Carlos Escribano: «Tenemos que buscar nuevos caminos de evangelización» - Alfa y Omega

Carlos Escribano Subías: «Tenemos que buscar nuevos caminos de evangelización»

Tras poco más de cuatro años en Calahorra y La Calzada-Logroño, Carlos Escribano vuelve a casa, a Zaragoza, como arzobispo. Toma posesión este sábado en la basílica del Pilar

Fran Otero
Carlos Escribano recibió el nombramiento como arzobispo de Zaragoza con cierta sorpresa, pues no esperaba un cambio tan deprisa
Carlos Escribano recibió el nombramiento como arzobispo de Zaragoza con cierta sorpresa, pues no esperaba un cambio tan deprisa. Es la tercera sede episcopal que ocupa en diez años. Foto: Diócesis de Calahorra y La calzada-Logroño.

Primero, ¿qué balance hace de su paso por La Rioja?
Ha sido un descubrimiento. Me he quedado prendado de esa tierra, de su gente y de su comunidad cristiana. La misión diocesana Euntes ha sido una experiencia muy bonita, un reto que hemos intentado ante un contexto social nuevo: ser Iglesia en salida y en misión permanente. Pueden parecer eslóganes, pero si lo haces realidad pastoral es muy sugerente. Tengo que decir que me he encontrado laicos que son un gran tesoro para la Iglesia. Hay que estimular que sean ellos los que nos ayuden a evangelizar.

¿Cómo recibió la noticia del nombramiento?
Con ilusión por volver a casa, responsabilidad y sorpresa, porque no esperaba cambiar tan deprisa.

¿Qué supone para usted ser arzobispo de Zaragoza?
No estaba en mi horizonte. Uno se fía de la Providencia. Si es el momento de asumir este servicio, hay que dar gracias a Dios y estar a la altura de las circunstancias, de los sacerdotes, de los seglares y de la tarea evangelización que se nos encomienda.

¿Qué recuerda de sus años como párroco, profesor y vicario episcopal sn Zaragoza?
Fueron años de trabajo muy intenso. Era párroco, vicario episcopal y profesor del seminario a la vez. También de muchas respuestas, de descubrir muchos espacios y de la oportunidad de trabajar con muchos laicos de los que aprendí muchísimo y que me han aportado cosas que luego me han servido en años sucesivos para el trabajo en la diócesis y en la Conferencia Episcopal.

¿Ya le ha pedido algo a la Virgen del Pilar?
La relación con la Virgen es intensa y bonita. Tanto en Teruel como en Logroño siempre ha estado en mi capilla privada. Le pido que me ayude en esta tarea de evangelización y nos dé la capacidad de abrirnos a este nuevo momento, que proteja a la gente que más sufre y que nos reconforte como al apóstol Santiago. La Madre va a estar ahí.

¿Cuáles son los retos pastorales de este momento?
Uno viene dado, la COVID-19. Hay que salir al paso de esta realidad, estar atentos e intentar aportar todo lo que se pueda, de modo que la gente que esté sufriendo esté acompañada y se busquen soluciones. Luego hay otro que tiene que ver con ser Iglesia en salida. La sociedad ha cambiado y tenemos que buscar nuevos caminos de evangelización.

Estamos en plena segunda ola de la COVID-19. ¿Cómo ve la situación?
Con preocupación. Es una situación de mucha dureza y de una gran tristeza, pero hay que intentar vivirla desde la esperanza y ver la sabiduría que hay en el trasfondo. No sería deseable, aunque hay que hacerlo, que las únicas enseñanzas que sacásemos de esta crisis fuesen la distancia, la mascarilla o el hidrogel. Lo recomienda la prudencia y es bueno para la salud de todos, pero la Iglesia tiene que dejar reposar lo que estamos viviendo para sacar una sabiduría y ver qué es lo que nos está proponiendo Dios.

¿Cómo valora el papel de la Iglesia en esta crisis?
La Iglesia trabaja de una manera callada y efectiva. Se ha comportado como lo que es, una madre que ha salido al encuentro de los hijos dando distintas propuestas de luz de acuerdo con las necesidades que pretendía atender, algunas sociales y otras pastorales, que son también muy necesarias.

Es presidente de la Comisión de Laicos, Familia y Vida de la CEE, asuntos de gran actualidad, ¿no?
Creo que el gran mandato de esta comisión es desarrollar el contenido del Congreso de Laicos. Hay elementos muy positivos y que nos van a permitir dar pasos muy importantes en la organización del laicado. La experiencia que yo he tenido es que hay laicos magníficos, que tienen grandes intuiciones, con gran formación profesional y una síntesis de vida y fe muy interesante. Hay que seguir acompañándolos para que no sean actores de reparto, sino actores principales en la evangelización. Muchos ya tienen ese protagonismo.

Como obispo:
Teruel y Albarracín (2010)
Calahorra y La Calzada-Logroño (2016)
Zaragoza (2020)

Una petición a la Virgen del Pilar: Que proteja a la gente que más sufre.

«No sería deseable que las únicas enseñanzas que sacásemos de esta crisis fuesen la distancia, la mascarilla o el hidrogel».

Ley Celaá, eutanasia… ¿Qué hacer ante estos proyectos legislativos?
Lo que hay que hacer es una construcción positiva. Cuando la Iglesia hace una propuesta tiene que hacerla pensando en el bien de las personas. ¿Por qué hacemos una defensa de la vida? Porque es importante caer en la cuenta de que los más débiles deben ser protegidos. Porque aunque haya personas incurables, no son incuidables. Vamos a intentar favorecer el cuidado de esas personas, caminar con ellas y estar a su lado. Con los mayores que están solos, con las mujeres embarazadas o con los padres en la formación integral de sus hijos. Es importante hacer propuestas positivas en beneficio de la persona y de la sociedad.

Es el obispo de Manos Unidas. ¿No hay pueblos que viven en una pandemia permanente?
Manos Unidas te permite asomarte a la realidad de tantos países donde hay un gran sufrimiento. Vivimos la pandemia con angustia, prevemos que la crisis social y económica va a ser dura, pero la realidad de otros países es demoledora. Seguir mirando a esa realidad que sufre es un gozosa obligación que hay que llevar adelante, estar muy atentos y sensibilizar a la sociedad para que vea que, a pesar de que lo estamos pasando muy mal, hay gente que necesita nuestra ayuda.

¿Debería llegar la vacuna primero a los más pobres?
Aquí se quiere aplicar a los más vulnerables: los mayores, los sanitarios, los servidores públicos… Este mismo criterio se debe extrapolar a una realidad planetaria.