Cardenal Malcolm Ranjith: «El FMI debe insistir en eliminar la corrupción en Sri Lanka» - Alfa y Omega

Cardenal Malcolm Ranjith: «El FMI debe insistir en eliminar la corrupción en Sri Lanka»

«Necesitamos ayuda humanitaria directa, no a través de ministros corruptos», asegura el cardenal y arzobispo de Colombo. La forma en que se gestiona la sucesión política genera «frustración»

María Martínez López
Ranjith estuvo con víctimas de los atentados de 2019 el 25 de abril en el Vaticano. Foto: CNS.

¿Qué perspectivas abrió este miércoles la elección del ex primer ministro Ranil Wickremesinghe como nuevo presidente de Sri Lanka?
Esta persona llegó al Parlamento por la puerta de atrás. En las últimas elecciones perdió incluso entre los suyos. [Fue nominado para uno de los escaños de la lista nacional, 29 escaños que no se eligen por voto directo sino que se distribuyen proporcionalmente entre los partidos que se han presentado, N. d. R.]. No tiene ningún mandato para ser presidente, si quiere serlo debería presentarse como candidato a unas elecciones.

En cuanto se reivindicó como presidente interino la semana pasada, ordenó a las Fuerzas de Seguridad liberar los lugares que los manifestantes habían tomado, incluso por la fuerza. Si piensa que puede gobernar el país así, está totalmente equivocado. No veo cerca el final de las protestas, porque no se están solucionando los problemas, sino creando otros nuevos.

¿Cómo está el ambiente?
La frustración está creciendo. Hay acusaciones de intercambios de dinero para comprar votos para un candidato u otro, y de todo tipo de maniobras políticas egoístas. Esto es muy desafortunado para el país. Lo importante no son las luchas políticas entre grupos y alianzas, sino que la gente espera una implicación clara de los líderes políticos a favor de su bienestar. Muchas personas están sufriendo los efectos de la mala gestión del anterior presidente y primer ministro. Y ahora se intenta seguir con lo mismo, para llevar adelante la misma agenda y la misma organización política corrupta que hasta ahora.

Al principio se habló de intentar formar un Gobierno de unidad nacional.
La mayor parte de los parlamentarios no representan a la gente porque fueron elegidos hace dos años y medio en una situación diferente. Ellos son responsables del desmoronamiento de nuestro país, nuestra economía y nuestra libertad. No reconocemos a este Parlamento, porque no está a favor de la gente.

Y, mientras, la crisis continúa.
La gente sigue sufriendo, pasando hambre (también los niños), haciendo colas de dos o tres kilómetros para echar gasolina. Los hospitales no tienen medicinas. La economía se ha derrumbado y está paralizada a causa de los políticos. Para el público no es aceptable seguir con la misma agenda y la misma organización política corrupta que hasta ahora. Eso no soluciona nuestros problemas.

No es frecuente observar un deterioro de la economía que llegue a que se agoten las divisas internacionales y las reservas de combustible.
La clase política ha dirigido el país solo intentando satisfacer a la gente sin un plan apropiado de reforma económica. En cuanto llegó al poder, Rajapaksa retiró todos los impuestos, de forma que el Gobierno central perdió muchos ingresos. Después llegó la COVID-19, que destrozó nuestra fuente de ingresos principal, el turismo, y también las remesas desde el extranjero. Y luego hubo políticas erradas. Destrozaron completamente la agricultura por una decisión acelerada de frenar todos los fertilizantes químicos, sin dejar que la gente se organizara. Luego empezaron a vivir de préstamos, gestionando una economía que no era real. Y de repente no se pudo seguir y todo el sistema se derrumbó.

Estado de emergencia

El sacerdote Jeewantha Peiris, uno de los líderes de las protestas, ha criticado la decisión de Ranil Wickremesinghe, instituido el viernes como presidente interino, de prorrogar el Estado de emergencia por la elección de nuevo presidente el pasado miércoles. Al cierre de esta edición, estaba previsto que Wickremesinghe se enfrentara al líder opositor Sajith Premadasa.

A pesar de ser una minoría, la Iglesia ha intentado aportar soluciones. En mayo, dos de los obispos auxiliares de la archidiócesis de Colombo se reunieron con el presidente.
Pero no ocurrió demasiado, no hubo ningún acuerdo. De hecho no dejó el cargo como le sugerimos. Solo lo ha hecho después de que casi un millón de personas se concentraran en Colombo y tomaran su residencia y la del primer ministro y los obligaran a escuchar. Nosotros estamos con la gente, y también los líderes budistas, musulmanes e hindúes. Queremos que se entiendan sus problemas, que son graves. Hay muchísimos parados y no hay dinero para el día a día del país.

¿Las religiones están presentando un frente común?
Todos los líderes religiosos queremos asegurar que Sri Lanka no sigue por este camino. El clero budista ha pedido que alguien independiente y neutral dirija los asuntos del país. Esto se podría hacer nominando a alguno de los miembros de la lista nacional del Parlamento. Él sería el presidente en funciones durante un período corto, de seis meses o un año, junto con un Gobierno de todos los partidos, con tecnócratas e independientes que puedan sacar al país de este desastre. Y luego que hubiera nuevas elecciones y el país siguiera adelante con nueva gente. Estamos listos para que haya un cambio. No podemos fiarnos de esta gente. Necesitamos un nuevo comienzo.

¿También colaboran para ayudar a la gente?
Hemos realizado distintos proyectos a varios niveles, algunos de ayuda directa a las muchas personas que recurren a nosotros, por medio de la red de Cáritas, y otros interreligiosos. Los líderes budistas están muy comprometidos y son muy conscientes de su responsabilidad en un país de mayoría budista. Son muy tolerantes y abiertos y las minorías no hemos tenido problemas. Tenemos una relación muy buena con todos los grupos, incluso con los musulmanes después de los atentados de Pascua en 2019. Siempre les hemos defendido y hemos dicho que no queríamos venganza. Podemos convivir y estamos felices de compartir la responsabilidad por nuestros conciudadanos.

¿Qué debería tenerse en cuenta a la hora de negociar con el Fondo Monetario Internacional un rescate, para el que se exigirán unas condiciones?
El FMI y otros deberían ayudar a Sri Lanka porque el país está en un estado pésimo. Estos políticos lo han destruido, pero nuestro pueblo necesita ayuda. El punto de partida deberían ser las necesidades de la gente, no del establishment político. Deberían insistir en que se fortalezca la democracia y las instituciones democráticas, se elimine la corrupción, se asegure la transparencia y se restauren las estructuras del Estado de derecho. También que se apruebe una nueva Constitución que asegura la democracia, la libertad y los derechos humanos.

También necesitamos ayuda humanitaria directa. Pero que se canalice a través de las instituciones que se preocupan por la gente; no por medio de ministros y parlamentarios corruptos que ganan dinero con estas transacciones. Por ejemplo, que en vez de dinero se envíe a los hospitales medicinas y equipos. Incluso el combustible debería llegar a través de fuentes independientes, no de las organizaciones corruptas del Gobierno.

«Ranil, vete a casa». Manifestante con un cartel contra el ex primer ministro y presidente interino, Wickremesinghe, el pasado domingo. Foto: AFP / Arun Sankar.

¿Está satisfecho con la salida de Rajapaksa del país?
No conozco las circunstancias. Pero es necesario que se ponga en marcha una investigación independiente de todas las transacciones y prácticas corruptas que han arruinado el país y que se lleve a los responsables ante la justicia. No importa que sea un señor u otro, sino que se exponga a quienes han hecho esto. Y que se sepa dónde fue el dinero y por qué algunos acusados no han sido juzgados por ser parientes de la familia gobernante. No defiendo la venganza, pero debemos saber qué ha ocurrido.

Habla de familia gobernante. Hasta mayo los Rajapaksa ostentaban tanto la jefatura de Estado como la de Gobierno. Mahinda, hermano del presidente, y el ex primer ministro Ranil Wickremesinghe se han alternado como primer ministro desde 2001.
Es una debilidad del sur de Asia, el uso de los apellidos en la esfera política. Es algo cultural: personas del mismo grupo se suceden unas a otras todo el tiempo, los presidentes y primeros ministros surgen de un grupito de familias. También se debe al sistema electoral de estos países, que no es totalmente transparente.

¿Hay gente preparada para romper esta inercia y que surja un nuevo liderazgo?
Esta es una oportunidad maravillosa para todos, especialmente para los que aman este país. Es un país hermoso, pero necesitamos políticos honrados y elegir a un nuevo equipo que nos lidere en el futuro. De lo contrario, nos deslizaremos hacia una situación incluso peor.

¿En medio de una crisis tan grave, el resto de la vida de la Iglesia no se ha visto afectada?
Las celebraciones continúan pero con muy pocos participantes. Solo los que pueden acudir a pie, los más alejados no pueden venir porque no hay gasolina para los coches.

Mencionaba antes los atentados de Pascua de 2019. Usted ha insistido en que se llegue hasta el fondo de lo ocurrido. En medio de problemas en apariencia mucho mayores, ¿por qué sigue siendo importante?
Aún estamos esperando descubrir qué ocurrió realmente. Se han hecho varios intentos, incluso he viajado a Ginebra para ello. Queremos una investigación totalmente independiente, porque no se ha hecho de forma adecuada. El informe del comité creado por el presidente no se implementó. Y queremos que se investigue más, porque se ha alegado que hubo una mano política detrás. Nuestra gente tiene derecho a saber qué ocurrió, especialmente las víctimas.