Baluarte de los musulmanes, Santuario de los cristianos
La Virgen de Torreciudad se entronizó al expulsar a los musulmanes. Nueve siglos después su devoción se extendió por el mundo entero. Hoy peregrinan hasta allí millones de personas
Donde hoy se levanta el Santuario de Torreciudad, se libró una batalla entre musulmanes y cristianos. Allí, en el siglo XI, los invasores mahometanos se defendían parapetados tras un baluarte, del que todavía hoy se conservan restos. En 1084, terminada la reconquista de la zona, los cristianos entronizaron la imagen de la Virgen en la ermita anexa a la fortaleza. La tradición apunta a que incluso con anterioridad a 1084 se veneraba a la Virgen de Torreciudad, imagen que se escondió durante la dominación árabe y que se recuperó una vez tomado el control de la zona. Durante nueve siglos seguidos, Nuestra Señora de Torreciudad ha recibido culto en su ermita, situada entre los riscos que rodean el cauce del río Cinca. Y durante todo este tiempo, los lugareños han acudido en peregrinación para rezar ante la Virgen.
Fue en el siglo XX cuando la devoción a la Virgen de Torreciudad se expandió por todo el mundo y tuvo como protagonista al fundador del Opus Dei. Con apenas dos años, en 1904, Josemaría Escrivá contrajo una grave enfermedad. Los médicos le daban pocas horas de vida. Al recibir la noticia, la madre de san Josemaría le pidió a la Virgen de Torreciudad la curación de su hijo. Si le salvaba, se comprometía a llevarlo en peregrinación hasta su ermita. A la mañana siguiente, el médico acudió de nuevo a la casa de los Escrivá para darles el pésame. Al entrar preguntó: «Pepe, ¿a qué hora ha muerto el niño?». «No solo no ha muerto, sino que está perfectamente», contestaron los padres.
La madre cumplió su promesa y el relato de aquella peregrinación, que sus padres le cuentan posteriormente, se le quedaría grabado para siempre al pequeño Josemaría. Años más tarde, en 1960, el fundador del Opus Dei quiso agradecer este hecho milagroso que le salvó la vida, y decidió construir un santuario, pegado a la antigua ermita, para que su devoción se difundiera por todo el mundo. San Josemaría murió poco antes de ver terminada la construcción. De hecho, el templo se inauguró el 7 de julio de 1975 con un solemne funeral por el alma de Escrivá de Balaguer, que había muerto, repentinamente, doce días antes. En estos 40 años, Torreciudad ha acogido a más de diez millones de peregrinos procedentes de 103 países.
Uno de los eventos clave en la historia del santuario ha sido la Jornada Mariana de la Familia –JMF–, que este sábado cumple su 25ª edición y será presidida por el prelado del Opus Dei, monseñor Echevarría. Los orígenes de esta celebración los encontramos en 1987. Aquel año, Juan Pablo II convocó un Año Mariano y promulgó la encíclica Redemptoris Mater. El Año Mariano se inauguró en Torreciudad el 7 de junio. La convocatoria fue un éxito, pero la situación de la familia en España pasaba momentos difíciles. En 1981 había llegado la ley del divorcio y, en 1985, la despenalización del aborto. En este contexto surge la iniciativa del primer rector de Torreciudad, José Luis Saura, de organizar la JMF para contribuir a la nueva evangelización que tanto deseaba el Santo Padre.
La primera JMF, que se celebra el 14 de octubre de 1989, la preside el entonces nuncio en España monseñor Mario Tagliaferri, bajo el lema La familia cristiana, esperanza del mundo. Acuden 10.000 personas. El año de más afluencia de fieles fue 1999. Presidía monseñor Javier Echevarría y acudieron unos 40.000 fieles. En total, por las Jornadas Marianas de la Familia han pasado más de 360.000 personas. Aunque lo verdaderamente importante es la cantidad de muestras de cariño que los fieles han tenido con la Virgen y viceversa, y que ha ayudado a dar un testimonio alegre de la familia a lo largo de 25 años.