Cartas a la redacción - Alfa y Omega

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«Reinaré en España»

El pasado 7 de junio, se celebró la entrañable y tradicional fiesta del Corazón de Jesús. En la ciudad del Pisuerga, el Corazón de Jesús tiene una resonancia muy especial, y puede decirse que su santuario es el centro de esta devoción en España. Con todo, Madrid y Barcelona tienen el mérito de haber levantado imponentes santuarios al Corazón de Cristo (el Tibidabo, de los salesianos, en Barcelona; y el Cerro de los Ángeles, por aportación popular, en Madrid). El Corazón vivo y humano del Verbo encarnado, en el que reverbera el amor del Padre, se apareció a santa Margarita María de Alacoque, en Francia (siglo XVII), y se mostró, también, al Beato Bernardo de Hoyos, joven vallisoletano jesuita (1711-1735), al que le pidió una fiesta en su honor. El Papa Pío IX decretó la extensión de la fiesta del Corazón de Jesús a toda la Iglesia, lo que contribuyó a su arraigo y popularidad. No hay pueblo en España sin la imagen del Corazón de Jesús en su parroquia, y también en muchos hogares. El joven padre Bernardo de Hoyos contempló, interiormente y de forma visible, este Corazón, rodeado de espinas y coronado de llamas, símbolo de su amor inconmensurable por cada uno de nosotros. Como las madres amamos a cada uno de nuestros hijos como si fuese único, así Dios nos ama con amor individual, pero sin medida. Sí, «Dios es amor, y quien permanece en el amor permanece en Dios y Dios en él» (1Jn 4, 16). Muchos preguntan por qué al santuario de Valladolid se le llama de la Gran Promesa. Y es, sencillamente, porque, en este lugar, Jesús dijo, al Beato Bernardo de Hoyos: «Reinaré en España, y con más veneración que en otras partes».

Josefa Romo Garlito
Valladolid

Dios no se rompe

Durante estos últimos años, uno de los temas con que más nos hemos entretenido, en nuestras conversaciones, ha sido el de Dios. Bueno, lo que realmente han hecho algunos, más que hablar de Él, ha sido atacarle. Han destacado políticos y pensadores que han tratado de influir en la sociedad ironizando sobre las creencias religiosas, sobre todo las del catolicismo. Hablan de Dios como algo inalcanzable, utópico e incluso injusto, pues si todo lo puede, no debería permitir las injusticias y desigualdades de nuestra sociedad. Nada más lejos de la realidad. Dios es carne. Se encarnó para vivir en nosotros. Sufrió y murió en nosotros. Está en cada uno de nosotros. Que hagamos las cosas bien o mal, o que luchemos contra las injusticias, no depende de las voces que Él nos dé, sino de la atención que le prestemos. Somos nosotros los responsables de las injusticias humanas, por apartarnos del camino que Él nos marcó: Ama al prójimo como a ti mismo.

Fernando Guerrero Cáceres
Morón de la Frontera (Sevilla)

Religión debe estar en la escuela

La Religión se debe impartir en las escuelas e institutos mientras el conjunto de la Humanidad no tenga la certeza de la inexistencia de Dios. El laicismo sería admisible si el hombre tuviese a un mismo tiempo dos certezas: 1) Que ciertamente no existe Dios. 2) Que se sabe que el universo es obra de sí mismo y se puede convencer a todas las personas dotadas de una inteligencia no minusválida de esa realidad. Mientras a un mismo tiempo no se den estas dos certezas en la persona humana, es lógico y razonable impartir educación religiosa en escuelas, institutos y universidades. Lo demanda la búsqueda de la verdad en todos los ámbitos del conocer y saber humanos. Y el religioso es uno de ellos.

Manuel Alija
Internet

Gracias, Papa Francisco

Con ocasión de la pasada festividad del Corpus Christi, ha tenido lugar un hecho insólito, suscitado a instancias del Papa Francisco: una convocatoria a toda la cristiandad para unirse a rezar con él, a la misma hora, cada cual en el lugar del mundo en que se encontrara. Tal acto, en el contexto del Año de la fe, y vista la multitudinaria respuesta, es muy de agradecer al nuevo obispo de Roma. Demuestra con ello, por una parte, su autenticidad de pastor de almas y, por otra, la inquebrantable confianza en la Providencia, según viene haciendo y enseñando desde que accedió a la cátedra de Pedro. En cada época histórica, siempre que se producen fuertes crisis mundiales por confrontaciones bélicas, hambrunas, desastres naturales, etcétera, las gentes se han sentido impotentes a la hora de buscar el amparo de sus males, y han acudido al refugio de las propias creencias religiosas, en la confiada idea de que existe un Ser supremo capaz de mitigar desgracias, calmar tempestades y sosegar los ánimos ante todo tipo de adversidad. De ahí que, aunque el Papa sólo sea el más alto represente de la porción católica, haya que agradecerle este gesto que, en el fondo, es una invitación a toda la Humanidad para confiar a Dios cuantas necesidades espirituales y materiales nos embargan en los difíciles tiempos que atravesamos.

José María López Ferrera
Madrid

Gracias, Papa Francisco

Con ocasión de la pasada festividad del Corpus Christi, ha tenido lugar un hecho insólito, suscitado a instancias del Papa Francisco: una convocatoria a toda la cristiandad para unirse a rezar con él, a la misma hora, cada cual en el lugar del mundo en que se encontrara. Tal acto, en el contexto del Año de la fe, y vista la multitudinaria respuesta, es muy de agradecer al nuevo obispo de Roma. Demuestra con ello, por una parte, su autenticidad de pastor de almas y, por otra, la inquebrantable confianza en la Providencia, según viene haciendo y enseñando desde que accedió a la cátedra de Pedro. En cada época histórica, siempre que se producen fuertes crisis mundiales por confrontaciones bélicas, hambrunas, desastres naturales, etcétera, las gentes se han sentido impotentes a la hora de buscar el amparo de sus males, y han acudido al refugio de las propias creencias religiosas, en la confiada idea de que existe un Ser supremo capaz de mitigar desgracias, calmar tempestades y sosegar los ánimos ante todo tipo de adversidad. De ahí que, aunque el Papa sólo sea el más alto represente de la porción católica, haya que agradecerle este gesto que, en el fondo, es una invitación a toda la Humanidad para confiar a Dios cuantas necesidades espirituales y materiales nos embargan en los difíciles tiempos que atravesamos.

José María López Ferrera
Madrid