Cáritas se moviliza para llevar ayuda a Tonga tras la erupción

Cáritas se moviliza para llevar ayuda a Tonga tras la erupción del volcán

El Papa ha pedido este miércoles oraciones por el país insular, donde la ceniza del volcán Hunga Tonga y el tsunami que provocó han contaminado las reservas de agua

María Martínez López
Daños del volcán de Tonga
Foto aérea de una de las islas de Tonga tomada el 17 de enero por un avión militar neozelandés. Foto: AFP / Ejército de Nueva Zelanda

El Papa Francisco ha tenido este miércoles un pensamiento para Tonga, país afectado por la terrible erupción del volcán Hunga Tonga-Hunga Ha’apai del sábado 15 de enero. La erupción provocó la desaparición de la isla, formada en 2015 por el mismo volcán, y un tsunami que dejó tres fallecidos.

Además, causó «ingentes daños materiales» en el país, ha recordado Francisco tras la audiencia general. Las islas más pequeñas han quedado prácticamente destrozadas y también Tongatapu, la más grande, donde vive el 70 % de la población y tiene su sede la diócesis de Tonga, ha sufrido graves daños. «Tonga está cubierta de cenizas. La costa oeste, incluida la capital, está gravemente dañada. Algunas personas han escuchado informes de que estas islas están cubiertas de agua como resultado del tsunami. Solo esperamos que las personas hayan logrado llegar a un lugar seguro», escribe desde Fiji Johnathan Hurrell, misionero de los Sagrados Corazones de Jesús y María, en un mensaje que recoge OMP.

El ruido de la explosión y la ola gigante que causó se dejaron sentir en todo el Pacífico, hasta el punto de causar dos muertos más y un derrame de petróleo en Perú. El Santo Padre se ha mostrado «espiritualmente cercano a todas las personas afectadas». «Pido a Dios alivio en su sufrimiento», ha continuado, una plegaria a la que «invito a todos a unirse».

Agua potable, una prioridad

Mientras, la Iglesia en la región ya está en marcha para ayudar a los afectados. La explosión cortó en dos lugares el cable submarino que une a Tonga con el resto del mundo, por lo que el archipiélago puede pasar varias semanas incomunicado. A pesar de ello, el personal de Cáritas Nueva Zelanda ha conseguido contactar con sus homólogos tonganos. «Llevamos en contacto desde el mismo sábado», explica su directora, Julianne Hickey. «Habíamos completado un preposicionamiento de suministros de emergencia en tres localidades, así que estamos bien preparados».

Las islas de Mango, Atata y Fonoifua, a entre 50 y 70 kilómetros del volcán, han sido las más afectadas. El tsunami destrozó la mayoría de las viviendas, y sus menos de 200 habitantes han sido desalojados. Una de las principales necesidades es llevar a las islas donde aún queda gente agua potable. «La ceniza y la inundación de agua salada por el tsunami han contaminado las reservas, así que muchas comunidades estarán sin agua limpia». El país «ya tenía un problema con esto, porque depende del agua que se acumula en la superficie»; es decir, que no tiene acuíferos, explicaba Damaris Pfend, coordinador de Ayuda Humanitaria al Pacífico de Cáritas Australia.

Además, «las carreteras y los puentes también han sufrido daños», continuaba Pfend en declaraciones a Vatican News. «Es crucial que demos un paso al frente y apoyemos a nuestros vecinos mientras se recuperan de esta devastadora erupción». Los aviones militares de los países vecinos no pueden aterrizar porque el aeropuerto está cubierto de cenizas. Por ello, Nueva Zelanda está enviando barcos de la Armada con agua y alimentos.

«Sonaba como bombas»… a 700 kilómetros

Desde Fiji, el misionero de los Sagrados Corazones Hurrell compartía la inquietud de su comunidad. No han tenido noticias de ninguno de sus allegados en Tonga, ni del padre Chris Kaitapu, al frente de la misión que tienen allí, ni de los parientes de cuatro hermanos y un sacerdote. «Las familias de los hermanos Saia y Lomano estaban en la línea del tsunami. Saia es del grupo [de islas] Ha’apai, donde los informes indican que cuatro islas habitadas quedaron sumergidas. Solo podemos esperar y rezar».

«Pudimos escuchar las explosiones en Fiji, que está a unos 700 kilómetros de distancia», relata Hurrell. «Fue surrealista. Al principio nos preguntamos si no sería un trueno especialmente fuerte, pero sonaba más como bombas o disparos de cañones». El misionero se una a la petición del Papa de oraciones, y pide también ayuda material: «La gente de Tonga es gente de corazón fuerte y se preocupa mucho por los demás. Y por lo que sabemos, se ayudarán unos a otros. Depende de nosotros ayudar desde lejos y eso ya está sucediendo, gracias a Dios».