Ángel Andrés Jiménez: «Lo normal es luchar contra la violencia y las faltas de respeto»
Lo llaman el «árbitro de la paz» desde 2006, cuando comenzó a pedir a los espectadores de sus partidos que dejaran de insultar. Esta iniciativa, que emprendió por su cuenta y riesgo, no tuvo en el Comité de Árbitros de la Real Federación Andaluza de Fútbol la acogida que habría deseado. Por eso ahora fomenta los valores del deporte en la liga local Ciudad de Málaga y a través de la Plataforma 090 (cero violencia en 90 minutos).
¿Están las federaciones comprometidas en la lucha contra la violencia verbal?
¡Menuda pregunta! Lo que es seguro es que podrían estar más implicadas. Y los clubes también, pero al final es una lucha en la que tenemos que estar todos como sociedad.
¿Cómo fue su experiencia como árbitro federado?
Hasta 2002 aguantaba toda la violencia verbal, como se ha hecho toda la vida. Luego dejé de arbitrar durante cuatro años y a mi vuelta, en 2006, decidí que iba a cambiar mi forma de proceder. En un partido de niños le pedí a un padre que parase de insultarme y él me respondió: «Esto es un campo de fútbol y yo puedo decir lo que me dé la gana». Desde entonces siempre les decía a los equipos que si los insultos seguían, yo llamaba a la Policía y suspendía el partido.
¿Funcionaban aquellas advertencias?
Sí. Y lo seguí haciendo hasta que abandoné la federación en 2013. Además, antes de los partidos les daba charlas a los niños y les pedía a los entrenadores que ellos hicieran lo mismo con los padres para que se comportaran. Fueron medidas eficaces, sin duda.
¿Por qué tuvo que abandonar el Comité de Árbitros?
Nadie me obligó a irme, pero sí es cierto que me sentía solo en esta lucha. Así que me dije: «Hasta aquí, ya no puedo seguir». Yo ya había dicho todo lo que me apetecía decir; aunque si hubiese tenido apoyo, quizás habría seguido. No lo sé. Hubo momentos muy difíciles que prefiero no recordar. Intentaron que dejase de hacer lo que hacía pero yo seguí, incluso cuando me decían «esto no nos gusta» o «así no deberías actuar». Yo siempre me he debido a unos valores y no podía traicionarlos.
¿No tuvo el apoyo de nadie del fútbol?
Los compañeros es normal que, salvo casos contados, no se quisieran posicionar públicamente. Nadie sabe lo que le puede pasar si es el verso suelto y yo eso lo entiendo, nadie quiere arriesgarse a ser señalado. Pero los padres y los clubes me han dado mucho cariño y ánimos para seguir. Y eso que a algunos les costó arrancar, pero al final se han adherido a iniciativas como Plataforma 090. A mí me ha tocado ir por delante y eso siempre es complicado.
Ya fuera de la federación ha podido poner en marcha otras iniciativas con valores.
Sí, arbitro en la liga local Ciudad de Málaga y soy embajador de la Plataforma 090, del Ayuntamiento. Ahora las charlas prepartido se las damos también al público y las imparten los entrenadores, los padres y hasta los propios jugadores. También hemos puesto en marcha el VAR de la honestidad, una iniciativa que surgió en el Colegio Maravillas, en el que soy profesor. Consiste en que los jugadores nos avisen cuando nos equivocamos en una decisión que les ha favorecido. Esa es la esencia de la deportividad. Si fomentamos eso en los chavales, ellos responden. Es bueno para todos y los ayuda en su proyecto de crecimiento.
La Real Federación Española de Fútbol aprobó la temporada pasada un protocolo antiviolencia muy parecido al suyo. ¿Se lo han copiado?
No, yo no tengo el copyright, todo lo contrario. Pero si el mío ha servido de inspiración o de modelo me alegra muchísimo. He tenido diferencias con mi federación, pero ha sido una alegría enorme que hayan puesto en marcha esta iniciativa similar a la mía. Es bueno para la sociedad. Antes había cosas con las que intentar acabar parecía una locura mía y ahora son inadmisibles. Lo normal es luchar contra la violencia y las faltas de respeto y, cuando miramos atrás, nos preguntamos cómo podíamos permitir aquello.
¿Le gustaría volver a la federación?
Ojalá pueda volver en el futuro. Yo no pierdo la esperanza. Estaría bien.