Campaña cuaresmal por las contemplativas: «Si una monja pide ayuda es porque la necesita» - Alfa y Omega

Campaña cuaresmal por las contemplativas: «Si una monja pide ayuda es porque la necesita»

La Fundación DeClausura anima en Cuaresma a dar limosna a las comunidades monásticas zarandeadas por la pandemia

Redacción
«Estos dos últimos años de pandemia han zarandeado a muchas comunidades», dice DeClausura. Foto: Fundación DeClausura.

«Luz, gas, agua, alimentos… Como cualquier familia, las comunidades contemplativas intentan hacer frente a la subida de los precios energéticos y de la lista básica de la compra. Muchas de ellas no llegan a fin de mes. Su actividad productiva continúa muy afectada por la pandemia que ha agravado la situación vital de monasterios y conventos»: este es el llamamiento que la Fundación DeClausura está realizando esta Cuaresma para colaborar en el sostenimiento de las monjas y monjes contemplativos de toda España.

El estilo de vida monástico ha sido sostenible a la largo de las siglos gracias al trabajo artesano y al voto de pobreza, «pero la falta de vocaciones, la despoblación de las zonas rurales en las que se encuentran y estos dos últimos años de pandemia han zarandeado a muchas comunidades que intentan a duras penas seguir viviendo de su trabajo y pagar las costosas obras que requieren la conservación de los monasterios y conventos en los que habitan», afirma la fundación.

DeClausura constata que en estos años de pandemia las comunidades contemplativas han sufrido la muerte de hermanas y hermanos, unos por edad y otros a causa de la COVID-19; la parálisis de su actividad productiva durante el confinamiento; la falta de huéspedes y la escasez de ventas de sus productos a causa de la crisis socioeconómica y de su situación geográfica en un entorno rural afectado también por la crisis del turismo.

La fundación da voz a sor María Micaela Velón, abadesa de las clarisas de Carrión de los Condes, que asegura que las monjas «no se van a morir de hambre, pero carecen de los nutrientes propios de una alimentación saludable». Conocedoras de la realidad de algunas comunidades, afirma que «si tenemos, damos y si no tenemos, acudimos a la mesa del Señor, y el Señor nunca nos ha fallado». Sin embargo, «cuando unas monjas de clausura piden ayuda es porque realmente la necesitan», confirma la abadesa.

«Las cuentas no salen con menos ingresos y cuotas a la Seguridad Social a pagar», dicen las monjas. Foto: DeClausura.

«También es habitual encontrarse con comunidades que necesitan ayuda y no la piden», señala Cecilia Cózar, en contacto habitual con las contemplativas en nombre de la Fundación DeClausura, una entidad sin ánimo de lucro gestionada por laicos de la Iglesia que apoya desde 2006 a monasterios y conventos. Este acompañamiento es imprescindible para poder decidir a quienes destinar la ayuda económica que recaudada la fundación, teniendo en cuenta sus necesidades urgentes de los monasterios y conventos y las consecuencias de la crisis socioeconómica y sanitaria.

En el último año, la fundación ha apoyado a 73 comunidades al asumir los gastos corrientes de electricidad, gas, calefacción, mantenimiento y manutención; el pago de deudas a la Seguridad Social; y los gastos de entierro, no tan extraordinarios teniendo en cuenta la edad media de las comunidades y la situación sanitaria. Además, no son pocos los trabajos realizados en favor del bienestar de las hermanas y hermanos mayores: reparación de ascensores, instalación de rampas o grúa para facilitar su movilización. La fundación también lucha por conservar los edificios en los que habitan estas comunidades, muchos de ellos con siglos de historia y catalogados como Bien de Interés Cultural: reparaciones en la iglesia, en el coro, en la enfermería, en un monasterio que sufrió un incendio; gastos de obras, reformas y acondicionamiento; reparación de tejados con goteras, termitas y/o humedades.

Por último, la fundación apoya el esfuerzo y las iniciativas puestas en marcha por las comunidades para seguir viviendo de su trabajo artesano a través de la compra de maquinaria, equipamientos y utensilios: una batidora, un fregadero, un gallinero, una máquina de coser, otra para hacer formas, productos frescos, equipos informáticos…