Ángel Fernández Artime: «Los cálculos humanos antes o después saltan por los aires»
Los cardenales que se preparan para el cónclave deben vivirlos «con un espíritu sereno y libre, en el que pidamos a Dios Padre que, en su Espíritu, inspire al pastor de la Iglesia que esta más necesite»
Los días que ahora se presentan ante la Iglesia «serán muy importantes». Los cardenales que se preparan para el cónclave deben vivirlos «con un espíritu sereno y libre, en el que pidamos a Dios Padre que, en su Espíritu, inspire —con la mediación humana que es necesaria—, al pastor de la Iglesia que esta más necesite para el presente y el futuro próximo».
Así lo expresa el cardenal Ángel Fernández Artime, ex rector mayor de los salesianos. En septiembre de 2023 se convirtió en el primer superior de una congregación religiosa en ser creado cardenal; aunque ya se sabía que Francisco le había pedido que preparara su salida en el verano del año siguiente para poder encargarle otro ministerio, que en ese momento aún no se dio a conocer. El 6 de enero pasado, lo nombró proprefecto del Dicasterio para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica. Por encima de él colocó a una prefecta, la religiosa Simona Brambilla.
Aunque el cardenal ha rechazado las entrevistas antes de la celebración del cónclave porque «mi posición personal en estos días precedentes y en la próxima semana es la de la discreción y el silencio», accedió a compartir con este semanario algunas reflexiones por escrito. En ellas subraya que solo desde una perspectiva creyente «tiene sentido todo esto. Los cálculos humanos y las estrategias, en mi opinión, antes o después saltan por los aires». Señala asimismo que «solo desde una gran honestidad personal y colegial, y desde la fe, el Señor nos ofrecerá al mejor Papa posible. Así lo creo, así lo espero. Oremos por ello».
Echando la vista atrás, Artime expresa cómo «la despedida que el pueblo de Dios le ha dado al Santo Padre supera con mucho lo que pudiéramos pensar y organizar muchos otros en nuestro servicio como presbíteros, obispos o incluso cardenales. Lo que hemos vivido en Roma, y sin duda se ha visto en tantísimas naciones del mundo, habla del sensus fidei; habla, en mi opinión, de cómo tantas mujeres y hombres en la Iglesia, y tantas personas que no tienen ningún vínculo con ella, han valorado el testimonio evangélico del Papa Francisco. Muchos, como pastor de la Iglesia universal; y otros, de otros credos o sin credo alguno, porque han visto en él un hombre honesto y coherente y un hombre bueno que ha sido hasta el final como creía que debía ser, en el nombre del Señor Jesús».
Dentro de los «miles y miles de páginas» y las «horas y horas de entrevistas y diálogos» sobre el pontificado de Francisco, «nada nuevo podría añadir yo, a excepción de poner el acento sobre cómo ha llegado al corazón de muchas mujeres y hombres de buena voluntad y de tantos creyentes». El Santo Padre, insiste, ha sido «un pastor que, ante todo, ha intentado que este mundo reconociera a Dios y el rostro humano de Dios en su Hijo revelado en la Encarnación. Y también, como fruto de ello, que la Iglesia y el mundo continuaran un camino de paz, de justicia, de fraternidad universal».