Cáritas quiere que ningún niño madrileño se quede atrás esta Semana Santa
Organiza cuatro colonias urbanas y cuatro campamentos para 260 menores en contextos vulnerables
Un total de 260 niñas, niños y adolescentes participan desde el pasado 11 de abril en las colonias y campamentos de Semana Santa organizados por Cáritas Diocesana de Madrid, una iniciativa que busca promover la inclusión, el ocio seguro y la conciliación familiar entre familias en situación de vulnerabilidad. Las actividades se extenderán hasta el próximo 21 de abril, coincidiendo con el final de las vacaciones escolares.
Este año, Cáritas ha puesto en marcha cuatro colonias urbanas en diferentes zonas de Madrid —las vicarías I, III, IV y Cañada— y cuatro campamentos con pernocta en Navacerrada, Cercedilla, Ávila y el Camino de Santiago. Estas últimas están organizadas por las vicarías II y IV, el grupo Sínodo junto a la vicaría VI y Jubileo.
Para muchas familias, incluso con empleo, cubrir los gastos de actividades extraescolares durante las vacaciones resulta inasumible. Por eso, estas colonias «buscan conciliar la vida familiar y laboral en igualdad de condiciones con el resto de las familias de Madrid», explica José Antonio Martín, responsable del Programa CaixaProinfancia de Cáritas Madrid. La mayoría de las actividades cuentan con el apoyo de este programa impulsado por la Fundación la Caixa, que facilita a los menores en situación de riesgo social la posibilidad de desarrollarse en entornos normalizados.
Durante estos días, los participantes disfrutan de juegos, talleres, dinámicas educativas y excursiones. «Las colonias urbanas tendrán, como siempre, actividades lúdicas y educativas», añade Martín. Según cuenta, estas salidas suponen «un momento muy esperado por todos los niños» porque «normalmente, a estos lugares a los que acuden no pueden ir con sus familias», señala Martín. Entre los destinos más esperados están Faunia, el Parque de Atracciones o el cine.
La iniciativa no solo responde a una necesidad práctica de las familias, sino que también se convierte en una oportunidad para que los menores «adquieran valores, nuevas destrezas y habilidades». Todo ello en entornos seguros donde se garantiza su protección.