Aquí escribió García de Cortázar
El jesuita, historiador y colaborador de Alfa y Omega, falleció el pasado domingo en Madrid. Lega una obra marcada por la fe y el amor a España
Esta página que usted está leyendo estaba reservada para nuestro colaborador Fernando García de Cortázar, SJ, quien desde hace años nos regalaba una reflexión mensual «A escala humana». Lo estuvo hasta que el pasado domingo, 3 de julio, el provincial de la Compañía de Jesús en España, Antonio España, SJ, nos informó de que el conocido historiador había fallecido de madrugada en La Luz de Madrid. Unos días antes había empezado a sentirse mal y tuvo que ser ingresado en el hospital, donde le descubrieron que había sufrido una perforación intestinal. El martes fue enterrado en Loyola, cerca de donde nació su admirado san Ignacio. Ahora ya descansa.
En su último artículo en Alfa y Omega, publicado hace apenas un mes, el jesuita aludía al sermón de la montaña de Jesús e incidía en que este abrió la puerta a «un amor más fuerte, más vigoroso, más fiel, un amor que ocupa el lugar de la justicia y de la compasión, de la clemencia y la hospitalidad». «Nada puede entenderse de lo que son en la actualidad Europa y España —aseveraba— sin la exigencia de amor, justicia y libertad» de aquel sermón. De alguna forma, el texto condensaba su preocupación por la verdad y por la Verdad, su pasión por la historia de nuestro país y por el Evangelio. O, como se sintetizaba en una corona de flores rojas y amarillas colocada junto a su ataúd: «Con Dios y con España siempre en el corazón».
García de Cortázar fue un prolífico investigador y divulgador, como atestiguan los más de 70 libros que publicó —muchos de ellos convertidos en auténticos superventas— y sus miles de artículos. Tras días de lecturas y largas conversaciones, robaba horas a la noche para escribir, sabiéndose poseedor de un tesoro que tenía que compartir con otros. Hoy solo puedo imaginarlo aporreando el teclado con tanta energía que se le colaba más de un doble espacio, pero también asomaban siempre referencias bíblicas, citas eruditas, paisajes de España y verdades de esas que, no por ser difícilmente digeribles, dejan de ser menos verdad.
Aunque su libertad y su independencia le costaron algunas tensiones con sus superiores, también le llevaron a levantarse «en contra del terrorismo y del nacionalismo excluyente» cuando nadie lo hacía —como reconoció el propio Antonio España en el tanatorio—, convirtiéndose en un «contundente y profundo» defensor de la dignidad de las personas y de los derechos humanos. Las víctimas de ETA, que quisieron estar junto a sus familiares y a sus hermanos jesuitas en la despedida, no lo olvidarán nunca.
Fruto de su trabajo y compromiso, el también catedrático de Historia Contemporánea de Deusto recibió reconocimientos como la Orden de las Palmas Académicas de Francia, la Orden del Mérito Constitucional, el Premio Nacional de Historia, la Gran Cruz de la Orden del Dos de Mayo o el ¡Bravo! de Prensa. Pero sobre todo recibió el cariño y la admiración de miles y miles de lectores como los que en la última Feria del Libro de Madrid hicieron cola para que les firmara la nueva revisión de su exitosa Breve historia de España.
Nuestro ya añorado colaborador temía «más el envejecimiento que la muerte», en palabras de su hermano José Ángel, y supo «sostener con energía hasta el final sus convicciones y su modo de vida». Deja huérfana a su familia, deja huérfana a la Compañía de Jesús y nos deja huérfanos a sus amigos y lectores, pero su legado permanece. Porque su búsqueda de la verdad y de la Verdad es hoy más necesaria que nunca.
Fernando García de Cortázar y José Manuel González Vesga
Alianza Editorial
2022
936
29,95 €
«Nos queda la palabra»
Pocas semanas antes de morir, Fernando García de Cortázar, SJ, presentó la última revisión de su bestseller Breve historia de España. Aunque en los apéndices se recogen hechos como el Gobierno de coalición o la invasión de Ucrania, el autor no quiere incurrir en el «puro presentismo» ni sobredimensionar cosas que el tiempo nos hará olvidar. Por ello, la mayor aportación de esta edición es el capítulo «Tiempos revueltos, nos queda la palabra», en el que afila la pluma y hace una certera radiografía de la sociedad española.
El historiador lamenta que se haya manoseado el lenguaje, que las palabras hayan sido sustituidas por «gritos» y los argumentos, por «consignas», hasta el punto de que «los tertulianos son los verdaderos intelectuales orgánicos de nuestra indefensa sociedad». Y entre radicales, populistas y una derecha que «solo está de visita en el espacio de las ideas», al final, nadie alza la voz por «el deterioro de nuestra conciencia nacional y la corrosión de nuestro sentido histórico». «España sería una mera reliquia sin su capacidad de fundamentar nuestras razones para seguir viviendo juntos», advierte.