China, la foto de Trump o el cambio climático. ¿Influye la geopolítica en el cónclave? 

Es indudable que el mundo entero mira al Vaticano para conocer el resultado del cónclave. Detrás de este dato está la realidad de que, explícita o implícitamente, se reconoce el protagonismo de la Santa Sede en el mundo a muchos niveles. ¿Hay también un influjo inverso? ¿Cómo afecta la realidad del mundo, y en concreto la geopolítica, al cónclave?

Según Diego Alonso-Lasheras, jesuita y profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad Pontificia Comillas, el primer impacto es el ya señalado de que «el centro de gravedad de la Iglesia se va desplazando cada vez más lejos de Europa». Se ve en la variedad de países en el cónclave, 70, más que en ningún otro. Con el añadido de que Francisco además ha elegido «representantes de lugares periféricos dentro del propio país, no necesariamente al arzobispo de la ciudad más importante».

Esto implica, por ejemplo, que alguien «como el cardenal Sako, de Irak», no solo llevará al cónclave «la voz de cómo viven los cristianos de Oriente Medio», pronostica Alonso-Lasheras. También podría «tener algo de antioccidental», pues ha sido testigo de cómo «las intervenciones occidentales han sido nefastas para las Iglesias. De un 10 % de cristianos se ha pasado al 3 %». Otro ejemplo es que los cardenales de países afectados por el cambio climático «van a darle importancia a Laudato si, porque viven la crisis en sus propias carnes».

Esta apuesta del Pontífice argentino refleja, por un lado, que «los sitios donde está el mayor número de católicos va cambiando». Por ejemplo, «aumenta notablemente en África y Asia». Pero apunta a otra realidad: África también está ganando importancia en el escenario secular. «Viene siendo cortejada por todos los países, porque está teniendo un mayor peso económico y en términos de población».

El impacto de China

Por otro lado, este experto apunta que cuestiones relacionadas con la geopolítica pueden servir para valorar algunos perfiles concretos de candidatos. El caso más claro es el del ex secretario de Estado, Pietro Parolin. La negociación, aprobación y renovación —en otoño pasado por cuatro años— del acuerdo con China para el nombramiento de obispos «pesa» para hacer balance de su gestión. «Lo que ya es difícil es calibrar en qué sentido lo valorará cada uno de los electores».

Más en general, el jesuita considera útil sopesar «cómo una persona concreta ha resuelto los conflictos con los que se ha encontrado» en su ministerio, también frente a los poderes políticos. «Conviene que el Papa sea alguien capaz de resolverlos».