Cantalamessa: «Escuchemos a la hermana muerte con docilidad» - Alfa y Omega

Cantalamessa: «Escuchemos a la hermana muerte con docilidad»

«Participar en la Eucaristía es la forma más verdadera, más justa y más eficaz de prepararnos a la muerte», ha dicho el cardenal Raniero Cantalemessa este viernes, en su primera predicación de Adviento ante el Papa y numerosos cardenales y miembros de la Curia

Redacción
Foto: Vatican Media

Raniero Cantalamessa, predicador de la Casa Pontificia y recientemente creado cardenal por el Papa Francisco, ha desarrollado este viernes en el Vaticano su primera predicación de Adviento en relación al contexto de pandemia que vive el mundo. Concretamente, ha predicado sobre tres verdades eternas: primera, «que todos somos mortales y no tenemos una morada estable aquí abajo»; segunda, la vida del creyente no termina con la muerte, «porque nos espera la vida eterna»; y tercera, «no estamos solos a merced de las olas en el pequeño barco de nuestro planeta, porque Jesús está con nosotros».

Cantalamessa ha constatado que la muerte es parte de la realidad humana, y ha subrayado que el modo sapiencial de hablar sobre la muerte está presente en la Biblia, en el cristianismo y en todas las culturas, además de en autores como Jean-Paul Sartre o Martin Heidegger, para quien «el núcleo sólido, seguro e infranqueable sobre el que se basa la existencia del hombre es su nada». Sin embargo, Cantalamessa recordó que san Agustin «ya había anticipado esta intuición del pensamiento moderno sobre la muerte, pero para sacar de ello una conclusión totalmente diferente: no el nihilismo, sino fe en la vida eterna».

En un mundo que enfatiza los avances tecnológicos y las conquistas de la ciencia, Cantalamessa se ha referido a la pandemia diciendo que «la presente calamidad ha venido a recordarnos lo poco que depende del hombre proyectar y decidir su propio futuro». Por eso, «no hay mejor lugar para colocarse para ver el mundo, a uno mismo y todos los acontecimientos en su verdad que el de la muerte. Entonces todo se pone en su justo lugar».

El predicador de la Casa Pontificia aterrizó esto en la práctica, pues «el punto de vista de la muerte otorga una ayuda extraordinaria para vivir bien. ¿Estás angustiado por problemas y dificultades? Mira estas cosas desde el lecho de muerte. ¿Cómo te gustaría haber actuado? ¿Qué importancia darías a estas cosas? ¡Hazlo así y te salvarás! ¿Tienes una discrepancia con alguien? Mira la cosa desde el lecho de muerte. ¿Qué te gustaría haber hecho entonces: haber ganado o haberte humillado? ¿Haber prevalecido o haber perdonado?».

De este modo, pensar en la muerte «nos impide apegarnos a las cosas. La hermana muerte es una muy buena hermana mayor y una buena pedagoga. Nos enseña muchas cosas; basta que sepamos escucharla con docilidad».

Esto también es importante en el campo de la evangelización, ya que «el pensamiento de la muerte es casi la única arma que nos queda para sacudir del letargo a una sociedad opulenta. La cuestión sobre el sentido de la vida y de la muerte desempeñó un papel notable en la primera evangelización de Europa y no se excluye que pueda desempeñar uno análogo en el esfuerzo actual por su nueva evangelización».

«Jesús libera del miedo a la muerte a quien lo tiene, no al que no lo tiene e ignora alegremente que debe morir. Vino a enseñar el miedo a la muerte eterna a aquellos que sólo conocían el miedo a la muerte temporal», ha afirmado Cantalamessa.

Por último, el capuchino ha recordado que «participar en la Eucaristía es la forma más verdadera, más justa y más eficaz de prepararnos a la muerte, pues en ella celebramos también nuestra muerte y la ofrecemos, día a día, al Padre. En ella hacemos testamento, decidimos a quién dejar la vida, por quién morir».