Así era la gran Pascua de los españoles en Roma
La antigua iglesia de Santiago y San Ildefonso organizó entre 1579 y 1754 una fastuosa procesión en la céntrica plaza Navona con música, luminarias y fuegos artificiales. Acudían obispos, personalidades y el pueblo llano
Pocos saben que la fachada anónima y algo deslucida de la iglesia de Nuestra Señora del Sagrado Corazón, en plena plaza Navona en Roma, es uno de los lugares con más historia que España tiene en el extranjero. Hasta el año 1818, cuando fue abandonada en favor de la iglesia de Santa María de Montserrat, formó parte de un gran complejo asistencial y residencial llamado Santiago de los Españoles. Fue fundada en 1450 para acoger y atender a la comunidad de españoles, soldados y peregrinos que acudían a Roma a celebrar el Año Santo. En el siglo XVI llegó a ser una de las instituciones religiosas más ricas e influyentes de la ciudad. Tanta importancia le atribuyó la Corona que, en 1558, Felipe II decidió ubicar allí el archivo de la Embajada española ante la Santa Sede. Tras ser desacralizada y hasta utilizada como almacén municipal, fue vendida en 1878 a los Misioneros del Sagrado Corazón. Pero en sus entrañas todavía custodia la memoria de la gran fiesta de Pascua que celebraba la Cofradía de la Santísima Resurrección: una hermandad de fieles, erigida por bula del Papa Gregorio XIII en 1579, dedicada al culto del Santísimo Sacramento y a las actividades caritativas, como la asistencia a presos, la visita a enfermos y la dotación de doncellas.
La noche del Sábado Santo, una solemne procesión salía de la iglesia de Santiago de los Españoles y recorría los recovecos del espacio oval que es la plaza Navona en el sentido contrario a las agujas del reloj, para llegar a su punto de partida al alba. Una celebración fastuosa que reivindicaba el jolgorio, pero con un trasfondo religioso, pues conmemoraba la Resurrección. Arrancó en 1579 y se repetía todos los años, apiñando en una multitud tanto a prelados, personalidades romanas y extranjeras como al pueblo llano. El aparato visual era imponente y suntuoso en toda la plaza, convertida en un gran teatro al aire libre. Podemos hacernos una idea del efectismo artificioso de la procesión gracias al grabado de Dominique Barrière y Carlo Rainaldi de 1650, bajo estas líneas.
Además, el historiador italiano Giacinto Gigli describió con precisión el fabuloso aparato efímero construido para la ocasión. En su Diario de Roma dio cuenta de la instalación de una estructura para la iluminación que rodeaba la plaza Navona con cientos de candelabros y antorchas. Dos grandes arcos del triunfo, con torres y cúpulas, se apoyaban sobre las dos fuentes con otra estructura que aguantaba los palcos para los músicos y el coro. La música acompañaba el avance del cortejo, creando un espacio sonoro desde el que estallaban fuegos artificiales. Además, se erigían grandes estructuras de madera, con lienzos, estatuas y ornamentos de estuco, todo pintado al natural, para imitar mármoles y bronces, en aras de una ficción estrepitosa que no dejaba a nadie indiferente.
«La fiesta de Pascua llegó a ser tan célebre que muchas mujeres italianas solían estipular en sus capitulaciones matrimoniales la exigencia de que sus maridos las llevasen una vez en la vida a Roma para verla», explica el rector de la iglesia española de Montserrat en Roma, José Jaime Brosel. También queda atestiguado que, desde 1567, la fiesta dio pie a que se casaran en la iglesia de Santiago 14 prostitutas españolas y de origen borgoñón, alemán, flamenco, sienés, napolitano o sardo, con la sola condición de que fueran pobres.
Otro impreso antiguo de la Archicofradía de la Resurrección pone negro sobre blanco que el empeño de los españoles era «sobresalir y exceder a las demás naciones, en quantos actos públicos y festividades se celebran como en la Pascqua de la Santísima Resurrección» (sic). Fue precisamente el despilfarro excesivo lo que provocó que la procesión fuera cayendo en desgracia en la segunda mitad del siglo XVII.
Ahogada por los gastos, dejó de organizarse anualmente en tiempos de Carlos II. En 1754, la archicofradía fue suprimida e integrada en la iglesia nacional de Santiago de los Españoles, que asumió sus obligaciones espirituales y la gestión de su ya maltrecha economía. Ese mismo año, el rey Fernando VI suprimió la fiesta de Pascua tras decretar la salida de Roma de todos sus súbditos.
1450: El obispo de Ciudad Rodrigo, Alonso de Paradinhas, funda la iglesia y hospital de Santiago y San Ildefonso para acoger y atender a la comunidad de españoles.
1579: El Papa Gregorio XIII erige la bula de la gran fiesta de Pascua de la Cofradía de la Santísima Resurrección en la plaza Navona.
1580: Se concede la indulgencia plenaria a los fieles que formen parte de la hermandad.
1591: El Papa Gregorio XIV eleva la Cofradía de la Santísima Resurrección a la categoría de archicofradía.
1754: La fiesta de Pascua queda suprimida por Fernando VI, que decreta la salida de Roma de todos sus súbditos.
1878: Tras ser desacralizada y utilizada como almacén, la iglesia de San Ildefonso y Santiago es vendida a los misioneros del Sagrado Corazón.