«Aquella ola me hizo libre» - Alfa y Omega

«Aquella ola me hizo libre»

Cuando yacía en el hospital tuvo una experiencia de Dios que lo restauró para una vida nueva

Portaluz

Era una mañana ideal para montar olas en la costa sur de California. Ron Heagy y Mike, su hermano, originarios de Wisconsin, tomaron sus tablas de surf y se adentraron en el mar. Amante del fútbol americano, faltaba apenas un día para que cumpliera los 18 años y recuerda que por entonces «era un chico atlético, fuerte, duro y bobo. Mis músculos me habían procurado una beca para ir a estudiar a la universidad…».

Al igual que Ron, una docena de amantes del surf buscaban encantar las olas con sus tablas. No obstante, sería la última vez que él podría practicar este deporte. Un tubo de ola más rápido que su destreza volteó su tabla y el retorno de la masa de agua le aplastó contra el fondo, rompiéndole la nuca. Ron quedó flotando en el mar.

«Mi hermano, de alguna manera, sabía en su corazón que algo andaba mal. Sin demora, se levantó de un salto y corrió hacia el agua agitada. Milagrosamente, se encontró con mi cuerpo inerte. Con toda la fuerza que pudo reunir me sacó a la superficie».

Agotado, desesperado, luchando con el mar, Mike llegó a la orilla sosteniendo a Ron en sus brazos y le gritó: «¿Qué te pasa, Ron? ¿Por qué no te puedes mover?». El aludido apenas balbuceó algunas palabras y luego se desmayó.

«Cuando mis padres entraron a la UCI del hospital donde estaba, tenían miedo… papá puso su mano sobre mi cabeza y oró fervientemente. Entonces sentí una sensación de paz en medio de la desesperación. Era el día de mi cumpleaños número dieciocho».

«Me quise morir»

Tras el accidente, se encontraba en aquella cama de hospital, conectado a máquinas. Las vértebras dos, tres y cuatro estaban dañadas irremediablemente. «Tenía la tráquea perforada para poder respirar…. Y yo creía que me curarían, que volvería al fútbol americano. Cuando me dijeron que jamás volvería a caminar ni mover los brazos, me hundí. ¡Entonces sí me quise morir!».

Pasaban los días oscilando sobre olas oscuras de llanto y desesperación. «Un día, me dí cuenta que no iba a recuperarme. Y no quería tener fe, era demasiado duro», comenta.

Una de tantas noches de insomnio, desesperado, Ron sintió que no podía más. Anegado en llanto clamó a Dios le hiciera morir. Entonces ocurrió, dice, algo extraordinario…

«Estaba solo, y en la cama vecina yacía Jimmy, un niño de ocho años en coma desde hacía seis semanas, que había tenido un accidente de moto… Yo lloraba diciendo: «Quiero morir, quiero morir». Entonces oí que me decían: «¡Ron!» Y me dije: «¿Es una alucinación?» Seguí llorando. Y entonces oí muy claro: «Ron, yo te quiero».

Era Jimmy quien inesperadamente había salido de su coma y aquellas palabras de un desconocido, asegura, lo transformaron… «Sentí que ¡yo no había conocido el amor hasta aquel momento!».

Luego de algunas semanas internado, Ron Heagy quiso continuar su vida con la frente en alto e intentó nuevas cosas. «Decidí pensar en lo que podía hacer y descartar lo que no podía». Su madre acertó cuando le trajo libros de una persona que pintaba con la boca y Ron, concentró entonces toda su atención en la pintura. «Hoy soy artista», dice alegre. El siguiente paso fue ir a la universidad «aunque me decían que no lo iba a conseguir». Se esmeró por años, hasta graduarse en la facultad de trabajo social de la Universidad San Diego (USA). Luego consiguió un máster «con un bolígrafo entre mis dientes», apuntilla riendo.

«Gracias a Dios por las segundas oportunidades»

Aunque su talento como pintor le ha reportado permanentes alegrías, Ron está orgulloso de la obra más importante que Dios le confió… el nacimiento de Gracie Lee, su hija que concibieron con su esposa Kelli… venciendo el pesimismo de los médicos. «No les creí que nunca podría tener hijos y tuve fe. La fe de un grano de mostaza, puede mover montañas», y hoy «tengo una hija, Gracie, gracia de Dios. Es mi niña. Si hubiera acabado con mi vida, como cuenta la película Mar adentro, ella no estaría hoy aquí. Ella, tenía que nacer». Ron, refrenda la trama del film dirigido por el cineasta hispano Alejandro Amenábar, en el que se narra la historia real de Ramón Sampedro, que en una situación muy similar a la suya, decidió acabar con su vida. Ron, no juzga, tan sólo afirma su defensa de la vida… «En Mar adentro o Million dolar baby… te venden la muerte como una salida. ¡Pero no es la mejor! Puedes pintar, amar, escribir, casarte, viajar…».

Hasta hoy recorre diversas comunidades compartiendo su testimonio, organiza campamentos al aire libre para niños de capacidades diferentes, da charlas, pinta y ha escrito dos libros: La vida es una actitud y No rendirse nunca.

Sobre lo vivido, en una entrevista concedida al periódico La Vanguardia con valentía afirma: «Aquella ola me hizo libre»… «Mi alma estaba vacía, y soy más feliz ahora. Prefiero estar aquí, en la silla, con una fe en Jesús, que tener músculos y fe en mí mismo… doy gracias a Dios por las segundas oportunidades».