Buenas personas y personas buenas - Alfa y Omega

Buenas personas y personas buenas

José Francisco Serrano Oceja

Escribió Antoine de Saint-Exupéry que, «si quieres construir un barco, no empieces por buscar madera, cortar tablas o distribuir el trabajo. Evoca primero en los hombres y mujeres el anhelo del mar libre e infinito». La crisis multipolar que padecemos es, también, crisis de liderazgo. La relación entre la ética y el liderazgo es demasiado estrecha como para no darnos cuenta de que la nivelación generalizada, el descenso de los estándares de exigencia, la ausencia en la sociedad, en la política, de personalidades que marquen tendencia y que combinen el carisma con la conjunción de virtudes está lastrando la salida a la crisis. Hay una especie de conjura en la que muchos se han empeñado en tirar hacia abajo. Ocurre en la formación, en la exigencia, en la modelación del carácter, también en el camino de la santidad. Bien dijo quien afirmó que las crisis mundiales, y estamos en una dramática, son crisis de santos. Fijémonos, como hace nuestro autor, en la Historia. Isócrates, preocupado por el bien común, en su discurso programático Contra los sofistas, defiende la misión basada en un acuerdo común en los intereses más altos que los de los propios Estados. Insiste en la relevancia de la educación de la juventud para que abandone lo mezquino y crezca en ella la grandeza de espíritu. Con sus diatribas en el Areópago, procuró mover la razón y el corazón de los atenienses para que cambiaran su modo de vida. La joven generación, inmersa en la crisis que acarreó la segunda liga marítima, se conmovió por la fuerza de los argumentos de Isócrates y de Demóstenes. Nadie como éste, el líder de la libertad democrática, supo denunciar la demagogia tiránica y el materialismo que consumía a los ciudadanos, y los convertía en una masa anónima. Tanto Isócrates como él denunciaron el despilfarro de los bienes públicos, puestos al servicio de los apetitos de la masa, y denunciaron la claudicación de los ciudadanos ante los poderes destructores de la fibra ética. Demasiadas similitudes con el presente. Sólo una educación ética, destinada a la conformación de un carácter perfilado por el equilibrio de las virtudes, hará posible un futuro humano. Toda educación ética lo es para el liderazgo ético. El libro que nos ocupa bien pudiera ser una versión actualizada de la Ética a Nicómaco, o de uno de los clásicos manuales de Paideia. El profesor de la Universidad de la Rioja Sonnenfeld, doctor en Medicina y en Teología, dibuja un proyecto de educación para la virtud. El subtítulo: La sabiduría del decidir bien tiene reminiscencias no sólo de la relación entre ética y retórica, también de la misión de la política. Aparentemente, su libro puede estar escrito para el programa de un MBA, o para una Escuela empresarial. Pero tanto por su planteamiento como por los temas y sus enfoques, trasciende con mucho lo que pretende. Un libro que propone una atractiva arquitectura sobre la confianza, el conocimiento de uno mismo, la necesidad de ser buenas personas y personas buenas, la virtud, la libertad, la finalidad de las acciones, la prudencia en la ejecución, el espíritu de servicio, el liderazgo del amor y la felicidad, es un libro clave para la madurez de la persona en cualquier plan y programa de educación superior.

Liderazgo ético. La sabiduría de decidir bien
Autor:

Alfred Sonnenfeld

Editorial:

Encuentro

Año de publicación:

2012

Páginas:

240