César García Magán, nuevo secretario general de la Conferencia Episcopal
El obispo auxiliar de Toledo se ha impuesto en la votación a Arturo Ros y a Fernando Giménez Barriocanal
La Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal Española (CEE) ha elegido este miércoles al obispo auxiliar de Toledo, César García Magán, como nuevo secretario general de los obispos. Ocupará el cargo durante los próximos cinco años, hasta noviembre de 2027.
García Magán sustituye en el cargo a Luis Argüello, que decidió renunciar a esta ocupación tras ser nombrado en verano arzobispo de Valladolid. El prelado, nacido en Valladolid, se ha impuesto en la votación a los otros dos candidatos propuestos por la Comisión Permanente, Arturo Ros, auxiliar de Valencia, y Fernando Giménez Barriocanal, vicesecretario de Asuntos Económicos de la CEE.
Diplomático, vicario general y obispo
El nuevo secretario general de la CEE fue nombrado obispo hace justo un año y recibió la ordenación el pasado 15 de enero. Era hasta aquel momento vicario general de la diócesis primada.
Su servicio a la Iglesia lo ha desarrollado en la citada diócesis y también en la Santa Sede, donde fue oficial de la Secretaría de Estado y luego secretario y consejero de las nunciaturas apostólicas en Colombia, Nicaragua, Francia y Serbia.
Ha sido vocal de la Comisión Asesora de Libertad Religiosa del Ministerio de Justicia, es académico de la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación de España, y miembro de la junta directiva de la Asociación Española de Canonistas, de la que fue vicepresidente de 2012 a 2014. Es capellán y prelado de honor de su Santidad.
«La fe no es una pieza de museo»
En una entrevista con Alfa y Omega antes de ser ordenado obispo, reconoció que la principal tarea de la Iglesia en estos momentos es la de ser mensajera de esperanza. «Tenemos el reto de volver a decir que el Evangelio tiene algo que aportar a la vida de las personas. Europa se ha acostumbrado a montarse una vida que más o menos funciona prescindiendo del hecho religioso, del cristianismo. La fe no es una pieza de museo, es algo vivo», afirmaba.
En aquella ocasión, hizo una la pluralidad de carismas en la Iglesia, que vivió en primera persona en el seminario de Toledo: «La Iglesia es como las vidrieras de las catedrales góticas, donde hay una pluralidad de colores, formas y tonalidades, que es lo que da la belleza. Si todo fuera de la misma forma no tendríamos una vidriera bella, sino un simple cristal. En la Iglesia, que es comunión, hay pluralidad de carismas, vocaciones y ninguno es más importante que otro. No es menos santificante ser padre de familia que obispo. Ni es más santificante ser monja de clausura que un laico en medio del mundo.»