Beatificada sor Leonella, mártir en Somalia: «El perdón es el DNI del mártir cristiano»
El prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos expresó su esperanza de que la beatificación de sor Leonella Sgorbati, asesinada en 2006, sea «una semilla de esperanza» en un país «de desolación y muerte»
El martirio de sor Leonella Sgorbati «invita a deponer las armas y a transformarlas en instrumento de trabajo y de paz» en Somalia, un país del África oriental convertido en «un lugar de desolación y muerte». Lo afirmaba el prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos al beatificar, el sábado en Piacenza (Italia), a la misionera de la Consolata asesinada por un islamista el 17 de septiembre de 2006 en Mogadiscio.
Algunos líderes islamistas del país atribuyeron su asesinato al discurso que cinco días antes pronunció Benedicto XVI en Ratisbona, y cuyas alusiones al islam fueron muy criticadas en el mundo musulmán.
Durante su homilía, el cardenal Amato recordó que las últimas palabras de la religiosa fueron «perdono, perdono, perdono». «Las mismas palabras de Jesús cuando perdonó a quienes lo crucificaron: “Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen”. Estas palabras son el DNI del mártir cristiano», señaló.
El mártir, por tanto, «no es un fanático destructor», ni «un asesino, sino una víctima inerme e inocente; recibe el mal por el bien, la muerte por la vida». Y, a pesar de todo, «perdona, reza y hace el bien».
Entre los 150 concelebrantes, estaba el arzobispo de Nairobi (Kenia), cardenal John Njue, y el administrador apostólico de Mogadiscio, monseñor Giorgio Bertin. Al conocerse en noviembre la noticia de la beatificación, monseñor Bertin afirmó a Alfa y Omega que la mártir «era muy abierta de mente, paciente y deseosa de hacer el bien. Yo le decía en broma que su corazón era mayor que su cuerpo (¡y ella era grande!)».
La presencia católica, «brutalmente eliminada»
Los días siguientes a su asesinato –continuaba– «fueron de una gran conmoción entre quienes la conocíamos. La mayor parte de la población somalí estaba indignada». Este obispo lo es también de Yibuti, donde ha tenido que instalarse ante la imposibilidad de llevar a cabo su ministerio pastoral en Somalia.
Durante su homilía, el cardenal Amato subrayó cómo en las últimas décadas la presencia católica en Somalia «ha sido brutalmente eliminada: con la expulsión de misioneros, con la represión de los fieles y con los asesinatos crueles e injustificados» de personas como monseñor Salvatore Colombo, primer obispo de Mogadiscio; del misionero franciscano Pietro Turati; de la médico Graziella Fumagalli, que trabajaba para Cáritas; o la misionera laica Simona Brambilla.
El descenso de Somalia al caos y al colapso total de las instituciones arrancó en los años 1980 con una sucesión de enfrentamientos entre clanes, pero no se desencadenó con toda su fuerza hasta 1991, con el derrocamiento del Gobierno de Siad Barre y el comienzo de una guerra civil para la cual no se vislumbra un final.
Aún hoy, el Gobierno federal no puede ofrecer los servicios más básicos, ni garantizar la seguridad de la población. Para plantar cara a Al Shabaab depende de Estados Unidos, la ONU y los países vecinos. Tras el asesinato de sor Leonella, las pocas religiosas de su congregación que había en Mogadiscio dejaron el país.
«Semilla de esperanza»
La única presencia católica es la de un sacerdote neozelandés sin parroquia que atiende a los trabajadores extranjeros en Somalilandia, y unas pocas decenas de feligreses, de origen etíope o keniata, en la capital.
El prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos expresó, con todo, su esperanza de que el martirio de sor Leonella sea «una semilla de esperanza; un regalo que genera paz y fraternidad» en el país.
El Papa Francisco se sumó a este deseo el domingo. Durante el rezo del ángelus, recordó a la nueva beata, cuyo martirio «representan una promesa de esperanza para África y para todo el mundo. Recemos juntos por África, para que haya paz allí».