El ser humano tiene la capacidad de borrar de su memoria aquello que le ha hecho daño. Aquello no lo hemos olvidado del todo, pero está en un cajón cerrado y sin abrir. De hecho, al proponer este libro a no pocas editoriales, me han dicho que no querían publicar algo así. No sé si es porque no les interesa o porque aborda un tiempo excesivamente doloroso. Pero es importante que no se nos olvide que esto pasó.
¿Crees que hemos salido iguales, peores o mejores?
Mejores no, pero hemos aprendido algunas cosas y hubo momentos que también se pueden recordar. Al principio creo que fuimos excesivamente optimistas, y yo pensé que de ahí iba a surgir un replanteamiento de nuestra escala de valores y de nuestras relaciones. Pero no ha sido así, hemos olvidado demasiado pronto.
¿Algún aprendizaje positivo?
A mí me gusta ver el vaso medio lleno, y por ejemplo observo que ha habido un cambio de comportamiento con respecto a los mayores. Creo que los valoramos y los cuidamos más todavía. Lo veo en mi propia familia, los queremos más.
¿Y en lo relativo al trabajo y las relaciones personales?
Hemos aprendido a valorar más las pequeñas cosas, detalles, gestos y palabras. Cuando ya pudimos salir a la calle, recuerdo esos paseos y cómo estaba el campo de bonito… ¡y a mí nunca me había gustado especialmente! Creo que valoramos más cosas del día a día, y de algún modo hemos reordenado nuestra escala de valores dando importancia a lo más pequeño. Como se suele decir: «Éramos felices y aún no lo sabíamos». Teníamos todo y, al quitárnoslo todo, nos dimos cuenta de lo que teníamos y no sabíamos.
A nivel de Iglesia, ¿cómo fue la reacción entonces?
Cambió la manera de acercarnos a la gente. La Iglesia supo responder a esa cercanía que la gente necesitaba y supo estar ahí. En abril, por ejemplo, uno de los términos que más se buscaban en Internet era: «Iglesia online». La gente necesitaba la Iglesia y la Iglesia estuvo allí. Los sacerdotes estuvieron en primera línea en hospitales, en entierros con tan poca gente… Supo comportarse. Es lo más positivo.
Auxi Rueda
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