Cardenal Omella: «La fraternidad es el gran desafío del futuro»
El presidente de la CEE participó con representantes judíos y musulmanes en la celebración en nuestro país del Día Internacional de la Fraternidad Humana
El cardenal Juan José Omella propuso este miércoles «buscar cauces institucionales» que permitan «concretar proyectos de colaboración» relacionados con el diálogo interreligioso y la promoción de la fraternidad humana. En la celebración oficial en España del Día Internacional de la Fraternidad Humana, el presidente de la Conferencia Episcopal Española lanzó esta invitación como forma de «ser creativos» y «avanzar en el camino». Eso sí, «sin que la institución nos lleve a perder el calor de la amistad y la cordialidad».
El también arzobispo de Barcelona participó en el acto conjunto que la Subcomisión Episcopal para las Relaciones Interconfesionales y el Diálogo Interreligioso, la Comisión Islámica de España y la Federación de Comunidades Judías de España organizaron en Madrid. Era la primera vez que las tres religiones celebran de forma conjunta este día, instituido por la ONU para cada 4 de febrero. En esa fecha, se conmemora la firma del Documento sobre la fraternidad humana, protagonizada en 2019 en Abu Dabi por el Papa Francisco y el gran imán de Al Azhar, Ahmed al Tayeb.
Este encuentro marcó «un hito en la historia de las relaciones entre las distintas religiones», subrayó Omella. «Más allá de ser un documento del diálogo islamo-cristiano, su mensaje de fraternidad universal está abierto a todas las religiones y a toda la humanidad». El diálogo interreligioso «tiene un papel fundamental en la edificación de la sociedad del futuro, evitando que se deje llevar por ideologías» que separan. Pero «es una obra de arte que requiere esfuerzo, creatividad, mucha paciencia, capacidad de volver a empezar».
Responsabilidad de todos
Por otro lado, recalcó el cardenal, «la fraternidad no es exclusiva de los líderes religiosos. Va más allá, es responsabilidad de todos. Y nadie puede quedarse fuera de este proyecto que afecta a la entera humanidad». De hecho, «la fraternidad es el gran desafío del futuro de la familia humana», subrayó el cardenal. Como dijo el Papa en Abu Dabi, «o somos hermanos, o todo se derrumba». El hombre es pobre y necesitado, y «nadie “es”, si no se es “en relación” y “en fraternidad”».
El presidente del episcopado español recordó asimismo que «la fraternidad no es una meta que se alcanza al final del camino, sino que se logra en el camino, cuando dejo de sentir al que camina conmigo como a un extraño, como un competidor y lo dejo entrar en mi corazón como a un hermano». Así se empieza a lograr una «unidad que no es uniformidad», y se puede «celebrar la armonía de la diversidad que respeta la propia identidad».
No dejar a nadie atrás
Por ello, invitó a cada persona a pensar qué puede aportar desde su lugar en la sociedad. En este proceso, las religiones están llamadas a recorrer e invitar a otros a este camino de diversas formas. En primer lugar, defendiendo la vida humana y su dignidad en todas las circunstancias, pues «una auténtica fraternidad no deja a nadie atrás, particularmente a los más frágiles, a los que no tienen capacidad de defender sus derechos».
En este sentido, Omella abundó en que «la mirada creyente nos enseña a valorar a cada persona como criatura, hijo e hija de Dios». Así, reconoció que aunque la razón justifica la igualdad entre los hombres, no funda la hermandad. «Dios es el garante de la dignidad de toda vida humana y de su valor inalienable, del respeto a cada vida desde su comienzo hasta su fin natural».
En segundo lugar, enumeró el arzobispo de Barcelona, «las religiones han de salvaguardar una concepción trascendente de la realidad creada, que supera los esquemas materialistas». Sin estos valores espirituales «no puede forjarse una auténtica fraternidad».
Antídoto contra los fundamentalismos
Por otro lado, continuó, para fundamentar las relaciones y el respeto entre religiones hay que reconocer «la acción de Dios en cada una de nuestras tradiciones religiosas», valorando «todo lo que hay de noble, verdadero y santo» en ellas. Como consecuencia, «las religiones han de promover el derecho a la libertad religiosa para los creyentes» de todos los credos, «especialmente en aquellos países donde los cristianos o cualquier otro grupo son minorías».
«El testimonio de la fraternidad es el mejor antídoto contra los fundamentalismos religiosos, el antisemitismo, la catolicofobia o la islamofobia», ha abundado el cardenal. Esto implica también «no cansarnos de rechazar y condenar radicalmente la violencia, el terrorismo o la guerra en nombre de Dios, que es fruto de una interpretación errónea y manipulada de los textos sagrados». Así como «rechazar y condenar todo ataque personal, colectivo, político o de los medios a nuestra identidad religiosa», que se produzca «bajo la bandera del laicismo o de otras ideologías».
Isaac Benzaquén, presidente de la Federación de Comunidades Judías de España, subrayó que la pandemia ha exigido «una respuesta basada en la cooperación, la fraternidad y la solidaridad. Una respuesta que ha rebasado fronteras culturales, sociales y religiosas». Para hacer esto posible, propuso apostar por la educación religiosa y «trabajar con los jóvenes para fomentar la fraternidad entre las siguientes generaciones».
En el encuentro participó además Mohamed Ajana, secretario general de la Comisión Islámica de España, quien enumeró algunos de los obstáculos a la fraternidad entre creyentes: la «obsesión con el choque de religiones», «el florecimiento de personas que hacen pronunciamientos ajenos al espíritu de la religión» o el «aumento del odio hacia lo religioso».
Por su parte, recoge COPE, Bernardito Auza, nuncio apostólico en España, afirmó que encuentros e iniciativas como esta «contribuyen a garantizar que las próximas generaciones puedan vivir en paz y fraternidad».