A las Comendadoras de Toledo les están viniendo las cartas mal dadas.
En realidad, se llaman Monjas Comendadoras de Santiago y, desde que Papa Alejandro III aprobó la orden el 5 de Julio de 1175, vienen siguiendo al Señor mediante los votos de castidad y pobreza en una vida de silencio, oración y sacrificio. En Toledo, llevan desde el año 1502. Desde su celosía, pues, más de cinco siglos nos contemplan. Lo han visto pasar todo: la grandeza de imperio, el esplendor de la monarquía hispánica, el declive y la ruina de los reinos, el despotismo ilustrado, la invasión napoleónica, la desamortización, las guerras civiles del siglo XIX, el horror de la Guerra Civil Española y todo lo que vino después. No se crean que por vivir estar en religión viven aisladas. Estando cerca de Cristo uno se entera de muchas cosas. Ya lo decía san Manuel González: hay una sabiduría del Sagrario.
Pero, como les decía, estas hermanas están atravesando un bache. Las principales actividades del monasterio no les dan para cubrir gastos. Como hay pocos niños, la guardería va mal. Como la energía ha subido, el obrador sale cada vez más caro. A las Comendadoras, cuyos dulces han alegrado la vida de generaciones de toledanos, ahora les está tocando atravesar un momento amargo. Han tenido que terminar acudiendo al banco de alimentos.
No hay que preocuparse —con estas monjas están el Señor y su Madre así que ayuda no les falta—, pero sí hay que reaccionar: ellas necesitan a los demás, pero los demás no podemos pasar sin ellas. Cuidado con las monjas. Ustedes ponen a dos o tres de ellas en marcha y, ya ven, construyen un paraíso de mazapanes y dulces de almendra, abren una guardería y, encima, oran por el mundo, adoran y celebran la Eucaristía y hasta les queda tiempo para acoger exposiciones temporales.
Sin embargo, el Señor actúa en la historia también a través de nosotros. En cada cajita de mazapán que ustedes compran, en cada tarta que regalan, en cada dulce que encargan, alienta la vida de esta comunidad que sigue a Cristo. Si Santa Teresa dijo que «entre los pucheros anda Dios», yo no he visto escrito en ningún sitio que no pueda encontrarse, también, entre los hornos que cuecen estas delicias que dan gloria bendita.
Y donde seguro que está el Señor es entre esos niños que van a la guardería. Desde luego, lo ideal es que se pongan ustedes también a la tarea de llenarla de gritos y juegos, pero tal vez lleve algún tiempo. Por lo pronto, pueden ayudarlas comprando estas yemas, estas perrunas y estas roscas de ajonjolí.
Dejen que el Señor actúe a través de ustedes.
Ayuden a las Comendadoras de Toledo.