Chile se reescribe
Los chilenos iniciaron el domingo el proceso para elaborar una nueva Constitución, en la que la Iglesia aspira a incluir «los valores cristianos sobre los que se cimenta la vida de nuestra nación»
Chile vive horas históricas. Este domingo una gran mayoría de ciudadanos votaron a favor de reescribir la actual Constitución, aprobada en 1980 durante la dictadura de Pinochet. La participación —una de las más altas en la historia— fue superior al 50 % del total de electores. De todos ellos, un 80 % votó por el cambio de la carta magna. Tras conocerse el resultado, la Conferencia Episcopal Chilena emitió un comunicado en el que pide «unidad» a todos los actores sociales y políticos para construir «un mejor país» y, a los católicos, involucrarse en el proceso constituyente con su participación y oración. «Es necesario promover en la nueva carta fundamental los valores cristianos esenciales sobre los que se ha cimentado la vida de nuestra nación», señalan los obispos.
El plebiscito se celebró después de un acuerdo entre el Gobierno de Sebastián Piñera y la práctica totalidad de los partidos de la oposición para tratar de frenar las protestas surgidas hace un año. El desencadenante fue la subida del precio del billete de metro, pero pronto se convirtió en una reivindicación a favor de mejoras en los servicios básicos.
Este «estallido social» fue tomado en consideración por parte de la Iglesia chilena, que «siempre ha apoyado la posibilidad de que todo el mundo pueda expresar sus legítimos intereses, y más cuando estos tratan de ayudar a los más vulnerables de la sociedad», asegura a Alfa y Omega el secretario general de la Conferencia Episcopal de Chile, monseñor Fernando Ramos. De hecho, el también obispo de Puerto Montt tilda de «positivo» el anhelo «de una mayor justicia, de una mejor educación o de un sistema de pensiones más equitativo» expresado por los manifestantes, pues son postulados que la Iglesia local defiende desde hace décadas.
Quema de templos
Sin embargo, la coincidencia de reivindicaciones entre los manifestantes y la Iglesia sorprende después de que el mundo entero fuera testigo recientemente de la quema de dos templos durante el aniversario del estallido social de octubre de 2019. «Estas acciones de gran violencia causan mucho dolor porque los templos, más allá del lugar físico, representan al pueblo de Dios», asegura monseñor Ramos. Pero el prelado advierte de que no se puede inculpar a la totalidad de los manifestantes —«la gran mayoría se expresaron pacíficamente»—, sino a un «pequeño grupo de violentos, de corte anarquista», que no compartían las pretensiones de los organizadores y que, además de quemar las iglesias, vandalizaron muchos otros edificios públicos».
A pesar de exculpar a la mayoría de los manifestantes de las acciones violentas de los últimos días, monseñor Ramos sí hace autocrítica y reconoce un clima de desafección generalizado hacia la Iglesia, principalmente a causa de la lacra de «los abusos» cometidos por sacerdotes. Estos «han provocado mucho dolor en todos», asegura por su parte el nuncio en Chile, Alberto Ortega, quien llegó hace un año al país. Los católicos «estamos llamados a mirar de frente a esta crisis para transformarla en ocasión de un nuevo caminar y de dar un paso adelante al servicio de todos nuestros hermanos, en especial de los más necesitados», añade a este semanario el diplomático vaticano.
Iglesia en salida
En este sentido, el nuncio destaca «la respuesta que la Iglesia chilena ha dado a las necesidades que la pandemia ha puesto de manifiesto: ha ofrecido muchas estructuras para convertirlas en residencias sanitarias o para alojar a la gente sin techo», señala a modo de ejemplo. También se atiende a quienes viven en la calle y no quieren salir de ella. «Con el programa Ruta Calle llevamos comida caliente a diario y hacemos un seguimiento médico para tratar de evitar que se contagien con la COVID-19», añade monseñor Ramos, quien además subraya la campaña Nadie se salva solo, con la que «recaudamos fondos y víveres para llevar a las familias que han perdido su trabajo». «El último conteo hablaba de varios millones de dólares recaudados».
Precisamente, «el desafío más grande en la actualidad es posicionarnos dentro de la sociedad como esa Iglesia en salida que tanto pide el Papa», concluye el secretario general del episcopado. Un camino que «sigue muy de cerca» Francisco, incluso con su oración diaria, desvela el nuncio Ortega.
Soledad Alvear, excandidata presidencial
Votó a favor de una nueva Constitución porque «me parecía una salida democrática para enfrentar los desafíos». Tras la victoria, cree que «los católicos debemos participar activamente en el proceso» y «ser un puente de diálogo entre visiones que pueden resultar polarizadas».
Francisco Chahuán, senador:
Militante de Renovación Nacional, es también miembro de la red iberoamericana de católicos con responsabilidades políticas, impulsada por Osoro y la Academia Latinoamericana de Líderes Católicos. Votó en contra de la nueva Constitución. Ahora pide implementar un «proyecto común» y espera poder «colaborar en este proceso constituyente que se inicia».