Buena parte de los críticos en el arte de hacer series se han lanzado a la yugular de las Bellas Artes estrenadas en Movistar Plus+. Es cierto que en seis capítulos de apenas media hora de duración cada uno no se le pueden dar más que unas pocas pinceladas al cuadro que proponen Mariano Cohn y Gastón Duprat, pero me temo que a muchos les ha dolido más el ácido retrato que se hace de la tiranía woke que otras cuestiones de mayor calado.
La miniserie gira en torno a Antonio Dumas (el actor argentino Óscar Martínez), un viejo y prestigioso historiador que se presenta a un proceso de selección para el famoso (y ficticio) Museo Iberoamericano de Arte Contemporáneo de Madrid. Con cierta irreverencia, porque le dan a todo lo que se mueve, a veces con excesivo trazo grueso, la comedia funciona en lo fundamental y nos sumerge en la consabida pregunta posmoderna acerca del arte. ¿Qué es el arte? «Morirte de frío», respondía el chiste malo.
Lo más interesante, a mi juicio, es la verdadera incorrección política que maneja y el apuntar, aunque sin rematar, hacia el crudo paisaje interior de un padre que no sabe serlo. Asoman personajes secundarios, como José Sacristán o Dani Rovira, a los que se les podría haber sacado mucho más partido. Y aparece asimismo en el horizonte una enigmática Ángela Molina, que parece pedir una segunda temporada de la serie, en la que ella tome mayor protagonismo.;
El título, que es inmediatamente tuneado por el de Malas artes, no engaña a nadie. Aquí hay poca verdad, escaso bien y toda la belleza que usted sea capaz de ver en el cadáver de una ballena en descomposición. Crítica al nihilismo artístico, revestido de progreso, y también a ese conservadurismo que predica y es incapaz de dar trigo y de conservar lo más valioso que tiene en la galería de su propia vida.