Astrónoma española en el Vaticano: «El telescopio James Webb está cambiando nuestra visión»
Almudena Alonso-Herrero vivió siendo alumna cómo la escuela de verano del Observatorio Astronómico Vaticano la ayudó a «desarrollar amistades y formas de colaboración» para hacer progresar la ciencia «al servicio de la familia humana», como les dijo el Papa. Ahora enseña en ella
Astrónoma y divulgadora, Almudena Alonso-Herrero ha seguido el rastro de las galaxias estudiando en la Universidad Complutense de Madrid y en Oxford, Arizona y Hertfordshire. Es investigadora en el Centro de Astrobiología, un centro mixto del CSIC e INTA, y es parte del equipo del consorcio europeo del instrumento MIRI del telescopio espacial James Webb. Tiene los pies en la tierra, pero la cabeza en las estrellas pues es miembro de la Royal Astronomical Society de Londres, de la European Astronomical Society, de la International Astronomical Union y de la Sociedad Española de Astronomía. Hasta este 30 de junio, es una de las profesoras de la escuela de verano del Observatorio Astronómico Vaticano, desvelando los secretos de los cielos a 24 estudiantes de todo el mundo.
—¿Cómo nació su colaboración con el Vaticano?
—Desde 1986 el Observatorio Astronómico Vaticano organiza la escuela de verano. Tuve el honor de participar como estudiante en 1993. En ese momento estaba haciendo el doctorado y me atrajo la temática, las galaxias, que coincidía con la tesis que estaba preparando. Este año me invitaron a ser una de las profesoras.
—¿Qué rastro dejó en usted?
—Fue una experiencia única y contribuyó a mi carrera científica de manera muy notable. Dieron clase dos profesores con los que más adelante tuve la gran suerte de trabajar en la Universidad de Arizona, en Estados Unidos.
—De hecho, usted publicó el libro Descubriendo galaxias.
—Sí. Y tengo otro libro sobre el telescopio espacial James Webb que es la temática del curso de este año.
—¿Cuál es el perfil de los estudiantes?
—Proceden de todo el mundo y han tenido que superar un proceso de selección. Normalmente son estudiantes de doctorado, de máster o del último año de carrera, que deben demostrar interés en el tema particular que se propone en cada edición.
—¿Tienen algo que ver con la Iglesia?
—No, nada. Se trata de una escuela científica de astrofísica, de astronomía.
—La semana pasada tuvieron una audiencia con el Papa.
—Sí, tuve el gran honor de asistir y poder saludarlo en persona. De su discurso me llamó de manera notable este pasaje: «Esta experiencia de vivir y estudiar juntos no solo será académica y personalmente enriquecedora, sino que ayudará a desarrollar amistades y formas de colaboración que pueden contribuir al progreso de la ciencia al servicio de nuestra única familia humana». Refleja perfectamente la experiencia que yo tuve como alumna de la escuela de verano del Observatorio del Vaticano. Estoy segura de que los estudiantes de este año están ya creando estas amistades y colaboraciones científicas que perdurarán a lo largo del tiempo.
La Specola Vaticana, nombre del observatorio astronómico que los jesuitas dirigen en Castel Gandolfo, junto a la residencia de verano de los Papas, ha convocado este verano a algunos de los máximos expertos mundiales en astronomía. El objetivo era hacer balance de las observaciones que está enviando el telescopio espacial James Webb.
Se trata de descubrimientos sobre Luz primordial y reionización, Formación y evolución de las galaxias, Nacimiento de las estrellas y sistemas protoplanetarios y Sistemas planetarios y origen de la vida. El astrónomo Eiichi Egami, de la Universidad de Arizona, ha explicado que la idea «no es solo poner al día a los estudiantes sobre los últimos descubrimientos astronómicos, sino construir una comunidad y promover la colaboración entre la próxima generación de astrónomos».
—¿Ha cambiado mucho el panorama astronómico desde 1993 hasta 2025?
—Muchísimo, han pasado más de 30 años. Piense que en los tres años que lleva trabajando el telescopio James Webb está cambiando nuestra visión sobre muchísimos temas. Los datos que envía cubren muchos campos de astrofísica y astronomía y están revolucionando el conocimiento. La clave es trabajar para entender estos nuevos datos.
—¿Por dónde podríamos esperar las próximas novedades del James Webb?
—Seguiremos teniendo muchísimas sorpresas, estoy segura. Lo bonito de la ciencia es que es muy difícil predecir. Creo que es cuestión de seguir obteniendo observaciones, analizar los datos, e ir publicando lo que se encuentra. De momento los descubrimientos son fascinantes, como ver galaxias a edades muy tempranas del universo: cientos de millones de años después del Big Bang. Es una edad muy temprana para el universo, si piensa que tiene 13.800 millones de años. Son números astronómicos.
—¿Qué aprendemos sobre nosotros cuando estudiamos las estrellas?
—Estudiar las estrellas, las galaxias y otros objetos astronómicos nos habla sobre el universo. Los astrofísicos buscamos entenderlo. Evidentemente, cada uno aborda un área pequeña porque todo es inabarcable. En mi caso es cómo se formaron y evolucionaron las galaxias.
—¿De qué está hablando a los alumnos?
—De galaxias cercanas; o sea, galaxias que están formando estrellas a un ritmo elevado y galaxias que tienen agujeros negros supermasivos que están en fase de crecimiento. Estos últimos objetos los denominamos galaxias activas, que es el tema en el que yo trabajo.
—¿Usted cómo se apasionó por la astronomía?
—Como mucha gente de mi generación, vi un programa de televisión que se llamaba Cosmos y presentaba Carl Sagan. Cautivó a toda mi generación de astrónomos. También tuve la suerte de que uno de mis tíos tenía un pequeño telescopio que sacaba en las noches de verano. Lo llevábamos por el campo para mirar el cielo. Y eso va poco a poco aficionándote.
—¿En España hay mucha tradición astronómica?
—En nuestro país el nivel de astrofísica es muy alto. Tenemos la suerte de tener cielos muy buenos y hemos tenido históricamente y tenemos observatorios y telescopios estupendos.
—¿En qué ámbito podría decirse que somos referencia?
—Hoy el método de trabajo se basa en grandes colaboraciones internacionales. Un ejemplo es el telescopio James Webb. España ha participado en el desarrollo de dos de sus instrumentos. En esta escuela de verano hay cuatro estudiantes del Instituto de Astrofísica de Canarias; una es española y los otros tres son internacionales, pero están haciendo allí sus tesis doctorales.
—Imagino que la escuela de verano del Observatorio Astronómico Vaticano ayuda justo a facilitar esa colaboración internacional.
—Es parte de su objetivo: divulgar el conocimiento, pero también conocer a expertos en los temas propuestos en cada escuela, facilitar relaciones personales y profesionales. Aquí los estudiantes conocen a gente de su edad, hacen muy buenos amigos y entran en una red de contactos profesionales.