Cardenal Gérald Cyprien Lacroix: «Los grupos que se reúnen en las casas nos dan mucha esperanza» - Alfa y Omega

Cardenal Gérald Cyprien Lacroix: «Los grupos que se reúnen en las casas nos dan mucha esperanza»

María Martínez López
Lacroix (derecha) con el Papa y el cardenal Aós en el encuentro de cardenales del pasado agosto. Foto: CNS.

Aunque asegura haberlo olvidado en gran parte, el arzobispo de Quebec nos atiende en un español casi perfecto. Sus nueve años como misionero en Colombia no solo le enseñaron el idioma. Lo aprendido allí le está sirviendo para evangelizar la secularizada Canadá.

¿Cómo termina un miembro de un instituto secular siendo cardenal?
El Instituto Secular Pío X llegó a mi ciudad cuando tenía 10 años. Su carisma es ser testigos donde cada uno esté. Mis padres acudieron a sus encuentros y me impactó el cambio en la familia. Me dije: «Cuando sea grande, quiero hacer que Jesús sea más amado y servido». A los 18 me entregué como laico consagrado, que son los miembros que lo componen mayoritariamente. Hay sacerdotes, pero yo no pensaba en serlo. Trabajé seis años como diseñador gráfico antes de seguir la llamada al sacerdocio.

Fue misionero en Colombia casi una década. ¿Cómo fue el salto a esa otra América?
Al principio fui párroco en la montaña, en Argelia (valle del Cauca). La parroquia tenía 85 veredas y corregimientos, había pueblos sin electricidad ni modo de llegar a ellos más que en mula. Fue una experiencia extraordinaria con el pueblo de Dios, trabajamos formando líderes. Los años 90 fueron muy difíciles, había mucho terrorismo y guerrillas. Aprendí especialmente los valores de la familia y a tomarme tiempo para pasarlo con la gente, sin estar siempre corriendo. Después el arzobispo me pidió ir a la ciudad.

Canadá
Población:

38,5 millones

Religión:

Ninguna, 34,6%; católicos, 29,9 %; protestantes, 23,4 %, y musulmanes, 4,9 %

Renta per cápita:

47.600 euros

A diferencia de Colombia, Canadá es un país muy secularizado. ¿Cómo afronta la Iglesia este reto?
Hay que hacer lo mismo que los primeros discípulos, que se encontraron a griegos y romanos que no conocían nada de Jesús: ser testigos de Cristo resucitado, creyentes creíbles que anuncian el Evangelio, que caminan con la gente y la llevan a encontrarse con Jesucristo muerto y resucitado. Hay que formar a personas que puedan participar en la misión de la Iglesia en su vida ordinaria, no confiarla solo a los «especialistas». En Colombia aprendí la importancia de sostener y ayudar a crecer a las pequeñas comunidades. Hace falta dar testimonio de una comunidad que se quiere y quiere a los que viven en las periferias.

¿Lo está aplicando en Quebec?
En los últimos años hemos desarrollado grupos de siete o diez personas que cada semana o cada dos se reúnen en las casas y esto nos dan mucha esperanza. Comparten el Evangelio y tienen momentos de oración, de fraternidad y de formación con un vídeo breve. Ya tenemos 200 grupos y van creciendo. También atraen a personas que están descubriendo la fe. Al mismo tiempo, estamos haciendo todo lo posible para fortalecer el liderazgo en las comunidades. De 260 parroquias nos quedan 240, y algunas forman unidades misioneras atendidas por un equipo de sacerdotes, diáconos y laicos. Es imposible que haya Misa en todas las iglesias cada domingo, pero la gente se reúne, ora y fraterniza.

Acaba de participar en su segunda reunión como nuevo miembro del Consejo de Cardenales. Una vez aplicada la reforma de la Curia, ¿qué papel están llamados a jugar ahora?
Este grupo no se creó solamente para la reforma de la Curia, sino para apoyar y aconsejar al Santo Padre sobre todos los temas que él vea necesarios. Nosotros aportamos experiencias desde nuestros continentes y él se va formando una idea. No es un lugar de toma de decisiones. Me conmueve muchísimo la confianza que nos manifiesta y su humildad. Él es muy sinodal, no busca gestionar y conducir a la Iglesia él solo.

¿Qué buscará cuando llegue el momento de elegir a un nuevo Papa?
Me pondré en oración profunda para abrir mi corazón al Espíritu Santo y pedirle que me ayude a ver las necesidades de la Iglesia y del mundo y discernir el mejor candidato. El Señor nos dará el Santo Padre que necesitemos.