Del golpe de Estado del 23 de febrero de 1981, los veteranos del lugar recordamos sobre todo aquel grito de Tejero: «¡Quieto todo el mundo!». Sin embargo, Javier Cercas, flamante Premio ¡Bravo! de la Conferencia Episcopal Española por su libro del viaje con el Papa Francisco al fin del mundo, se olvidó de retratar lo que llamaba la atención a todo el mundo y puso su ojo novelístico en un detalle que no merecía caer en el olvido. En medio del miedo, la zozobra y los disparos que terminaron agujereando el techo del Congreso de los Diputados, tres hombres se mantuvieron en pie, desafiando de forma sencilla y eficaz a los golpistas: Adolfo Suárez, Santiago Carrillo y Manuel Gutiérrez Mellado. La peculiar trama de crónica-ficción es, a mi juicio, de lo mejor de Cercas. La serie que se acaba de estrenar en Movistar, que toma como base la novela, apunta pero no llega tan alto.
Anatomía de un instante en su versión audiovisual es una miniserie de cuatro capítulos que, además de las tensiones políticas en torno al fallido golpe, convive con la tentación de darnos una lección de memoria histórica. Y ahí está su mayor lastre. El director (Alberto Rodríguez) es de garantías, y aunque la caracterización de los tres protagonistas podría haber sido algo mejor, no vamos a descubrir ahora a Álvaro Morte (Suárez), a Eduard Fernández (Carrillo) ni a Manolo Solo (Gutiérrez Mellado). Pero el principal peligro de todo lo que se nos cuenta es que muchos lo tomarán como verdad verdadera, sin contrastar más fuentes o adaptando los recuerdos a la opción política con la que se sientan más cómodos. Un planteamiento más que interesante termina lastrado porque la caracterización ideológica de los personajes deja mucho que desear: Suárez es poco menos que un trepa espabilado, Carrillo sale bien librado (claro) y Gutiérrez Mellado es el héroe de un Ejército que, en su mayor parte, le despreciaba. Una pena porque había mimbres e incluso, con su sesgo reconocible, había buena materia prima en la obra de Cercas. Otra oportunidad medio perdida de hacer, desde la ficción, buena memoria y buena historia.