Así fue Pepe Álvarez como director espiritual en Cursillos: «Siempre tuvo ardor misionero»
Al recientemente fallecido obispo auxiliar de Madrid, José Antonio Álvarez, le impactó hacer un cursillo estando recién ordenado, asegura su exconsiliario diocesano
«Le llevaba invitando años pero siempre me daba largas», recuerda Pedro Pérez Lozano, exconsiliario diocesano del Movimiento de Cursillos de Cristiandad en Madrid. Se refiere a José Antonio Álvarez, obispo auxiliar fallecido este miércoles. Finalmente, «estando recién ordenado, le dije que iba yo solo como sacerdote a un cursillo y necesitaba a algún otro que me ayudara con las confesiones. Ahí ya no me pudo decir que no», relata con cierto humor mezclado con la pena por su pérdida. Fue como cursillista, y también ayudaba con el sacramento de la Reconciliación.
La experiencia le marcó tanto que no solo se implicó en el movimiento «como uno más» en una ultreya, las comunidades que lo forman; sino que después acabó siendo el director espiritual de esta. «Para él fue como una forma nueva de ver la evangelización», asegura Pérez Lozano. Supuso sobre todo «un enriquecimiento tremendo ver a los seglares anunciar el Evangelio con esa fuerza y vitalidad, trabajar codo con codo con ellos y la experiencia de la vida comunitaria».

«Pasó poco tiempo» antes de que le pidieran acompañar a su ultreya, en 2003. Sustituía en ese servicio nada menos que a Sebastián Gayá, uno de los tres iniciadores del movimiento. Era además «una de las más numerosas de Madrid, un poco como la comunidad madre», explica el exconsiliario.
—¿No le dio vértigo?
—Siempre te da, pero como te da vértigo ser cura. Si la Iglesia confía en ti para ser sacerdote, si te atreves a dirigir espiritualmente a una persona, estar al frente de una parroquia o una ultreya es solo sumar. También desde el primer momento empezó a acompañar y dirigir a muchas personas, a muchos matrimonios.
«Inmensa generosidad»
Junto al acompañamiento a la ultreya, «iba de director a algún cursillo cuando se lo pedía yo», explica Pérez Lozano. «Lo ha compatibilizado con todos los ministerios que ha tenido», hasta que fue nombrado obispo auxiliar.
Vivió el encargo de director espiritual dentro del movimiento «con una generosidad inmensa, con un sentido de la responsabilidad grande». Por ejemplo, buscaba «formarse en lo propio de Cursillos de Cristiandad para poder acompañar a la gente en ello», cita el exconsiliario.
Acogida y verdad
Álvarez acompañaba los cursillos con «una gran capacidad de escucha, de compasión, de comprensión, de acogida». Rasgos que hacía totalmente compatibles con «la valentía a la hora de presentar la verdad del Evangelio. No racaneaba la verdad a favor del amiguismo», porque le movía «el deseo de que el hombre se encontrara con el Señor y abrazara la gracia».

También expresaba «mucho agradecimiento. En Cursillos los primeros beneficiados somos los curas, por poder acompañar una realidad así donde ves tantas conversiones», asegura el sacerdote.
«Él siempre tuvo ardor misionero, llevaba en el hondón del alma el deseo de llevar a la gente a Dios», subraya Pérez Lozano. Eso le llevó, por ejemplo, a una experiencia misionera en República Dominicana. «Luego la vida te lleva por donde te lleva». Pero no dejó de tener ese anhelo, que expresaba por ejemplo presidiendo el envío de los jóvenes del movimiento que emprendían estos viajes en verano.