Cáritas alerta del tsunami que viene
La vivienda y el empleo son los ámbitos en los que Cáritas está reforzando su actuación para paliar la segunda ola de la pandemia
Cuatro de cada diez familias a las que acompaña Cáritas en España se verán obligadas a dejar sus casas, ya sea por desahucio o por tener que buscar una vivienda con costes más reducidos; y entre ellas el paro aumentará en 20 puntos, un incremento ocho veces superior entre la población más vulnerable que en la población general. Son datos del informe Análisis y Perspectivas 2020 de la Fundación FOESSA, con el que Cáritas lanza una mirada sombría sobre el futuro más inmediato.
En concreto, el informe habla de una «emergencia habitacional» a la hora de referirse al impacto que sigue dejando la pandemia en la población. Más de 700.000 personas acompañadas por Cáritas residen en hogares que no disponen de dinero para pagar la vivienda ni los suministros. Asimismo, un 26 % de quienes han acudido a Cáritas por esta crisis era la primera vez que lo hacían.
Es el caso de Agustín y Elisabeth, de Salamanca, padres de dos hijos. Hace dos años, a él le diagnosticaron un cáncer. Cuando estalló la pandemia, Agustín cobraba la baja médica y a Elisabeth la metieron en un ERTE, «pero estuve casi cuatro meses sin cobrar», cuenta ella. El 1 de agosto dejaron de recibir la prestación por enfermedad de Agustín porque le dieron el alta, aunque sigue con secuelas, y los 648 euros al mes del ERTE de Elisabeth no dan para todo. Tiraron de algunos ahorros y recurrieron a la familia, pero «llegó un punto en que ya no pudimos más y tuvimos que recurrir a Cáritas por primera vez en nuestra vida».
«Era pedir ayuda o nos quitaban la casa», reconocen, y al principio «nos sentimos muy mal. Nosotros siempre hemos ayudado a los demás, y no pensamos jamás que algún día podríamos vernos en una situación así». Pero en Cáritas están recibiendo apoyo económico para poder pagar la hipoteca y han encontrado «personas maravillosas que se han volcado con nosotros, sobre todo a nivel humano, y nos han recibido con los brazos abiertos».
Agustín y Elisabeth forman parte del goteo incesante de solicitudes de ayuda en materia de vivienda que ha recibido Cáritas Diocesana de Salamanca desde el final del confinamiento. «Y la cifra sigue aumentando», confirma Ester Berzal, responsable de Comunicación de la institución salmantina. Desde que comenzó el Estado de alarma, Cáritas mantuvo sus puertas abiertas, reorganizando sus servicios para no dejar a nadie fuera. «La vivienda es la primera línea de combate contra la COVID-19», reconoce Ester. «Hay que evitar por todos los medios posibles que las familias puedan perder su casa, porque el pago del alquiler es un serio problema para muchas familias con escasos recursos que han visto interrumpidos sus ingresos por la pandemia».
Para todas ellas, Cáritas Diocesana de Salamanca ofrece acogida y un acompañamiento activo, asesorando por ejemplo en la tramitación de ayudas de la Administración pública. Asimismo, desde su recurso de atención primaria apoya económicamente a quienes lo precisen para acceder o mantener una vivienda, con ayudas en el pago de alquileres y recibos de suministros: gas, luz y agua. Desde que comenzó la pandemia, la inversión económica destinada a ayudas de primera necesidad –alquileres, suministros, alimentación– ha doblado la cantidad invertida en el mismo período de tiempo del año pasado.
«Hay que reinventarse»
La falta de trabajo es el otro elemento que va a desestabilizar la vida de muchas familias en los próximos meses. Elena, de Sevilla, madre soltera con dos hijas a cargo, ha ido alternando trabajos temporales de hostelería en los últimos años. En el mes de febrero, justo antes del confinamiento, se le acabó el paro y tuvo que recurrir a Cáritas. Recibió ayuda para alimentación y una vez estabilizada su situación la derivaron al Centro Diocesano de Empleo de Sevilla, donde la recomendaron cambiar de sector. «Es verdad que por la COVID-19 las cosas han cambiado y hay que reinventarse», afirma. Por eso desde el centro la orientaron al sector de la logística y las ventas online, y providencialmente ha conseguido un empleo. Esta misma semana ha comenzado a trabajar en Amazon. No solo eso, sino que desde Cáritas también la están orientando para que no pierda la vivienda debido a su hasta ahora inestable situación económica. «Son gente estupenda, han estado pendientes de mí todo el tiempo», asegura.
El Centro Diocesano de Empleo de Sevilla, al que acudió Elena, ha permanecido activo desde el principio de la crisis, ofreciendo sus servicios presencialmente, o por teléfono e internet durante el confinamiento, una forma de trabajar que han adoptado para hacer frente a la nueva realidad. «Así podemos llegar a más gente», afirma Mónica Salido, responsable técnica del Departamento de Empleo de Cáritas Diocesana de Sevilla.
Responsables unos de otros
En Sevilla, el perfil de solicitantes de ayuda que más se repite en estos últimos meses es el de mujeres solas con niños pequeños, con una hoja laboral intermitente, acostumbradas a trabajos precarios, a quienes ofrecen una mejora de sus habilidades profesionales para acceder a empleos de mayor calidad. También ha aumentado el número de hombres cada vez más jóvenes que han perdido recientemente su trabajo. «Están más formados, pero se encuentran con la barrera de la edad a la hora de volver al mercado laboral», explica Salido. Junto a la labor de orientación, incluso para cambiar de sector si es necesario, ofrecen un apoyo más amplio, «porque estas situaciones desembocan fácilmente en ansiedad y depresión».
En cuanto a los procesos de formación, el centro se ha adaptado con rapidez a la nueva realidad económica y ya está ofreciendo cursos en sectores en auge, como logística, venta y almacén, para trabajar en grandes superficies. Junto a ello, la agencia de colocación gestiona ofertas del sector agrícola y de supermercados, además de concertar prácticas laborales para sus alumnos. «Es verdad que hay empresas que no pueden colaborar, pero hay otras que sí se están implicando, ofreciendo una oportunidad a los más afectados por esta pandemia. Es un esfuerzo que compartimos con el tejido empresarial».
Y ahora que se está incrementando la vida online, el Centro Diocesano de Empleo ofrece a todos sus usuarios formación para mejorar su competencia digital. Además, un área a la que están prestando especial atención en estos meses es la coordinación con las parroquias, de cara a resolver situaciones personales y familiares que vayan más allá del empleo. «Es un trabajo en red que mejora mucho los procesos», concluye la responsable del centro.
Como afirma Ester Berzal, de Salamanca, «este virus nos ha enviado un mensaje claro. De la noche a la mañana todo puede cambiar, todos somos vulnerables. La única manera de salir adelante es vivir en comunión, haciéndonos responsables unos de otros».
3.776.485 personas en paro en España según el INE
34 % lleva más de un año buscando empleo, y un 22 % más de dos
1.063.000 personas dejaron de buscar empleo por la pandemia en el segundo trimestre
1.150.000 hogares tenían a todos sus miembros activos en paro en junio
Solo uno de cada cuatro hogares se puede sostener del empleo
30 % es el aumento de familias en situación de pobreza severa