Cardenal Ayuso: «Unidos a toda la humanidad, pidamos el fin de la pandemia»
Este jueves se celebra la jornada de oración, ayuno y obras de caridad convocada por el Alto Comité para la Fraternidad Humana, con el apoyo del Papa, del gran imán de Al Azhar y del secretario general de Naciones Unidas. En España, la Conferencia Episcopal, así como judíos y musulmanes, se suman a la iniciativa
La jornada de oración, ayuno y obras de caridad por el fin de la pandemia convocada para este jueves por el Alto Comité para la Fraternidad Humana es para su presidente, el cardenal Miguel Ángel Ayuso, «otro hito en el camino del diálogo interreligioso». La irrupción y expansión del coronavirus por todo el mundo ha suscitado respuestas muy positivas, como «el sentimiento de solidaridad más allá de la pertenencia cultural, religiosa o social» que se ha podido constatar en muchas sociedades con iniciativas de ayuda de todo tipo.
Pero, al mismo tiempo, ha generado «mucho sufrimiento. El mundo está golpeado, dolorido, desorientado. Inspirados por el Papa Francisco, hemos comprendido que era el momento de parar para elevar a Dios nuestras oraciones y pedirle el fin de esta pandemia», explica el cardenal. Si ya Francisco, el 25 de marzo, invitó a todos los cristianos a rezar juntos el padrenuestro, esta convocatoria va todavía más allá y se dirige también a las demás religiones.
La propuesta no va unida a la convocatoria (imposible ahora) de ningún evento. Es mucho más sencilla: desde los propios hogares y en la intimidad, ofrecer el ayuno, la oración y alguna obra caritativa, sabiéndose en comunión con otros creyentes. Estos tres pilares, oración, ayuno y obras de caridad son, junto con las peregrinaciones, «elementos comunes a la mayoría de las religiones. No tiene nada que ver con el sincretismo. Se trata de hacer frente a nivel religioso a una realidad que está afrontando toda la humanidad», añade el también prefecto del Pontificio Consejo para el Diálogo Interreligioso.
Apoyo global…
Los primeros apoyos para la jornada llegaron del mismo Papa Francisco y de Ahmed al Tayeb, gran imán de la Unviersidad de Al Azhar, principal institución académica del Islam sunita. Les siguió el secretario general de la ONU, António Guterres, además de instituciones como el Consejo Mundial de las Iglesias y el Consejo Judío Mundial. «La invitación la extendimos a las comunidades hindú, jain, sij y budista, y han manifestado también su adhesión. Esto es algo muy importante y bonito, que nos va a ayudar a sentirnos unidos espiritualmente toda la humanidad», subraya el cardenal Ayuso.
El Papa ofreció este jueves la Misa por esta intención, uniéndose a todos los creyentes «para pedirle a Dios misericordia y piedad en este momento trágico de la pandemia. Todos somos hermanos». En la homilía, ha subrayado que «no esperábamos esta pandemia, pero ahora está aquí. Y mucha gente muere. Y muchas personas mueren solas». En esta situación, previno contra la tentación de pensar que «a mí no me ha tocado, gracias a Dios». «¡Piensa en los demás! Piensa en la tragedia y también en las consecuencias económicas, las consecuencias para la educación y lo que sucederá después».
«Cada uno reza como sabe, cómo puede, según su propia cultura. No estamos rezando unos contra otros», sino como hermanos, «ayunando, pidiendo perdón a Dios por nuestros pecados, para que el Señor tenga misericordia de nosotros, para que el Señor nos perdone». El Santo Padre ha recordado también que «hay muchas otras pandemias que hacen morir a las personas y no nos damos cuenta», como el hambre, que en los primeros cuatro meses de este año mató a 3,7 millones de personas.
… y desde España
En España, representantes de los cristianos, judíos y musulmanes se han sumado a la jornada con un texto en el que elevan sus oraciones a Dios por el fin de la pandemia. En el documento –firmado por Isaac Benzaquén, presidente de la Federación de Comunidades Judías; Adolfo González Montes, obispo de Almería y presidente de la Subcomisión Episcopal para las Relaciones con las Confesiones; y Mohamed Ajana El Quafi, secretario general de la Comisión Islámica–, muestran la cercanía de las tres religiones hacia los enfermos y encomiendan a los fallecidos, a cuyos familiares se unen en el dolor. También reconocen y agradecen el trabajo del personal del personal sanitario y la comunidad científica por su trabajo «con auténtico espíritu de servicio y entrega por el bien de la humanidad».
«Será esta –añaden– una jornada de oración, ayuno y obras de misericordia, en la que las comunidades creyentes y cuantas personas de buena voluntad se asocien a ella supliquen a Dios a una sola voz para que ayude a la humanidad a salir de esta situación de dolor y sufrimiento, y nos afiance en la fe de que su misericordia y amor por nosotros no tienen fin».
Concluyen recordando que las tres religiones monoteístas celebran estos días sus grandes fiestas: la Pascua judía, la Pascua cristiana y el Ramadán. «Tiempo propicio», afirman, para orar y cambiar, «para volvernos al rostro de nuestro prójimo y elevar a Dios el corazón orante por la salvación del mundo».
Apuesta por la educación
Para el prefecto del Pontificio Consejo para el Diálogo Interreligioso, convocatorias de este tipo siguen alimentando el progreso del Alto Comité para la Fraternidad Humana. «Son hitos, puntos del camino que no coinciden ni con la salida ni aún con la meta». El comité que preside nació en agosto para promover la difusión del Documento sobre la fraternidad humana firmado en febrero de 2019 en Abu Dabi por el Papa y el gran imán de Al Azhar.
El apoyo a esta propuesta sigue creciendo, según Ayuso, «sin prisa pero sin pausa. No queremos fuegos artificiales, sino difundir su espíritu para que después, localmente y en lo personal, cada uno actúe manifestando ese respeto hacia cada ser humano, a pesar de las dificultades» que puedan presentarse en distintos contextos. Una apuesta especial es la difusión en el ámbito educativo, planteando «a las autoridades que a todos los niveles se ofrezcan momentos de reflexión sobre la importancia de promover la fraternidad hoy». Esto implica participar en encuentros y eventos oficiales. Pero «lo que más nos mueve es el deseo de trabajar juntos para hacer llegar a las bases» de todas las sociedades «un mensaje de fraternidad que pueda ayudarnos a construir un mundo donde las diferencias no sean un problema sino, al contrario, una riqueza que en esta diversidad es imagen de Dios».