Beatriz Mesa: «Nunca he entendido el periodismo lejos del trabajo de campo»
Ha cubierto todos los conflictos surgidos durante los últimos años en la región del Magreb y el Sahel. Ha estado presente en las primaveras árabes de Túnez, Egipto y Marruecos, así como en la guerra de Libia. Ha trabajado en países como Burkina Faso, Argelia, Mauritania , Malí y Senegal para, entre otros medios, la Cadena COPE donde ejerce de corresponsal desde hace 17 años. Lleva cerca de dos décadas viviendo en Marruecos, país que considera su hogar y donde ve crecer a su hijo.
¿Es un desafío ser mujer en estas zonas de conflicto?
No tendría por qué influir, teóricamente, en una cobertura sobre conflictos. De hecho, en mi caso, durante todos estos años serlo me ha favorecido positivamente. Pese a ser un área muy masculinizada, siempre me he encontrado a compañeros que han sido mis interlocutores, mis fuentes de información y me han protegido en distintas situaciones. Pero he de reconocer que en algunos momentos me he sentido amenazada por los abusos verbales de mis entrevistados. Recuerdo que con un barón de la droga en Bamako me vi en una encerrona y el fantasma de la violación me sobrevoló. Ahí sí sentí miedo.
A las situaciones de crisis de los países en los que ha ejercido su profesión se suman catástrofes naturales, como el terremoto de Marruecos, que agravan la dificultad de la cobertura.
En estos momentos tenemos que demostrar que somos comprometidos. Yo nunca he entendido el periodismo fuera del trabajo de campo. El periodista, además de ser periodista es persona, y eso significa que el contacto establecido con las asociaciones no solo es para informar a mi medio sino para generar ayuda. Desde que estalló la sacudida en Marruecos estamos trabajando para paliar el desastre entre amigos y conocidos afectados. El terremoto no dura solo los dos días de las cifras de muertos y heridos, sino que hay todo un proceso de reconstrucción. Esto también es periodismo, social.
El Papa pide a los periodistas «encarnar la realidad» y aportar «esencia y alma» a lo que comunicamos. ¿Es necesario convencernos de la necesidad de humanizar la información?
Totalmente. Se ha perdido la parte humana y se debería replantear desde los medios de comunicación que mandan enviados especiales a lugares críticos, como en este caso Marrakech. Son muchos los medios que han puesto el foco en una dimensión política. Se han obstinado en hablar de un Marruecos que no responde a una situación de crisis cuando no es verdad. Ahora se trata de salvar vidas y responder a las necesidades más urgentes y Marruecos lo está haciendo. Servirse de una autorización de cobertura tan importante para hacer oposición política no me parece serio. Entonces, ¿nos están importando los muertos o la agenda es otra?
¿Contamos una realidad paralela basada en intereses?
Venimos desde Occidente con clichés, con una visión hostil hacia Marruecos por lo que es políticamente, sin ver todos los Marruecos que hay dentro de un gran Marruecos. Y eso no se puede conocer en un paracaidismo periodístico. Eso se conoce con el tiempo. No es correcto, no es serio. Por eso es tan importante la figura de un corresponsal que tiene historicidad y perspectiva.
También eres docente en Marruecos y Senegal. ¿Es cada vez más necesaria la formación, no solo académica sino en valores, de los futuros periodistas?
El periodista necesita la academia. En este momento vivimos en una información cortoplacista. Ahora todos estamos informando del terremoto, pero será dentro de dos meses cuando comprobemos qué medios continúan informando. El mayor sufrimiento que yo padecí después de las primaveras árabes es que más allá de las caídas de los regímenes o líderes autoritarios, nadie quiso seguir informando sobre la posrevolución. Ese vacío lo tienen que cubrir aquellos profesionales que están constantemente formándose.