Casa Fratelli Tutti, el hogar donde el Evangelio se ve y no solo se lee
La Comunidad de Sant’Egidio en Madrid celebra con un «balance absolutamente positivo» el primer aniversario de la Casa Fratelli Tutti, un hogar para hacer fraternidad en pleno centro de la capital
Cuando se inauguró la Casa Fratelli Tutti, hace ahora exactamente un año, ya contábamos desde estas mismas páginas cómo este espacio respondía al «dadles vosotros de comer» con el que Jesús invitó a sus discípulos a atender a las muchedumbres. Traducido era construir una familia con esas periferias existenciales que son la razón de ser de la Comunidad de Sant’Egidio. Entonces conocimos a Ahmed, que se había acercado a la comunidad para participar en la escuela de español y que, gracias a ella, encontró una familia; también a José, un amigo de la calle que soñaba con hacer en esa cocina imponente —«el ferrari de las cocinas», decía— un cocido madrileño. Desde entonces, ¡cuántos Ahmed y Josés han pasado por las instalaciones!
«En esta casa se aprende a mirar al otro», contaba Tíscar Espigares, responsable de la comunidad en Madrid, entonces. ¡Cuántas miradas desde aquel mes de junio de 2023! «Se habrán cruzado miles de ellas», detalla Espigares en la actualidad, cuando se ha cumplido este primer aniversario «con un balance absolutamente positivo». Son miradas «de cariño, de afecto» hacia personas que se encuentran «con ojos que no juzgan, que acogen, que abrazan». Porque a los pobres, señala Tíscar, no solo se les ofrece sustento: «Lo más valioso es una mirada que te levanta cuando estás mal», como la que recibieron Manuel, Victoria y sus cuatro hijos de entre 11 años y seis meses, originarios de Perú. «Sobre todo —dijeron en su testimonio durante la celebración anual— esta casa es un lugar donde acogen a todos sin mirar a quién». Ellos cumplen el perfil de las personas más vulnerables en la actualidad, según Espigares: migrantes y familias. «La vida ha subido muchísimo, y a lo mejor tienen techo y un trabajo, pero siguen con necesidad porque el sueldo no garantiza que no estés en la pobreza», observa.
Manuel y Victoria, por ejemplo, son usuarios de algunas de las acciones que se llevan a cabo desde Fratelli Tutti, como el reparto de alimentos. Más de 300 familias —el número se ha cuadruplicado tras la pandemia— cuentan con la ayuda de Sant’Egidio cada sábado, que además no es solo que llegan, recogen y se van, sino que en la casa ya «desayunan con nosotros, charlamos…». «Decimos casa porque es algo que evoca a familia; aquí no viene nadie en anonimato», señalan, y esto es lo que se trata de fomentar.
Así lo han vivido también Velkys y su hijo Brian, de Venezuela, que después de un periplo por varios países aterrizaron en Madrid, donde «todo ha sido mucho mejor porque hemos encontrado personas que nos han tendido la mano». Para los extranjeros que llegan a la capital sin saber apenas el idioma, la Casa Fratelli Tutti ofrece también ese servicio de clases de lengua y cultura españolas del que era usuario Ahmed, en tres niveles, que se lleva a cabo tres días a la semana.
Comedor y lavandería
Uno de los hijos de Manuel y Victoria acude a la Escuela de la Paz, un espacio donde los niños aprenden, juegan y conviven. Sant’Egidio tiene tres, en Pan Bendito, Lavapiés y Maravillas. Ahora están preparando las colonias de verano, del 27 de julio al 4 de agosto. En la cocina se elaboran las más de 1.300 cenas que cada miércoles y viernes se reparten entre los amigos de la calle, y las de los jueves, que se hacen en el comedor de la casa, otra de las grandes novedades que se ha puesto en marcha este año. Además, los amigos de la calle pueden ir los miércoles a ducharse y a hacer uso del servicio de lavandería. Cada día, «la casa se llena de vida». Y será más cuando se ponga en marcha el siguiente gran proyecto: la casa hogar para ancianos, a la que hay destinada una planta entera del edificio, que fue cedido por el Arzobispado de Madrid.
En estos tiempos, a Fratelli Tutti «llegan muchas personas que son los frutos amargos de las guerras». Aludiendo a esta «guerra mundial a pedazos» de la que habla el Papa Francisco, Espigares sostiene que «la paz también se puede construir a pedazos». Fratelli Tutti «es la casa del Evangelio encarnado; lo que rezamos con los labios pasa por el corazón y se hace carne aquí». Por eso, concluye, «es muy importante enseñarla», porque «el Evangelio no es solo para leerlo, es para verlo».