Beatificados otros cuatro mártires asesinados en la Guerra Civil
Se trata de cuatro sacerdotes operarios víctimas de la persecución religiosa de los años 30 en España
Francisco Cástor Sojo López, Millán Garde Serrano, Manuel Galcerá Videllet y Aquilino Pastor. Así se llamaban los cuatro sacerdotes operarios, asesinados durante la persecución religiosa de la Guerra Civil española, que este sábado han sido beatificados en la Basílica de Santa María de Tortosa (Tarragona) en una misa presidida por el cardenal Marcello Semeraro, Prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos. Se trata de los cuatro mártires que faltaban por beatificar de los 30 con que cuenta la Hermandad de Sacerdotes Operarios, fundada en 1883 por el beato Manuel Domingo y Sol.
En su homilía, Semeraro ha hecho hincapié en que la entrega a Dios «debe ser una elección libre», de donde luego surgirá la pregunta de cómo hacerlo. «Renegando de uno mismo», respondió el cardenal. A su juicio, eso ya es «una primera y exigente condición, que no significa repudiar lo que se es, sino lo que se ha llegado a ser a causa del egoísmo, del interés propio». «Puede que no sea difícil para el hombre renunciar a sus propiedades, pero lo más difícil es, precisamente, negarse a sí mismo. Es un sacrificio menor desprenderse de lo que se posee: la dificultad extrema reside en el desapego total de lo que se es», ha asegurado.
De los nuevos beatos, el cardenal ha subrayado que «aceptaron esta enseñanza de Jesús con el corazón abierto y la hicieron realidad en sus propias vidas». Ha recordado que eran sacerdotes y que, «aunque procedían de diócesis diferentes, estaban unidos no sólo en la fraternidad sacramental, sino también en la de los Sacerdotes Operarios Diocesanos, y por ello se dedicaron especialmente a la promoción y formación de las vocaciones sacerdotales».
«No buscaban el martirio, porque uno no busca el martirio, sino que lo sufre. Pero cuando llegó el momento de dar su testimonio de Cristo con la sangre, no lo rehuyeron y abrazaron su cruz con amor. Así, tres de ellos, como el líder, el beato Francisco Cástor Sojo López, sufrieron la muerte por asesinato y uno, el beato Millán Garde Serrano, soportó la tortura con una actitud de perdón hacia sus verdugos y con confianza en el Señor», ha destacado Semeraro.