«Aunque creas que tu corazón está contaminado por el mal, no te cierres a Dios»
El Papa ha animado a los fieles a contemplar el establo de Belén: «Jesús nació en esa pobreza para decirnos que no le asustan nuestras miserias»
«Ante nuestra fragilidad, Dios no retrocede, no permanece en su beata eternidad y en su luz infinita, sino que se hace cercano, se hace carne, desciende a las tinieblas». El Papa Francisco, en su comentario del Evangelio del día antes del rezo del ángelus, ha animado este domingo a los fieles a «dejar entrar al Señor en nuestras vidas».
«Antes de Jesús había dos mundos separados: el cielo y la tierra, el espíritu y la materia. En el Evangelio de Juan también se habla de la luz y las tinieblas: Jesús es la luz que ha entrado en las tinieblas del mundo; en Él no hay opacidad, en Él se da el encuentro entre Dios y los hombres, entre la Gracia y el pecado», ha explicado el Pontífice.
Según el Papa, Dios ha venido al mundo «porque no se resigna a que podamos extraviarnos yéndonos lejos de Él». De este modo, «si nosotros nos consideramos indignos, Él no se detiene; si no estamos preparados, Él prefiere venir de todos modos; y si le cerramos la puerta en la cara, Él espera».
«Jesús es el buen pastor que viene a buscarnos allí donde estamos, allí donde están nuestras miserias. Si te parece que tu corazón está muy contaminado y desordenado por el mal, no te cierres a Dios, no tengas miedo. Piensa en el establo de Belén: Jesús nació en esa pobreza para decirte que no le importa habitar ese corazón. La Navidad nos invita a ver las cosas desde su punto de vista», ha asegurado Francisco.
El Papa ha propuesto el siguiente examen de conciencia: «¿Queremos hacerle espacio a Dios no solo de palabra, sino de manera concreta? Tal vez haya aspectos de nuestra vida que reservamos para nosotros mismos, en los que no queremos meter a Dios. ¿Cuáles son esas cosas que yo creo que a Dios no le gustan? ¿Cuál es el espacio que solo quiero para mí y que no quiero que Dios visite? Cada uno tiene sus propios pecados, pero Dios no se asusta de ellos. Seamos nosotros valientes».