Con motivo de la celebración en el Jardín Botánico de Madrid los días 7 y 8 de junio de dos conciertos de Bob Dylan, recordamos algunos aspectos musicales y religiosos del compositor y su relación con el Papa Juan Pablo II con ocasión del Congreso Eucarístico de Bolonia del año 1979.
Considerado como una de las figuras más polifacéticas en su producción artística (músico, compositor, cantante y poeta estadounidense) así como uno de las más influyentes en la música popular del siglo XX y comienzos del XXI, Bob Dylan nació en Mensota (EE. UU.) el 24 de mayo de 1941 y en 2016 recibió el Premio Nobel de Literatura. Sus géneros musicales han transitado por el rock, el folk, el country, el blues, el góspel, o la canción protesta, y ha utilizado como instrumentos su propia y barítona voz, la guitarra, la armónica, el bajo, el piano o el teclado.
Miembro de la Academia de las Artes de Berlín y de las estadounidenses de las Artes y las Ciencias y las Artes y las Letras, la mayor parte de su trabajo y la más conocida data de los años 60, cuando se hizo famoso por darse a conocer como cantautor folk, con composiciones como Blowin’ in the wind, y A hard rain’s a-gonna fall, ambas con un gran tinte de protesta social.
Si atendemos a su primera producción, el vinilo sencillo Like a Rolling Stone fue elegido como la mejor canción de todos los tiempos por la revista Rolling Stone. Su álbum Bringing it all back home deja atrás la música folk modificando la música popular, y posteriormente Highway 61 revisted mezcla la música rock con composiciones complejas y literarias, siendo uno de los trabajos musicales más destacados del siglo XX.
Las letras de Dylan incorporan una variedad de temas sociales, políticos, filosóficos y literarios que desafiaron la música pop convencional existente y apelaron generalmente a la contracultura emergente en la época. En 2007 fue premiado con el Príncipe de Asturias de las Artes y un año después obtuvo un reconocimiento honorario del Premio Pulitzer por su «profundo impacto en la música popular y en la cultura norteamericana, marcado por sus composiciones líricas de extraordinario poder poético». En 2012 recibió la Medalla Presidencial de la Libertad por parte del presidente Barack Obama. En 2016 la Academia Sueca le otorgó el premio Nobel de Literatura por «haber creado una nueva expresión poética dentro de la gran tradición de la canción estadounidense».
Vamos a referirnos a un aspecto específico de su vida que atañe a su conversión al cristianismo. A finales de la década de 1970, Dylan se convirtió en un cristiano renacido y publicó bajo el paradigma de su nueva fe el álbum Slow train coming, con una de las canciones más comerciales en su historia —un reggae con letra inspirada en el Génesis donde el compositor interpreta cómo Adán fue dando nombre a cada uno de los animales—. Fue acompañado por Mark Knopfler y producido por Jerry Wexler, y este último contó que Dylan intentó evangelizarlo durante la grabación del álbum, a lo que contestó: «Bob, estás tratando con un judío ateo de 62 años. Vamos a hacer el álbum».
Durante las giras llevadas a cabo desde finales del 79 hasta la primavera del 80 Dylan dejó de interpretar sus más populares canciones profanas y comenzó a realizar en el escenario declaraciones sobre su fe. «Hace años me dijeron que era un profeta. Yo solía decir: “No, no soy un profeta”. Ellos decían: “Sí lo eres, eres un profeta”. Yo decía: “No, no soy yo”. Solían convencerme de que era un profeta. Ahora salgo y digo que Jesucristo es la respuesta».
La conversión de Dylan al cristianismo produjo el rechazo frontal de un sector de su público y de compañeros de profesión como John Lennon, con su demo Serve yourself como respuesta a la canción de Dylan Gotta serve somebody. Stephen Holden escribió en The New York Times: «Ni la edad ni su muy publicitada conversión como cristiano renacido han alterado su temperamento esencialmente iconoclasta».
A mediados de 1997, el viejo cowboy de voz polvorienta, tras haber superado una micosis sistémica que tuvo a todos en vilo, se repuso y fue a Bolonia para regresar a los escenarios, cantando y tocando en el decimotercer Congreso Eucarístico Internacional para Juan Pablo II. Posteriormente el Papa leyó un sermón ante un público de más de 200.000 personas basado en la letra de la canción Blowin’ in the wind. «Un representante de ustedes —dijo a los presentes, refiriéndose a Dylan— que la respuesta a las preguntas de la vida está soplando en el viento. ¡Es verdad! Pero no en el viento que sopla y se lleva todo en remolinos vacíos, sino en el viento que es aliento y la voz del Espíritu, una voz que llama y dice: “Ven”». Prosiguió, citando la letra del tema de Dylan: «Me han preguntado cuántos caminos debe caminar un hombre antes de que puedan llamarlo propiamente hombre. Respondo: «¡Uno! Hay un solo camino para el hombre y ese camino es Cristo»». En todo caso, cuando subió al escenario, después de la intervención de cierre de la jornada del Papa, Dylan terminó su concierto tocando Forever young, que comienza diciendo: «Que Dios te bendiga y te guarde siempre».
Después de estrechar la mano del mítico cantante y poeta, el Papa abandonó la fiesta. El saludo de Dylan al Papa en el concierto de clausura del congreso fue largo, casi más que su actuación.
Andrés Iraizoz