«China y el Vaticano necesitan que los entiendan»: conclusiones del taller en Roma para acercar ambos países
La Pontificia Academia para las Ciencias Sociales ha reunido durante dos días en Roma a doce académicos chinos con otros profesores de Italia y el resto del mundo para descubrir valores en común
Robin Wang es profesora en la Loyola Marymount University de Estados Unidos y una de los doce académicos chinos que pasaron por Roma entre el 27 y 28 de junio para participar en el taller Dialogue between civilizations on global commons (Diálogo entre civilizaciones sobre el bien común). Es una iniciativa organizada por la Pontificia Academia para las Ciencias Sociales para descubrir los valores en común entre el Vaticano y China que contó también con participantes de las universidades de Shanxi, Pekín y China del Este.
Wang sostiene en conversación con Alfa y Omega que, entre otras, la humildad y los límites de la ciencia son dos preocupaciones compartidas por el catolicismo y el confucionismo, la corriente filosófica que vertebra China desde antes de Cristo: «Debemos entender nuestra relación con la naturaleza y evitar usar nuestra creatividad humana para interferir con el trabajo celestial, tenemos que distinguir entre la inteligencia natural y la estupidez artificial», explica.
La profesora, que impartió en el taller una charla sobre consumo responsable y acción climática, se muestra satisfecha con el pontificado de Francisco, quien siempre insiste en hacer una evangelización inculturada y toma muy en serio los valores del gigante asiático. Ya lo recordó en una de sus audiencias generales de mayo, centrada en el jesuita italiano Matteo Ricci, quien evangelizó China a través de la ciencia. «El Vaticano ha asumido la misión, y especialmente el Papa, de encontrar a Dios en todas las cosas y respetar las tradiciones de todas las culturas», opina Robin Wang.
A sus ojos, los pasos que da el Papa revelan «una valiosa e importante visión que abre la puerta a conectar con China». Y considera que, con un trabajo bien hecho, el acercamiento puede ser bidireccional: «China necesita que la entiendan, pero el Vaticano también, porque muchos ciudadanos chinos siguen viendo la religión como el opio del pueblo».
Wang se muestra optimista con que el taller pueda despertar un interés científico por el catolicismo en su país. «Ahora China es más abierta, estamos pensando en lo importante que es la religión en la vida del ser humano para darle sentido, propósito y una brújula para guiarla. Creo que este evento realmente ha ayudado a un entendimiento más profundo». Y anima a la Pontificia Academia para las Ciencias Sociales a continuar con estas iniciativas: «Deberíamos tener más eventos como este, que participen más ciudadanos chinos y tengan este primer contacto con la religión para que estén culturalmente informados y puedan evaluarla».
Finalmente propone que, aunque los congresos estén organizados por instituciones oficiales, se reserven espacios para la charla informal entre sus asistentes y que acaben derribando muros. «Creo que el modo de comenzar es de persona a persona; después unos y se lo cuentan a otros, se crean vínculos y una cadena que posibilita este tipo de intercambio».