«Antes se fusionaban los bancos, ahora empezamos las monjas» - Alfa y Omega

«Antes se fusionaban los bancos, ahora empezamos las monjas»

Las Celadoras del Culto Eucarístico se unieron hace 15 años a las Misioneras del Santísimo Sacramento y María Inmaculada. Ahora reivindican juntas a Miguel Maura, en proceso de beatificación

Rodrigo Moreno Quicios
Sor Victoria Vicente (derecha), cuando aún era celadora, con una misionera
Sor Victoria Vicente (derecha), cuando aún era celadora, con una misionera. Foto: Misioneras del Santísimo Sacramento y María Inmaculada.

«No me ha cambiado nada más que el color del hábito y el nombre», explica con gracia sor Victoria Vicente Moreno. Era, hasta 2010, superiora general de las Hermanas Celadoras del Culto Eucarístico, una congregación vestida de negro y fundada en Palma de Mallorca por Miguel Maura Montaner, hermano del presidente Antonio Maura y sacerdote cuyas virtudes heroicas acaba de reconocer el Papa desde el Hospital Gemelli, en Roma. No obstante, pese a tener ahora un fundador camino de los altares, ellas no eran muchas. Para mantener vivo su carisma y poder participar de una vida comunitaria más rica, Vicente y sus hermanas se unieron hace 15 años a las Misioneras del Santísimo Sacramento y María Inmaculada, quienes gestionan en Madrid la célebre capilla Cachito de Cielo. «Las fusiones son totalmente positivas y no hay nada que perder; no hay que estar apegada a una casa ni a un cuadro sino al Señor», sentencia la exgeneral, de 76 años y ahora vestida de gris.

Primeras reuniones entre ambas congregaciones para conocerse en Madrid en 2009
Primeras reuniones entre ambas congregaciones para conocerse en Madrid en 2009. Foto: Misioneras del Santísimo Sacramento y María Inmaculada.

Al otro lado del teléfono, Vicente es desternillante. «Algún sacerdote me ha dicho que pensaba que solo se fusionaban los bancos, pero ahora empezamos a hacerlo las monjas». Revela que las celadoras —ahora misioneras— «están encantadas, parece que hemos estado siempre juntas». Ayuda que ambas congregaciones surgieran en la misma época y con un carisma prácticamente idéntico y centrado en la Eucaristía. Para ella, la integración «es algo parecido a cuando un arroyuelo pequeño entra en un río: no desaparece, sino que pasa a ser parte de algo más grande». En el caso de las Celadoras del Culto Eucarístico, pasaron en 2010 de ser 27 (hoy solo ocho debido al fallecimiento de las más mayores) a ser entre todas más de 300.

La religiosa es también reivindicativa cuando dice: «No podemos encerrarnos en nuestra capilla y decir “esta es mi congregación”. Somos la Iglesia de Cristo y todas tenemos que caminar». Asegura que «lo bueno no es lo mío sino lo nuestro, que es del Señor». Y, tomando su caso como ejemplo, pide que se sigan también las indicaciones del Papa para la preparación de los aspirantes al sacerdocio. «Yo animaría a los obispos de diócesis que están cerca a que formen a sus seminaristas juntos, porque da más riqueza».

«Una potencia de oración»

Marian Macías, superiora general de las Misioneras del Santísimo Sacramento y María Inmaculada —la congregación que ha acogido a las antiguas celadoras— no niega lo evidente. El momento en que se incorporaron a ellas, con muchas religiosas por encima de los 90 años, supuso «una carga fuerte para nosotras». Pero la acogieron con alegría y poco después comprobaron que «esas hermanas mayores eran toda una potencia de oración, de vida y de experiencia».

Por su parte, sor Victoria Vicente, quien dice de sí misma que tenía «carisma de misionera» desde joven aunque su congregación no realizara obras en el extranjero, ahora celebra que «tenemos más campo para trabajar». Su nueva comunidad no solo está difundida en España, también en Portugal, Brasil, Colombia, Estados Unidos, México, Filipinas y Angola. Macías detalla que «nuestra fundadora desde los inicios se dedicó a la educación». Especialmente en lugares donde la mujer «estaba muy infravalorada y no podía acceder a la cultura». Hoy cuentan con varios centros educativos y residencias universitarias. En Madrid, con el Colegio Santísimo Sacramento, la capilla de adoración Cachito de Cielo y una obra social con el mismo nombre. Y fuera de nuestras fronteras, entre otras labores, «en Tijuana (México) atendemos a migrantes y estamos en una de las zonas más pobres de Manila (Filipinas).

Oración conjunta por Miguel Maura y María Emilia Riquelme
Oración conjunta por Miguel Maura y María Emilia Riquelme. Foto: Misioneras del Santísimo Sacramento y María Inmaculada.

Otro de los principios que se ha cuidado durante la fusión es asumir como propias las personalidades ligadas a las celadoras, quienes llamaron a la puerta de las misioneras contando ya con una beata, María de los Ángeles Ginard Martí, martirizada durante la Guerra Civil. Sus restos descansan en la capilla Cachito de Cielo de Madrid. Y con el reconocimiento de las virtudes heroicas de Miguel Maura, su figura vuelve a estar más presente que nunca. Según Vicente, al saberlo «la madre general mandó la noticia corriendo por WhatsApp a toda la congregación». Por su parte, Macías recalca que «nosotras le tenemos mucho aprecio y hacemos memoria de su pensamiento». «A don Miguel se les reza en todas las comunidades», le completa Vicente. Si acabara siendo reconocido como tal, el mallorquín engrosaría la lista de beatos vinculados a esta congregación, entre los que están María de los Ángeles Ginard y María Emilia Riquelme y Zayas, fundadoras de las Misioneras del Santísimo Sacramento.