No es nada nuevo decir que Patrick Modiano, ganador del Gran Premio de Novela de la Academia Francesa (1972), del Premio Goncourt (1978) y del Premio Nobel de Literatura (2014), es uno de los incontestables nombres europeos de nuestro tiempo. Pero no perdamos la capacidad de asombro, no lo hagamos ante esta pequeña pieza maestra de algo más de 100 páginas que evidencian algo tan contundente como que tenemos en nuestras manos una de las mejores publicaciones del presente año. De verdad, no es para menos el librito que nos ocupa. Sus páginas fantasmales nos traen, desde la lejanía, la voz de un Modiano insuflada sobre el personaje de Jean Eyben, un aprendiz de detective implicado desde hace 30 años en tratar de seguir la pista de una mujer, Noëlle Lefebvre, que apenas ha dejado rastro en París. Lo que pudiera haberse quedado en un fugaz trabajo de juventud, el encargo banal de la agencia Hutte de la que pronto se despide, jamás llega a ser solo eso.
Desde el primer instante vemos en el protagonista el reflejo de una inquietud existencial que permanecerá dentro de él. Ocurre que, en todo el tiempo transcurrido, nada más y nada menos que tres décadas (aunque a veces, parece que todo acaba de acontecer), Eyben no ha podido olvidar este caso sin resolver. ¿Diríamos que lo retoma? Sí, lo retoma por su cuenta. En la práctica, claro. Porque lo cierto es que, en lo profundo, nunca ha llegado a abandonarlo, como jamás le llegó abandonar el destello, que no la sombra, de este enigma. Y esto es así debido a que su búsqueda callejera, con sus andares sobrios y elegantes de flâneur, es de orden metafísico. Recorre lugares que Noëlle transitó, habla con diferentes personas que la conocieron, trata de interceptarle alguna carta, llega a localizar una agenda suya y husmea en el que pudo ser su agitado periplo sentimental. Los indicios son siempre difusos, apenas puede capturar algunos ecos del pasado. Pero se esfuerza en descifrar el misterio que no es otro que la vida con su incertidumbre, y hay mucho romanticismo, pero también un punto de nobleza en su empeño: no se cansa de preocuparse por la desaparecida, es firme su compromiso de preservar su recuerdo, la memoria de un ser humano que sin él, sin su tesón, sin su escritura, caería en el olvido de todos.
Modiano construye con estos tules un espacio mítico muy cercano al sueño, convirtiendo a la supuestamente fugada en algo parecido a aquel escurridizo rayo de luna que persiguiera el poeta Manrique de la conocida leyenda becqueriana. Una historia fascinante que, desde el comienzo, intuimos de amor. Y cuánto se agradece que, para narrarla, Modiano nos deslice su estilo depurado y desintoxicante, hartos como andamos de tanta afectación literaria, de tanta impostura sobrecargada de ñoñería. Tinta simpática demuestra, aquí y ahora, que menos es más (por favor, autores y editores de tochos por sistema, empiecen a tomar nota).
Ojo al título, que alude a esa «tinta que es incolora al utilizarla y que se oscurece con la acción de cierta sustancia». Eyben, al poner al día sus pesquisas, confiesa la extraña sensación de que todo lo que ha descubierto «estaba escrito ya en tinta simpática». Desde la reminiscencia platónica queremos ver el salto que va del azar a la Divina Providencia. Yo, claramente, lo veo. Casi, casi, como lo vi en el poema «Amor a primera vista» de Wislawa Szymborska y en la película Rojo de Krzysztof Kieslowski.
El hechizo de la fábula posmoderna no se rompe en ningún momento. Modiano nos atrapa en una red de sutilezas, nos tiene conquistados hasta el final con su finura. Y el recorrido de la historia finaliza en Roma, la Ciudad Eterna. Eso tampoco puede ser una casualidad.
Patrick Modiano
Anagrama
2022
128
17,90 €