Cartas a la redacción - Alfa y Omega

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Navidad para adultos posmodernos

Benedicto XVI, siguiendo la metodología de sus dos anteriores escritos teológicos sobre Jesucristo, aborda en La infancia de Jesús los primeros años de la vida de Cristo, la Anunciación del misterio de la Encarnación en santa María Virgen, su maternidad divina y su virginidad, su nacimiento en Belén de Judea, hasta los 12 años, con la pérdida y posterior hallazgo en el Templo. Estos acontecimientos son, con frecuencia, ignorados por los estudiosos del Nuevo Testamento; o desmitologizados según los principios de la teología liberal protestante de Bultmann, que tiene sus partidarios incluso entre algunos intelectuales católicos; o simplemente tratados como relatos legendarios, una especie de cuentos infantiles para niños.

Con su libro sobre La infancia de Jesús, el Papa profundiza en los datos que se leen en los evangelios de San Mateo y, sobre todo, de San Lucas, y los comenta desde un perspectiva teológica. No se dedica a hacer exégesis histórico-crítica positivista como la única forma de acercarse al texto sagrado, porque tal tendencia no sólo no aporta algo digno de tenerse en cuenta, sino que se mueve en un círculo vicioso por su radical oposición a la intervención sobrenatural de Dios.

El libro está escrito desde la hermenéutica de la fe, pero respetando siempre la Historia, por estar incluida en la misma fe. La infancia de Jesús, sin la fe, es pura leyenda; y, sin la Historia, es pura ideología sentimental, no necesariamente piadosa.

Éste es el gran peligro de celebrar la Navidad sin las raíces teológicas de los evangelios: convertirla en un solsticio de invierno nihilista y paganizante. El Papa pretende confirmar, en el Año de la fe y de la nueva evangelización, a los adultos posmodernos que ya no admiten ningún relato que dé sentido a la existencia y se refugian en el nihilismo cínico y/o en la angustia. Nada mejor, piensa el Papa, que presentarles la ternura amorosa de Dios, tal como se manifestó históricamente en Belén hace más de dos mil años.

Fidel García Martínez
Internet

La tozuda realidad

La realidad es demasiado tozuda para eludirla, sobre todo porque afecta ya a nuestro modo de vida, que está llamado a cambiar sustancialmente, para dar entrada a virtudes humanas que habíamos arrinconado en la época dorada del bienestar. Entre ellas: la solidaridad, la austeridad, la honradez, el esfuerzo, el trabajo bien hecho y, por encima de todo, la caridad de la verdad, como nos señalaba el Papa en su última encíclica.

La caridad puede generar y construir más que muchos planes. Por eso, tiene pleno sentido marcar la casilla de la Iglesia y la de otros fines sociales en el momento de hacer la Declaración de la Renta. Es un modo de apoyar esa creatividad de la caridad que tanto necesitamos. Un ejemplo lo sugieren varios obispos, cuando proponen destinar un día de salario a esa ejemplar institución de la Iglesia que es Cáritas, cuyo esfuerzo solidario constituye un motivo de esperanza firme para miles de parados que se han quedado sin otra red de seguridad.

Lluis Esquena Romaguera
Torroella de Montgrí (Gerona)

Compra de Navidad

Estamos en Navidad y todos entramos en una fiebre consumista de regalos, compras alimenticias… Nadie se libra, y hoy me ha tocado a mí; cojo mi tarjeta de crédito, dinero en efectivo y las llaves del coche, y voy a la jungla de la ciudad en busca de todo lo que mi mujer me ha encargado.

He de adquirir los productos alimenticios que consumiremos estos días; entro en un gran supermercado y voy acumulando en un gran cesto todo lo que me han puesto en la lista. Tras abonar el coste de la compra, me fijo por casualidad en un local que hay enfrente del supermercado y veo una larga cola de personas. Me pregunto si no será una tienda con productos en rebajas, y me acerco buscando esa ganga que todos deseamos obtener. Pero me encuentro con un comedor social repleto de personas; entonces me doy cuenta de que aún llevo el carro repleto de comida innecesaria que devoraremos en dos noches y, sin pensarlo, lo introduzco dentro del local y se lo dejo a un responsable del mismo.

Cojo el coche y me voy a casa. Mi esposa me pregunta si necesito ayuda para subir la compra, así que la cojo de un brazo y le pido que me acompañe. La llevo al comedor social. Mi esposa me mira con ojos desorbitados y me dice: «Cariño, quisiera en otra ocasión ir contigo a la compra; quisiera poder compartir en otra ocasión el amor y entrega que has sabido realizar y que ha desbordado tu corazón».

Ignacio Segura Madico
Jaén

Hipócritas

En esta sociedad en que vivimos, hoy escandalizada por los parricidios cometidos por una madre, con jueces y masas vociferantes pidiendo el castigo para la asesina y justicia para sus hijos; en esta misma sociedad se está acabando con la vida de un bebé dentro del vientre de su madre cada cuatro minutos. Esos vientres que, debiendo ser los lugares más seguros y acogedores de la tierra, se han visto convertidos, en algunos casos, en corredores de la muerte. ¿De qué nos extrañamos, si entre todos hemos dejado que se minusvalore la vida hasta que se liquide a precio de saldo? El bebé en el vientre pasó a convertirse en un valor sólo si era deseado; pero, si nadie te desea, tu vida no vale nada. ¿Existe una discriminación mayor? Ahora nos asustamos con los crímenes de esta madre cuando hemos dado por bueno que, hasta un minuto antes de nacer, la vida no valga nada. Y, mientras, seguimos esperando la prometida reforma de Gallardón. Hipócritas.

Victoria Blasco López
Internet