Betty Rivera: «El proceso de renovación en el Regnum Christi no ha concluido»
En la Jornada Mundial de la Vida Consagrada, la directora territorial de las consagradas de esta federación afirma que conocer los casos de abusos les ha llevado a una vida más evangélica
Es consagrada de Regnum Christi y directora territorial en España. Se conoce mucho a los legionarios, pero no tanto a las consagradas. ¿Quiénes son y qué hacen?
Somos mujeres que hemos recibido una llamada personal de Cristo a seguirle y a vivir consagradas a Él abrazando la forma de vida de Jesús. Tenemos votos privados de pobreza castidad y obediencia y vivimos en comunidades internacionales. Somos parte de la familia del Regnum Christi junto con los legionarios de Cristo, los laicos consagrados del Regnum Christi y los laicos. Buscamos servir a las necesidades del mundo, de la Iglesia y del Regnum Christi, particularmente en la formación de apóstoles.
¿Por qué decidió abrazar esta vida?
Realmente considero como que el Señor lo decidió para mí. Yo tenía mis planes, que eran apasionantes, con muchísimos sueños. Quería ser abogada, tener una familia de al menos cuatro hijos y me fui dando cuenta de que el Señor tenía otros planes. Me asustaron, porque yo nunca había pensado en entregarle toda mi vida, pero fueron acogidos en mi corazón.
Ha pasado por varios países. ¿Cómo ha sido su servicio pastoral?
Llevo 25 años haciendo lo que el Señor me pide, que han sido maravillosos porque ha sido un poco de todo. Cuando me consagré, trabajé en North Island con niños, tenía actividades y campamentos de formación. Luego estuve en México en la pastoral de los colegios, con las clases de Religión, de formación católica, clubes en los que se hacían proyectos apostólicos, campamentos de verano. Luego me tocó hacer esto mismo en varias ciudades en Estados Unidos. También hice servicios de administración y gestión para apoyar a los gobiernos territoriales de las consagradas en Estados Unidos y al gobierno general durante varios años. Los últimos ocho años, antes de venir a España, estuve en Filipinas. Allí fui directora de un colegio y estuve también en el desarrollo de un nuevo centro educativo, en la coordinación de la labor del Regnum Christi para Manila y en el apostolado con mujeres, dando dirección espiritual, predicando retiros…
Son consagradas y forman parte de la vida consagrada, pero también tienen características de los laicos. ¿Es una ventaja?
No sé si es una ventaja o no, simplemente es el camino en el que el Señor a mí me ha llamado. A mí me encanta, porque lo veo como la forma en que me invita a hacerlo presente a Él, hacer presente el Evangelio en realidades temporales. Es bonito, porque hay personas que quizás no se acercan a la Iglesia y esto es una manera de llevarlas al Señor o de acercarles la Iglesia.
¿Hay vocaciones consagradas en el Regnum Christi?
Somos cerca de 500 consagradas en el mundo. Hay consagradas jóvenes que están entrando, pocas, y cada una es un regalo. Es un milagro y precioso ver que el Señor sigue invitando. Es verdad que hemos hecho un proceso en el que se han ampliado las etapas de discernimiento de tal manera que son caminos más madurados, mejor acompañados, en los que tenemos la dicha de ayudar a las jóvenes en su camino buscando su plenitud vocacional.
¿Cómo afrontar estos tiempos donde no domina la abundancia?
Yo creo que uno de los grandes retos que tenemos en la vida consagrada y en la Iglesia es aprender a caminar juntos porque, ante una disminución de personas consagradas, se nos despierta la invitación a saber mirar al hermano de al lado, al laico, al bautizado que también está llamado a una vida de santidad y de apostolado, y que podemos complementarnos juntos en misión buscando llevar la alegría del Evangelio al mundo. Creo que tenemos un reto de aprender a trabajar juntos, de complementarnos, de anunciar con nuevos métodos y con testimonios de alegría auténticamente cristiana lo que nosotros hemos encontrado.
¿Cuáles son los desafíos de las consagradas del Regnum Christi para los próximos años?
Creo que el más importante es seguir interiorizando en este camino de renovación por el que nos ha llevado la Iglesia, que nos ha beneficiado mucho, apuntando a temas como el servicio de autoridad y obediencia, a seguir vivificando nuestras comunidades para que sean espacios de encuentro, de impulso apostólico donde se regenere siempre el amor al Señor. Y tenemos muchos retos de misión: cómo llegamos hoy al joven, a la familia, cómo los encontramos en la situación en la que están, en su realidad. Tenemos el gran reto también de un camino sinodal. Nosotros, como hemos sido constituidos como federación, que es una realidad que nos abraza como consagradas, legionarios de Cristo, laicos consagrados y seglares, el reto de hacer vida lo hemos plasmado en nuestros estatutos y es una tarea que se nos presenta.
¿Cómo han vivido la renovación en la congregación, con el proceso frente a los abusos y los nuevos estatutos? ¿Y usted personalmente?
El proceso de renovación no es un proceso que hayamos concluido. Haber conocido las noticias tan tristes de la vida del fundador nos ha llevado a replantearnos muchas cosas y a buscar una vida más evangélica. Hemos podido reflexionar sobre todos los aspectos de nuestra vida, desde la forma de vivir el servicio de autoridad y obediencia, la formación, cómo nos acompañamos como comunidades, el tipo de misión… Ha sido un proceso en el que hemos tenido largos ratos de oración, retiro, iluminación por parte de personas externas de la Iglesia, muchos momentos comunitarios de conversación y discernimiento comunitario. Y yo he vivido este proceso con alegría por redescubrir mi llamada y con mucha esperanza y gratitud por la presencia de la Iglesia.
La realidad de los abusos nos ha golpeado de forma muy intensa. Pensar que una persona que ha sido confiada al cuidado de nuestra familia espiritual buscando al Señor haya sido afectada de esta manera es estremecedor, y nos lleva a hacernos muchas preguntas y a tomar decisiones sobre cómo podemos en nuestras comunidades tener una mejor formación afectiva, cómo acompañarnos mejor, cómo prevenir para que no vuelva a suceder algo así y cómo atender a las víctimas y favorecer caminos de verdad, justicia y sanación. Creo que los abusos son una realidad que, como toda la Iglesia, hemos tardado en nombrar y yo agradezco los pasos que se están dando, porque percibo que se está acogiendo la llamada a una conversión profunda.
Evidentemente, la mujer es mayoría en la vida consagrada. ¿Cuál debe ser su papel en la Iglesia hoy?
Creo que la mujer tiene un papel muy importante en la vida consagrada, que puede parecer un tópico, pero es el genio femenino humanizador que tiene —este don de acoger la vida, de mirar a la persona, de empatizar, de escuchar— y puede aportar mucho en todos los niveles, desde el acompañamiento, la dirección espiritual, la predicación, el apoyo en la formación de los sacerdotes, la educación y tantos otros. Creo que nuestra madre la Virgen María es un gran ejemplo para nosotros de que el Señor nos llama a todos, y que a todos nos toca poner todo de nuestra parte desde nuestra vocación, misión e identidad para hacer presente el Reino de Cristo.