Aquí los voluntarios «se desviven por el que entra por la puerta» - Alfa y Omega

Aquí los voluntarios «se desviven por el que entra por la puerta»

La parroquia de San Emilio acoge a muchos inmigrantes. «En Cáritas podemos tocar el dolor de las personas», asegura su párroco

Juan Luis Vázquez Díaz-Mayordomo
El sagrario se ve desde la calle, signo de la presencia de la Iglesia en medio del barrio
El sagrario se ve desde la calle, signo de la presencia de la Iglesia en medio del barrio. Foto: Parroquia de San Emilio.

Entre Ventas y La Elipa se levanta la parroquia de San Emilio, «un faro luminoso en medio de los problemas de la gente», asegura Luis Hourcade, su párroco. Se trata de un barrio de clase media trabajadora, con mucha inmigración y miles de viviendas en las que viven «personas humildes y sencillas».

A 15 minutos de la plaza de toros de Madrid, los locales de la iglesia son por las tardes un trasiego de niños que corren a catequesis. Por la realidad del entorno, «una buena parte de ellos» son hijos de extranjeros, cuenta Hourcade. Explica que tanto en los tres grupos del itinerario de Primera Comunión como en los otros tres del de Confirmación hay niños de diferentes edades «porque no los formamos según los años que tengan, sino según el proceso en el que están». Se va discerniendo gracias al «acompañamiento de los catequistas. Por eso es fácil encontrar chicos de 16 años preparándose para la Primera Comunión».

Algunos de sus padres, al entrar en contacto con la parroquia, se animan a pedir ellos formación para algún sacramento; hay quien no está ni siquiera bautizado. Ellos forman un grupo de adultos a los que se unen también otras personas que han conocido San Emilio gracias a alguna amistad. «El problema lo tenemos a la hora de darles la formación que precisan en medio de sus horarios laborales», lamenta el sacerdote. Lo que tiene claro es que «el objetivo es que se unan a la comunidad parroquial y se sientan partícipes de una familia, para que no seamos solo un lugar de paso».

Los voluntarios de Cáritas acogen a muchos recién llegados a España
Los voluntarios de Cáritas acogen a muchos recién llegados a España. Foto: Parroquia de San Emilio.

Este grupo de adultos es uno más de los que acoge San Emilio, como los tres de Acción Católica, el de estudio de la Biblia o el de la Legión de María. Y todos están invitados cada lunes a un rato de adoración semanal al estilo de Medjugorje o a la adoración al Santísimo que tiene abiertas las puertas del templo prácticamente todo el jueves.

En cuanto a la dimensión social, el perfil sociológico del barrio influye en el trabajo de Cáritas. Sus miembros despliegan su labor tres días a la semana; sobre todo los miércoles, cuando se da la primera acogida a las familias nuevas del vecindario. «Se trata de conocernos y de entrar en una dinámica de acompañamiento para que las podamos guiar en temas de trabajo o cuestiones de extranjería o vivienda, según los medios de que disponemos», señala Hourcade. La oferta se completa con el reparto de comida del banco de alimentos.

El sagrario se ve desde la calle, signo de la presencia de la Iglesia en medio del barrio
El sagrario se ve desde la calle, signo de la presencia de la Iglesia en medio del barrio. Foto: Parroquia de San Emilio.

Muchas de estas familias acaban de llegar a España procedentes de situaciones dramáticas. Traen historias de sucesos que las han hecho salir deprisa de su país. Se suman a otras que también escuchan los voluntarios, relacionadas con la violencia de género, el alcoholismo u hogares desestructurados. «Podemos tocar el dolor de las personas e intentamos paliarlo. A veces no podemos darles todo lo que piden, pero sí saben que pueden contar con la Iglesia», subraya el sacerdote, que atestigua que en Cáritas «se desviven por cada persona que entra por la puerta».

Un lado más amable de la pastoral es la concurrida bendición de animales por san Antón que tiene lugar cada año o la sentida vivencia del Triduo Pascual para el que se está preparando San Emilio estos días. «Una parroquia debe ser un hogar que acoge a la gente con sus dificultades», incide el párroco. «Y también es el lugar del encuentro con el Señor», añade, pues «no sería Iglesia si no estuviera Cristo en medio. A quien queremos dar cada uno de nosotros con nuestra vida es a Cristo».