Católicos, musulmanes y judíos se alían para pedir «prohibir la eutanasia y el suicidio asistido sin excepciones»
Entregan al Papa la declaración promovida por el Consejo Israelí de Bioética
Los representantes de las tres grandes religiones monoteístas han manifestado este lunes en Roma que «la eutanasia y el suicidio asistido son moral e intrínsecamente erróneos y deben ser prohibidos sin excepciones. Se rechaza categóricamente toda presión o acción sobre los pacientes para inducirles a poner fin a sus vidas».
La declaración conjunta nació como una propuesta del rabino Avraham Steinberg, copresidente del Consejo Nacional de Bioética israelí, al Papa Francisco, quien a su vez encargó a la Pontificia Academia de la Vida coordinar la iniciativa con las autoridades religiosas musulmanes para lograr una postura común de las tres grandes religiones abrahamíticas, abierta al resto.
En la ceremonia de firma, celebrada en la Pontificia Academia de las Ciencias, se han leído mensajes del Gran Rabinato de Jerusalén, del metropolita Hilarión en nombre de la Iglesia Ortodoxa Rusa, y de líderes religiosos musulmanes.
Al término de la ceremonia, los participantes, incluido el cardenal Miguel Ángel Ayuso Guixot, encargado del diálogo interreligioso, se desplazaron juntos a un encuentro con el Papa Francisco para entregarle el original, abierto ahora a lideres de todas las demás religiones que deseen sumarse.
La declaración conjunta señala que «ningún operador sanitario debe ser forzado o presionado a asistir directa o indirectamente a la muerte deliberada e intencional de un paciente» sino que «se debe respetar la objeción de conciencia frente a actos contrarios a los valores éticos de cada persona».
El texto afirma que «desde el punto de vista social, debemos esforzarnos par que el deseo de los pacientes de no ser un peso no los lleve a la sensación de ser inútiles y a perder la conciencia del valor y dignidad de su propia vida».
Las tres religiones se comprometen conjuntamente a «sensibilizar a la opinión pública sobre los cuidados paliativos» y a «proporcionar ayuda a las familias y seres queridos de los pacientes que fallecen».
En su parte inicial, el documento deja muy claro que los progresos médicos pueden mantener en vida a pacientes en fase terminal –«en que la muerte llegará probablemente en el arco de pocos meses»– más allá de lo razonable o de lo éticamente aceptable.
Por eso afirma que «cuando, a pesar de los medios usados, la muerte es inminente, es justificado tomar la decisión de rechazar algunos tratamientos médicos que no servirían más que para prolongar una vida precaria, gravosa y sufriente».
También exhorta a «hacer todo lo posible para proporcionar alivio, mitigar eficazmente el dolor, proporcionar compañía y asistencia emotiva y espiritual al paciente y a su familia en la preparación a la muerte».
En todo caso, «el personal sanitario y la sociedad deben respetar el deseo del paciente que quiera prolongar su vida, aunque sea por un período de tiempo breve, utilizando medios médicos clínicamente apropiados. Esto significa mantener la ayuda respiratoria, nutrición e hidratación artificiales», así como algunos fármacos básicos.
El documento destaca los grandes avances logrados en cuidados paliativos que integran «las dimensiones física, psicológica y espiritual de la persona», e invita «a los profesionales y estudiantes a especializarse en este campo de la medicina».
Rechazo entre los médicos
También la Asociación Médica Mundial ha reafirmado su compromiso con «los principios de la ética médica y que se debe mantener el máximo respeto por la vida humana». Por ello, esta entidad «se opone firmemente a la eutanasia y el suicidio médicamente asistido», según consta en una declaración sobre estas prácticas aprobada el sábado en el marco de su 70ª Asamblea General.
«Ningún médico debería ser obligado a participar en una eutanasia», entendiendo esta como la administración de una substancia o el procedimiento que cause la muerte de un paciente con uso de razón a petición suya. Tampoco en el suicidio médicamente asistido «recetando o proporcionando sustancias con la intención de causar la muerte» de un paciente que lo solicite.
Además de no deber ser obligados a participar en estas prácticas, tampoco «debería obligárseles a derivar al paciente» a otro médico que sí esté dispuesto a hacerlo, añade la declaración final, aprobada después de un largo proceso de consulta con médicos y no médicos de todo el mundo.
Por otro lado, se advierte de que «respetar el derecho básico de un paciente a rechazar un tratamiento no es» contrario a la ética, «incluso si respetar este deseo conlleva la muerte del paciente». La Asociación Médica Mundial cuenta entre sus miembros con 112 asociaciones médicas nacionales, además de 1.013 médicos que se han inscrito como socios a título particular.
Juan Vicente Boo / Redacción