Así detuvo la Virgen la lava del Etna - Alfa y Omega

Así detuvo la Virgen la lava del Etna

En 1865, el pueblo llevó una imagen de la Virgen María al pie del volcán para detener la lava que amenazaba con arrasar la zona

Juan Luis Vázquez Díaz-Mayordomo
Mosaico con el milagro del fuego, en el santuario de Santa María de Vena. Foto: www.siciliafelix.it

En la carretera provincial de Lingaglossa a Zafferana, en Sicilia, a los pies del volcán que se levanta dominando toda la isla, existe hoy un pequeño monumento que alude a lo que todos los habitantes de Sicilia recuerdan como «el milagro del fuego»; un suceso que ha ido pasando de boca en boca, de abuelos a nietos, durante generaciones.

El 6 de febrero de 1865 el Etna entró en erupción y un río de lava amenazaba con destruir los pueblos de alrededor. Cuando la lengua de fuego estaba ya a apenas un kilómetro del santuario mariano de Vena, los habitantes del pueblo del mismo nombre decidieron sacar la imagen de la Virgen, venerada en ese lugar durante siglos, y colocarla a los pies de la lava.

En procesión hacia el horror, los fieles llevaron a la Virgen hacia el mismo río de lava hasta que esta, milagrosamente, se detuvo, alejando el peligro. En el registro histórico del santuario se lee que «no es posible describir el pánico y el espanto de los habitantes de Vena. Sin embargo, para los buenos y los cristianos fervientes había esperanza, por lo que se condujeron en procesión hacia la lava. El crepúsculo de la tarde y los reflejos rojizos de ese inmenso río incandescente formaron en el cielo como un lago de sangre. El padre Cantón subió a una roca que sobresalía, y desde allí invitó a los fieles al arrepentimiento y a la oración confiada en la Virgen».

Las crónicas atestiguan asimismo que «de repente un viento glacial corrió delante de la lava y un grito de piedad y misericordia se elevó espontáneamente desde la multitud presente. Pasados unos segundos volvió la calma y la lava, como obedeciendo a una mano todopoderosa e invisible, se detuvo. El prodigio, grande e innegable, se había logrado».

A partir de ese día, a la Virgen del santuario de Santa María de Vena se la empezó a llamar por el sobrenombre de la Madonna del Fuoco (La Virgen del Fuego), y ante su imagen se detiene todavía hoy la mirada de muchas personas en situaciones difíciles que se sienten, como aquellos habitantes de Vena, amenazados y oprimidos.